San Francisco y su tranvía: poesía en movimiento

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Una de las cosas que más quería hacer en mi visita a San Francisco, California, era montarme en uno de sus famosos tranvías, que son un cliché tan típico y encantador como las góndolas en Venecia y los autobuses de dos pisos en Londres, pero además un componente fundamental del carácter especial de la ciudad y el único escenario histórico de Estados Unidos que se mueve. Nos traslada al pasado, a finales del siglo XIX, cuando el tranvía era el mejor modo de transporte para subir y bajar las 43 colinas de la ciudad más topográficamente dotada de Estados Unidos. Admirablemente hoy en día, aún avanzan ajetreados a 15 kilómetros por hora (movidos por cable y sin motor), y sus tres líneas conforman el único sistema de tranvías de este tipo del mundo.

Las líneas Powell-Hyde y Powell-Manson nacen en el centro de la ciudad, en la atareada zona comercial de alto nivel de Union Square (plaza unión), y trepan hasta el noble vecindario de Nob Hill, uno de los barrios más elegantes de la ciudad. La línea Powell-Hyde termina en Fisherman’s Wharf, el famoso paseo marítimo que pese a ser destino preferente de los turistas aún conserva una buena dosis de su encanto. Vale la pena unirse a las masas humanas para pelear por una ración de cangrejo, langosta y papas en los puestos de comida para llevar alineados junto al puerto, y echar un vistazo de paso a las espectaculares vistas de la antigua prisión de Alcatraz (“la Roca”) y el majestuoso Golden Gate, un puente de tres kilómetros de longitud, que se puede cruzar a pie dando un agotador y ventoso paseo disfrutando del espléndido paisaje. Quién sabe la persona que decidió pintarlo de un color naranja tirando a rojo, pero Dios lo tenga en su gloria, se ve precioso.

Tuve la oportunidad de montarme en un tranvía de la línea Powell-Hyde, cerca de Fisherman’s Wharf. La experiencia del viaje es única; primero que todo la parada es en una esquina, y ver venir el tranvía y escuchar el inconfundible “¡ding, ding, ding!” que anuncia su llegada es increíble. Apenas sentados, arrancó de nuevo, y empezamos a subir, pero a subir en serio, con el entorno de la ciudad que es una belleza. Nos bajamos en Union Square, algo así como el parque central de San Francisco. De ahí se puede ir al cercano Embarcadero y al tremendamente popular mercado del Ferry Plaza, el mejor y más importante de la ciudad. Los vibrantes mercaditos del barrio chino (Chinatown) tampoco desmerecen, siempre repletos de gente (es el segundo enclave de población china más grande de Estados Unidos), con verdura fresca y cosas que ni siquiera pensaba que podrían existir (o que podrían comerse).

En el corazón de North Beach (el barrio más agradable para dar un paseo), desde las alturas de Telegraph Hill se puede contemplar una de las mejores vistas de la ciudad, en particular en la torre Coit, desde donde se puede ver la bahía, los puentes y las islas. También querrá deambular por Haight-Ashbury, una especie de lugar de retiro para los hippies de los años 60. En el parque Alamo, se puede ver todo el centro de la ciudad, y contemplar una vista de postal de las “damas pintadas”, una hilera de casas de estilo Queen Anne pintadas de colores brillantes y levantadas en la manzana del número 700 de Steiner Street. La riqueza arquitectónica de San Francisco es única en Estados Unidos.

 
Hay tanto que hacer y ver que el tiempo no alcanza, y eso que estuvimos varios días. Por eso decidí solo escribirles de tres atracciones, además del tranvía, que son la Antigua Catedral de Santa María en el barrio chino, la torre Coit en Telegraph Hill (que ya mencioné) y el monumento a Deway en Union Square. El Golden Gate, el cual tuvimos la oportunidad de cruzar varias veces en automóvil, es quizás la mayor atracción de la ciudad, y también está el no menos imponente Bay Bridge, pero son capítulo aparte, y de los cuales escribiré en un futuro artículo.

Estando en el barrio chino me llamó la atención ver una iglesia católica, que resultó ser la Antigua Catedral de Santa María (Old Saint Mary’s Cathedral), que está ubicada en la esquina de Grant Avenue y la California Street. Ingresamos para conocerla, llevándonos la agradable sorpresa que la misa estaba por iniciar, así que asistimos al oficio. La iglesia estaba casi llena, y antes de comenzar el Padre preguntó quienes eran extranjeros, y la gran mayoría levantamos la mano. Primera vez que asistía a una misa fuera del país, y en inglés, toda una experiencia.

La catedral fue construida en 1854 como la primera catedral de la Arquidiócesis de San Francisco. Bajo la esfera del reloj en la fachada, aparece el texto: Son, observe the time and fly from the evil.Ecc.IV.23 (Hijo, mira el tiempo que vuela desde el diablo), que seguramente iba dirigido a los hombres que rondaban los prostíbulos en la época de la construcción.

La iglesia sobrevivió al terremoto de San Francisco de 1906, sólo para ser destruida un día después por los incendios iniciados por el movimiento telúrico. Los incendios fundieron las campanas de la iglesia y el altar de mármol. Todo lo que quedó fueron las paredes de ladrillo exterior y la torre-campanario. La reconstrucción de la iglesia finalizó en 1909.

