Pizarrón
Vladimir de la Cruz
vladimirdelacruz@hotmail.com
El Cementerio Obrero fue el resultado de una lucha social, de la década de 1910, cuando los trabajadores fortalecían su conciencia social y de clase, e iniciaban sus luchas sindicales y del Primero de Mayo. Como resultado de todo esto se estableció dicho camposanto a la par del Cementerio General, Heredia.
La vía de autos y de buses en las décadas del 1950, 1960 y 1970, en lo que recuerdo, porque visitaba con frecuencia los domingos a mi bisabuelo, era de este a oeste, de manera que los entierros, todavía con carruajes tirados por caballos, acompañados por autos, o simplemente a pie, se dirigían hacia el oeste, en ruta a la Iglesia de Las Animas o directamente al cementerio que correspondiera, y pasaban obligadamente al frente de la casa de mi bisabuelo.
Mi tío abuelo Carlos, que allí vivía, ya mayor y soltero, quien me enseñó a manejar a los 18 años, usualmente se paraba en la puerta para ver el movimiento callejero pero, especialmente, los entierros que por ahí pasaban. Cerca de mi actual casa, en San Ramón de Tres Ríos, hay personas mayores que también se sientan en las orillas de sus casas, frente a la carretera, para ver el movimiento callejero de autos y autobuses, que es intenso.
Frente a la casa de los De Lemos pasaban entierros de ricos y entierros de pobres. Los de ricos eran grandes numéricamente, con muchos dolientes, y acompañantes, con trajes oscuros en ocasiones con filas de carros. Los de pobres eran de pocas personas, sencillamente vestidas, evidenciando su dolor o luto, generalmente todos a pie, y muchas veces, así los vi, tan pocas personas que seguramente eran sus más cercanos parientes, que no pasaban de una fila de caminantes detrás del féretro, que también muchas veces se llevaba en hombros.
Mi tío abuelo Carlos de Lemos, cuando había estos entierros de pobres, se sumaba solidariamente a los dolientes o pocos caminantes. Un día le pregunté por qué lo hacía. Sencillamente, me dijo que le daba lástima que el fallecido tuviera tan pocos acompañantes en ese último paso hacia la Iglesia, y hacia el cementerio, para su descanso eterno y en paz, según las tradiciones religiosas.
Los cementerios antes de 1884 eran administrados por la Iglesia y en ellos no se podían depositar cuerpos de no creyentes, de creyentes de otras religiones, ni de suicidas o muertos en duelo, entre otras razones. Las Leyes liberales de 1884, en razón de que la Iglesia no quiso enterrar a un Ministro muerto en duelo, y a un agente diplomático no católico fallecido, pasaron la administración de los cementerios a la administración pública no religiosa, de manera que en ellos se pudiera enterrar personas de cualquier credo religioso, sin tomar en cuenta la religiosidad o no de los fallecidos.
En el Cementerio General se usaba, a modo de una Necrópolis, o una ciudad de muertos, poner monumentos, bustos, o hacer criptas grandes y lujosas, que exhibían el valor simbólico político, económico y social de los fallecidos y sus familias.
No hay en Costa Rica un Panteón Nacional, un Cementerio Nacional donde reposen los restos de las grandes personalidades políticas y culturales de la nación costarricense, como hay en algunos países. En el Cementerio General hay un espacio que así se desarrolló. Cuando se creó uno de los primeros cementerios privados que se establecieron se trató de hacer algo parecido con algunos expresidentes.
Las necrópolis surgieron desde la época antigua, con motivo de las prohibiciones que se iban estableciendo de no enterrar muertos o cadáveres en áreas urbanas. Por ello se establecieron los cementerios en los suburbios urbanos, fuera de las ciudades. El de San José, por ejemplo, se empezó a mediados del siglo XIX, al sur de la ciudad, un poco alejado del Hospital san Juan de Dios que se estaba construyendo e inaugurando a mediados de ese siglo. En general, todos los cementerios en el país, especialmente los del Valle Central, se hicieron al sur de las ciudades; además por el movimiento de los vientos, para evitar seguramente “malos olores”, por la descomposición de los cuerpos, en caso de que no se enterraran bien. Las necrópolis antiguas lo fueron para reyes, faraones, emperadores, gobernantes, con sus grandes edificios o galerías subterráneas, o para los enterramientos de algunos caciques en la América Antigua.
