Cambio Político Opinión, análisis y noticias
Francisco Morales Hernández
Para nosotros, Dagmar vale por méritos propios pero también como Liberacionista es, nada menos, que hija del ilustre Rodrigo Facio ideólogo y fundador del PLN y hace unos días afirmó en FB que el PLN «abandonó el modelo Socialdemócrata».
Empiezo por contestarle lamentablemente de manera ambivalente: que sí y que no.
Desde Bernstein aceptamos que lo único permanente es el cambio. Y en la vida todo cambia. Nada está hecho. Todo está haciéndose. Hasta el ser humano. Y, entonces, un partido con vocación democrática de alcanzar el poder, también tiene que cambiar, si cambian las circunstancias. Nacimos, inspirados por don Rodrigo, en la etapa del modelo agroexportador y liderados por el PLN, también con don Rodrigo hacia el modelo Cepalino de sustitución de importaciones, industrialización, planificación e integración económica centroamericana. Podría decirse que esos modelos mantienen su potencial transformador hasta el gobierno de Oduber en el lapso de 1948-1978 para hacer crisis en la década de los ochentas, todo dentro del marco de la Guerra Fría: capitalismocomunismo.
Durante el gobierno del presidente Monge (1982) con el PAE 1 se inicia el modelo actual de exportaciones- empieza la apertura del monopolio de la banca nacionalizada y el desmantelamiento de Codesa y la integración al comercio y la economía mundial hasta rematar con las aperturas de ICE e INS en la administración Arias. En ese entonces yo era ministro de Agricultura de Monge y el país dependía de las exportación de café, banano y azúcar.
Hoy, somos un país de conocimiento y servicios, con casi 500 empresas de tecnología de punta, turismo, y mercados de 3.000 millones de personas. Mientras tanto, la propuesta comunista se desplomó confirmando que los dogmas ideológicos también cambian, como nos había alertado don Rodrigo Facio en 1959 con su notable trabajo La Victoria del Hombre Contemporáneo sobre los Dogmatismos Económicos-Sociales.
Pero -34 años después (1982-2016)- tenemos que aceptar -reto para el PLN- que el actual modelo de exportaciones muestra claros signos de fatiga, para no decir de agotamiento. Y aquí es donde el PLN no ha cambiado ni puede cambiar en sede de los valores fundamentales de la socialdemocracia: dignidad y derechos humanos, libertad, democracia, justicia social, solidaridad, género, ambiente, diversidad y preferencias, inclusión.
Al lado del problema de crecimiento de la economía y el déficit fiscal, esta la concentración de la riqueza, la desigualdad y el adelgazamiento de los servicios de educación, salud y vivienda, especialmente para los jóvenes. Nos detenemos en la concentración de la riqueza porque las herramientas que se utilizaron el pasado para distribuirla como es la educación, la salud, los salarios y los programas de lucha contra la pobreza hoy son insuficientes frente a la impaciente demanda de los pueblos, con un agravante más: que los pueblos no quieren -bajo ningún signo ideológico- que los gobiernos y los políticos les repartamos pobreza. ¡Hay que crear riqueza, y compartirla entre el mayor número!.
En nuestro sistema económico de economía mixta de arquitectura Keynesianade dos sectores: privado y público; capitaliza, ahorra y forma un patrimonio el que tiene propiedad, activos o herencia. Casi no tiene propiedad el que vive de un salario.
Prevalece una sociedad de proletarios en vez de propietarios. El capitalismo es, por naturaleza, concentrador por la forma en que está distribuida la propiedad. Pero aquí, en nuestro país, tenemos un sector emergente de gran potencial transformador que asocia crecimiento económico, generación de empleo y distribución de riqueza y es el Sector de Economía Laboral, como lo hemos llamado en Costa Rica por 50 años o Economía Social Solidaria por la OIT, o Economía Social en España y Francia o Campesina, Popular o Alternativa en otros países. Pero que todas tienen de común la búsqueda de nuevas formas de economía más humanas, eficientes, solidarias y democráticas.
En esta lucha estamos y gracias, apreciada amiga Dagmar, por meternos las espuelas porque -todavía- el camino es largo.