El Monumento a Dewey (Dewey Monument) es una estatua conmemorativa en el centro de Union Square. El monumento de 26 mt de altura, fue llamado así en honor de un militar que participó en la guerra hispano-estadounidense, el almirante George Dewey. En 1901, el presidente William McKinley visitó San Francisco para una ceremonia especial para iniciar el monumento en honor a Dewey. Seis meses después, sin embargo, McKinley fue asesinado. Robert Ingersoll Aitken fue contratado para esculpir una estatua de 2,7 mt de una diosa en honor de McKinley y Dewey. La estatua sostiene un tridente que representa a Dewey, y una corona que representa a McKinley.

En su base tiene cuatro placas incrustadas (forman parte del monumento), que detallan la historia sobre Dewey y la razón del monumento. Hice una traducción de las placas un poco menos rígida en la forma, para darle un sentido más narrativo al texto.

1. Escuadrón estadounidense en la Bahía de Manila: Olympia (buque insignia), Baltimore, Raleigh, Boston, Concord, Petrel, McColloch. El 14 de mayo de 1903 este monumento fue dedicado por el presidente Theodore Roosevelt. 2. Secretario de la Armada John D. Long al comodoro George Dewey 24 de abril de 1898: ‘La guerra ha comenzado entre los Estados Unidos y España. Proceda de inmediato a las Islas Filipinas y capture o destruya la flota española’. 3. En la noche del 30 de abril de 1898, el escuadrón del comodoro Dewey entró en la bahía de Manila y, sin desanimarse por el peligro de los explosivos sumergidos, llegó a Manila al amanecer del 1 de mayo de 1898. Atacó y destruyó la flota española de diez barcos de guerra. Redujo los fuertes y mantuvo a la ciudad en sujeción hasta la llegada de las tropas de América. 4. Erigido por los ciudadanos de San Francisco para conmemorar la victoria de la Marina estadounidense bajo el comodoro George Dewey en la Bahía de Manila el 1 de mayo de 1898. El 23 de mayo de 1901, el presidente William McKinley rompió el terreno para este monumento.

Para mi fue una sorpresa este monumento, pues desconocía este hecho histórico.

La torre Coit, también conocida como Lillian Coit Memorial Tower, es una torre monumental de 64 mt de altura situada en el barrio Telegraph Hill. La torre, situada en el parque Pioneer, se construyó en 1933 usando el legado de Lillie Hitchcock Coit; quien al morir en 1929 dejó un tercio de sus propiedades a la ciudad para su embellecimiento. La torre se propuso en 1931 como un uso apropiado del regalo de Coit. Se añadió al Registro Nacional de Lugares Históricos el 29 de enero de 2008. Esta torre de estilo art decó, construida con hormigón armado sin pintar, fue diseñada por los arquitectos Arthur Brown, Jr. y Henry Howard, con murales al fresco de 27 diferentes artistas y sus numerosos ayudantes, además de dos pinturas adicionales instaladas tras su creación fuera del lugar.

Como recomendación, vale la pena una visita al parque Sterling, en honor del poeta George Sterling, que también tiene unas vistas espectaculares de la ciudad y la bahía. Claro, si es que sobreviven a la subida, que es una de las más rudas que me ha tocado hacer, y para lo que hay que tener muy buena condición física, pues el parque está ubicado en Russian Hill una de las colinas más altas de la ciudad. Imagínense una trepada todavía mas empinada que la cuesta de Barrio México, y mucho más larga…

En este parque a la entrada hay una placa con el párrafo final de uno de los poemas más famosos de Sterling “The Cool, Grey City of Love» (La fría y gris ciudad de amor), dedicado a la ciudad de San Francisco, que me gustó mucho, así que lo reproduzco ya traducido.

Aunque la oscuridad sea fría y ciega
Sin embargo, el toque de su niebla marina es amable,
Y su caricia más poderosa
Es la alegría y el dolor de la misma;
Y grande es tu ternura,
¡Oh, fría y gris ciudad de amor!

Finalmente, recomiendo tomar uno de los barcos en Fisherman’s Wharf, que hace un viaje turístico por la bahía, con un audio en español, donde le van contando a uno la historia de la ciudad, con una descripción de los puntos de interés, que se pueden ver desde la embarcación. Llega hasta el Golden Gate y se devuelve. Si uno está en San Francisco de turista, definitivamente hay que hacer este paseo en barco (no es caro).

La mejor época para visitar la ciudad, es cuando se da la famosa niebla y entonces el tiempo refresca, lo que sucede normalmente en verano. Primavera (cuando el parque del Golden Gate está espléndido) y otoño son las mejores estaciones. El año nuevo chino se celebra en el barrio chino durante dos semanas; suele caer en febrero. El festival internacional de cine también dura dos semanas en abril y mayo. En mi caso visitamos la ciudad a finales de junio, coincidiendo con la semana del orgullo gay que se celebra la última semana de ese mes, así que la ciudad estaba decorada por todos lados con la bandera de la diversidad.

¿Volvería a San Francisco? Sin dudarlo ni un segundo, mi respuesta es un rotundo si. Es una de las ciudades más bonitas en el mundo, y ciertamente me quedaron muchas cosas por hacer y visitar.

Como es costumbre, les dejo una bonita galería con las mejores imágenes de la ciudad y sus atracciones, que también puede verse en un álbum Facebook.

 
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