Esta traída a la memoria de aquellos días de infancia y adolescencia, ligada a estos entierros, cuando visitaba en compañía de mi madre, a mi bisabuelo Adolfo, me trae al presente el estar casi viendo, a la par de mi tío abuelo, Carlos, como llevan al cementerio político los entierros de los partidos Liberación Nacional y de la Unidad Social Cristiana, dos personajes políticos muy importantes en la historia del país, uno más viejo que otro. Liberación Nacional con 72 años y la Unidad Social Cristiana, con 40 años.
Hay cementerios de distinto tipo. Los hay nacionales, municipales, privados, públicos, religiosos, históricos, de extranjeros, de judíos. Privados o públicos, todos bajo controles legales públicos. Administrados por personas jurídicas, sociedades anónimas, juntas administrativas institucionales. También los hay Políticos.
Los cementerios políticos son aquellos que recogen en el olvido a partidos políticos, a dirigentes políticos, a gobernantes que pasan desapercibidos para la memoria histórica, líderes y partidos políticos de distinto tipo, líderes culturales, de asociaciones, de dirigentes sociales en general.
Podemos entender que por la edad y la decrepitud de sus facultades físicas, mentales y sicológicas, Liberación Nacional ya no tiene nada que ofrecer a la familia costarricense. No tiene que ver solo con la edad. A los 72 años muchos ciudadanos son muy activos intelectualmente, y algunos muy políticamente activos.
En la familia liberacionista, en su hogar, en lo que significa su Partido, en el Balcón Verde, al oeste de la ciudad, cercano al Cementerio General, hay gente que tiene suficiente capacidad; que fueron los que le dieron pensamiento a ese Partido, que todavía no han muerto, pero ya los tienen en capilla ardiente, como cadáveres “vivos” sin ninguna honra ni tributo, metidos en un columbario político.
Sin embargo, desde hace ya bastante tiempo este partido ha bajado sus banderas socialdemócratas de lucha, ha bajado sus banderas sociales y democráticas, ha dejado de lado sus sectores sociales antes organizados por sindicatos, cooperativas, jóvenes, mujeres. Igualmente ha colocado en el osario del Balcón Verde las figuras socialdemócratas sin ninguna placa que los recuerde y exalte en su pensamiento y obras.
Su decadencia y ruina política no es solo la que se exhibe por tres derrotas electorales, después de haber realizado 9 gobiernos desde 1953. Es la ruina intelectual de haber perdido sus capacidades mentales, su memoria histórica y la memoria de sus principales progenitores y gobernantes.
La gente joven que se ha elegido para dirigir ese partido, tratando de dar una nueva imagen, es lo más falso que se haya hecho. Jóvenes por edad pero sin ideas jóvenes, ni siquiera socialdemócratas. Mentalmente sin ideario político. Pareciera que padecen de Alzheimer político, con una memoria política destruida y sin capacidad de pensar para este tiempo que vivimos. El Alzheimer que es una enfermedad cuyos síntomas aparecen a edades avanzadas, en la juventud y en algunos sectores liberacionistas pareciera que les ha aparecido tempranamente.
Los aniversarios del partido, cada 12 de octubre, han dejado de recordarse, de exaltarse. La última celebración importante que se hizo fue cuando el entonces Secretario General, Luis Guillermo Solís Rivera, en el año 2003, publicó una página completa de periódico haciendo público jolgorio de los 50 años de realizaciones por el país.
