Salvemos el templo antiguo de La Trinidad de Copey de Dota…

Camilo Rodríguez Chaverri

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Cada quien tiene sus teleles, sus mates. Cada loco con su tema. Y quienes estamos muy locos, tenemos derecho a varias chocheras. Tengo una sana locura por los salones de baile; la cumbia y el bolero; los templos antiguos, de madera o de lata; las imágenes de la Virgen María; los libros de poemas, de microcuentos o de fotos; los programas de entrevistas y la edición de libros.

Y como los locos no tenemos remedio, acabo de llegar a ciento diez libros publicados, que son mis hijos, mis pequeños demonios, mis tormentos y el barril sin fondo de mi dinero escaso, pero bien sudado. He tenido sólo un éxito de librerías: mi colección de ocho tomos con fotografías de templos de Costa Rica y Nicaragua. Las locuras se ponen de acuerdo y lo ponen a uno en jaque. Ha sido la aventura más bella de mi vida. A lo largo de cuatro años, recorrí dos mil setecientos (2.700) pueblos de Costa Rica y quinientos pueblos de Nicaragua. Gracias a esta chochera, conozco todo el país, excepto la Isla del Coco. También empecé a coleccionar fotos viejas con la idea de publicar un libro sobre templos demolidos, porque el país derribó verdaderos tesoros, como las iglesias antiguas de Guadalupe, El Tejar, San Isidro de El General, Guápiles y Ciudad Quesada. En algunos pueblos han conservado sus bellísimos templos viejos, como en Fraijanes, Llano Grande y La Trinidad de Dota.

Y ya que cito a La Trinidad de Dota, resulta que un día, la prensa me hizo el favor de mencionar que ando buscando fotos de esos templos, y me llamó una muchacha para contarme, como la gran gracia, que como ahora tienen una iglesia nueva, estaban decididos a botar la vieja, que es la iglesita de La Trinidad de Copey de Dota. Entonces, este loquito tomó la decisión de amarrarse con cadenas un largo sábado de un condenado frío que es de hielo puro en esa zona, en los alrededores del Cerro de la Muerte. Después de mi alharaca, ha soportado la iglesia en pie durante cinco años. Incluso conseguimos la pintura para dejarla como una quinceañera.

Iglesia de La Trinidad de Dota

Un personaje de la zona, don Crispín Elizondo, construyó la iglesia. Otro gran personaje de la zona, don Carlos Segura, fue el sacristán. Una parte de la comunidad quiere derribarla para hacer un parque. Pero alrededor del pueblo, todo es parque, verdor, páramo, luz del viento, agua de las montañas más altas y azules… Botar esta iglesita sería un pecado, en un país que no cuida su patrimonio, y que ha dejado que voten tesoros como el edificio de la Biblioteca Nacional, o el de la Artillería, o casas como la de Max Jiménez.

Hay que salvar el templo de La Trinidad de Copey de Dota. Es un templo único en su estilo. Hago un llamado al Ministerio de Cultura para que preserve este templo hermosísimo, vecino del Cerro de la Muerte, para que lo conozcan las futuras generaciones. Es un templo que puede servir como capilla de velación o como biblioteca. Botar ese templo es botar parte de la historia de este pueblo.

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