Sesgada misión electoral de la UE blanquea el régimen de Maduro

Enrique Gomáriz Moraga

Enrique Gomariz

La sala de prensa estaba abarrotada. Ese martes 23 de noviembre en la mañana, la misión de observadores de la Unión Europea presentaba en Caracas su informe preliminar sobre el desarrollo del proceso electoral en Venezuela. Como señalaron muchos observadores, el informe podría significar la condena o la legitimación del régimen de Maduro, desde la perspectiva de una UE que hasta ahora lo había condenado abiertamente.

Desde su inicio, la misión se había visto envuelta en un clima de controversia. De hecho, cuando llegó a Venezuela ya se había parcializado. Sólo aterrizaban en Caracas los observadores apoyados por las bancadas de izquierda en el Parlamento Europeo, porque los sectores conservadores se retiraron de una misión que consideraban extremadamente peligrosa para Venezuela, porque corría el riesgo de legitimar el régimen de Maduro. Finalmente, la decisión de formalizar la misión quedaba en manos del encargado de Política Exterior de la UE, el socialista Josep Borrell, quien encaraba así una grave encrucijada.

Paradójicamente, hasta la misma noche del cierre de las elecciones, Borrell era presentado como la bestia negra por parte de Nicolás Maduro, acusándolo de neocolonialista y dispuesto a deslegitimar las transparentes elecciones regionales. Con su zafiedad habitual, Maduro le insultaba como “arrodillado” ante el imperialismo yanqui. La causa inmediata era que la UE, de la forma más discreta posible, había prorrogado la lista de sanciones a 55 funcionarios del régimen chavista, entre los que estaba la vicepresidenta Deley Rodríguez y el dirigente Diosdado Cabello; todo ellos “sancionados cruelmente, perseguidos y bloqueados”, según el mandatario venezolano, que agregó: “No me importa para nada lo que haga o diga Josep Borrell”.

Así las cosas, el gobierno de Maduro tenía ante sí varias opciones. Si la previsión era que el informe de la UE era desfavorable para el régimen, había que anticiparse públicamente para neutralizarlo. Por eso Maduro anunció una rueda de prensa dos horas antes de que la misión de la UE presentara su informe. Sólo en el caso de que el informe no fuera desfavorable podría usarse como jugada positiva. Cuando Maduro suspendió su prevista rueda de prensa, buena parte de los observadores ya imaginaron el sentido favorable del informe preliminar de la UE.

En su presentación, la eurodiputada socialista de Portugal, Isabel Dos Santos, jefa de la misión, dejó claro el esfuerzo de la delegación por resolver la encrucijada mediante la socorrida fórmula de dar una de cal y otra de arena. Puede parecer una broma, pero el informe, al mismo tiempo que, por un lado, señala “una falta de independencia judicial, la no adherencia al estado de derecho y que algunas leyes afectaron las condiciones, la igualdad y la transparencia de las elecciones», por el otro afirma que “en estas elecciones se han mantenido en general los estándares internacionales”.

¿Cómo se puede no respetar el Estado de Derecho y realizar unas elecciones bajo estándares internacionales? Este sinsentido no parece propio de una misión europea, como tampoco lo fue la puesta en escena de la presentación del informe, con una representante que se dedicaba a disimular la cuadratura del círculo, además de personalizar sus intervenciones: “Volveré en enero, para realizar el informe definitivo”, anticipó, como si ello dependiera de su presencia. No, definitivamente, ni en el fondo ni en la forma, la presentación de este informe es algo de lo que pueda enorgullecerse la Unión Europea.

El resultado de esta ambigüedad ha sido consecuente: los círculos políticos y periodísticos conservadores en Europa destacan los aspectos críticos del informe (irrespeto del Estado de Derecho, uso de fondos públicos para la campaña política, etc.), mientras que los titulares de los medios chavistas subrayan sus aspectos positivos, incluyendo su matizada confirmación de que favorecen el dialogo entre el Gobierno de Maduro y la oposición, en unos términos muy parecidos a los que propone el exmandatario español Rodríguez Zapatero. Otro miembro de la misión, el eurodiputado Jordi Cañas aseguró que ese dialogo político “es un camino que nosotros estamos dispuestos a acompañar”.

Desde luego, todos los sectores de la oposición en el exterior de Venezuela han condenado duramente este informe preliminar. Coinciden en que el informe legitima el régimen no democrático de Maduro. Cabe destacar la intervención de María Corina Machado, coordinadora nacional de Vente Venezuela, que señala que, con este informe, la Unión Europea se lesiona gravemente a si misma. “Esperamos que los actores que componen Europa: el Parlamento Europeo, los Ministerios de Asuntos Exteriores y la propia ciudadanía, en defensa de sus propias instituciones, no permitan que se produzca este proceso de deslegitimación de la UE ”, dijo la coordinadora.

Cabe preguntarse la causa de que la Comisión Europea, incluido el propio Borrell, haya cometido el error de dispararse en el propio pie. Una tesis plausible que ofrecen algunos observadores es que, sin demasiado análisis, Josep Borrell y sus colaboradores imaginaron que los resultados de estas elecciones regionales resultarían mucho más favorables para la oposición. Y, en consecuencia, pensaron que el riesgo de concurrir merecía la pena.

Un notable error de cálculo. Se constata que, cuando se tiene, como indicaban todos los sondeos, un voto cautivo del 20% del electorado, y tiene lugar una baja participación, como la efectivamente sucedida del 40%, el peso de ese voto duro chavista crece en términos relativos, llegando a suponer el 50% del voto emitido. Así que el resultado ha sido consistente: la oposición solo ha obtenido 3 de los 23 gobiernos regionales en liza. Resulta una evidencia que la división de la oposición entre quienes llaman a la abstención y quienes deciden participar en los comicios es el mejor escenario en que actúan los regímenes no democráticos (de Ortega a Maduro).

Ahora bien, lo que también resulta evidente es que la ambigüedad de este informe preliminar favorece claramente al régimen autoritario de Maduro, cuyos representantes políticos no han cesado de celebrar. Así las cosas, todo indica que, en los meses próximos, hasta enero, el debate al interior de la UE va ha ser intenso y es difícil saber si el espíritu ambiguo de este informe preliminar va a conseguir mantenerse. En todo caso, este episodio muestra una vez más las contradicciones internas de la Comisión Europea. Así es difícil mantenerse como el polo de referencia mundial que, según palabras de Borrell, debe ser moral y políticamente la Unión Europea.

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