A ello ha contribuido que en ese partido se hayan desarrollado clanes políticos de menor jerarquía, que se han enfrentado a los líderes históricos, desautorizando su papel. Clanes que más parecen tribus, como reunión de grupos internos, alejados de esos dirigentes históricos a quienes desprecian y hacen responsables de la mala imagen que tiene el partido. Igualmente, que se hayan desarrollado sindicatos, a modo de los de la mafia en Estados Unidos, y no de los trabajadores, que han hecho de ese partido un escenario de lucha por cuotas, por puestos, por intereses personales, y por control de espacios que generen mejores dividendos no solo políticos, ha sido el resultado de disminuir el peso del Comité Político del partido, de hacer que este comité no trace ninguna línea sobre sus adherentes ni sus diputados, y que éstos de hecho, dirijan fragmentariamente desde sus curules la vida interna y pública del partido.
En estos últimos 20 años, algunas de sus principales figuras políticas internas han sido un desastre, hasta vinculadas a redes de narcotráfico. Recientemente, el Presidente Chaves la relaciona a escándalos de corrupción o mala administración en instituciones del Estado, con lo cual el Presidente Chaves trata de doblegar el ánimo y el espinazo, del actual dirigente liberacionista Ricardo Sancho. Ni que decir del anterior, Viales. Los principales dirigentes partidarios y políticos de Liberación Nacional se vinculan más a los intereses neoliberales y a las políticas antinacionales.
Las fracciones parlamentarias de Liberación Nacional han venido debilitando el Estado Social de Derecho que se desarrolló, en mucho, con la participación de Liberación Nacional hasta 1990.
Tampoco Liberación Nacional recuerda la muerte de sus principales líderes políticos y expresidentes de la República. Se han ido desvaneciendo en el ideario político nacional, han ido pasando a personajes sin pena ni gloria…
En los cementerios existe lo que se llama el columbario, que son los espacios o nichos donde se depositan las cenizas en un muro, que se asocia a la imagen de los palomares; de allí su nombre; donde si acaso se les pone una plaquita con su nombre, o se escribe el nombre del ocupante de ese nicho. En el Balcón Verde el columbario está en el retrato de algunos de sus principales dirigentes. Todo el Balcón Verde hoy es un columbario y un osario a la vez. Muertos vivientes son los que lo dirigen… Deberían verse en los partidos políticos europeos y cómo sus principales figuras participan de la vida política y el debate nacional.
En la Asamblea Legislativa su actual Jefe parlamentario, el pasado primero de mayo dio lástima en su discurso. Refleja muy bien lo que representa hoy ese partido político.
Los costarricenses, los sectores populares y de trabajadores poco pueden esperar del Partido Liberación Nacional si por este camino continúa. Creo que muy poco puede dar…
En el caso del partido Unidad Social Cristiana, con 40 años de fundado, ya entró en artículo mortis. Está a punto de fallecer. Fundado en 1983 con 10 campañas electorales, y tres gobiernos en su espalda, ha perdido los últimos 5 procesos electorales.
Sin dirigentes históricos asociados a las grandes reformas sociales hicieron de estas sus banderas, rescatando por la forma, nada más, la imagen del Dr. Calderón Guardia, y al hijo del Dr. Calderón Guardia como una señal lejana de aquella reforma social. Exceptuando al Gobierno de Miguel Angel Rodríguez Echeverría, 1998-2002, que desarrolló y fortaleció en el campo laboral esa reforma social, el partido Social Cristiano no tiene casi nada que exhibir. Ahora, ni siquiera el ideario social cristiano.
Políticamente, el partido Unidad Social Cristiana se ha colocado a la derecha del espectro político nacional, es decir se ha colocado con los grupos más conservadores, los más enfrentados a los intereses sociales de los trabajadores y los intereses populares. Más vinculado a las políticas neoliberales.
El partido Unidad Social Cristiano, desdibujado de su antagónico Liberación Nacional, compite por ver cuál se presenta como más conservador, más a la derecha, más antinacional y al servicio de los intereses extranjeros, por ver cual alquila mejor el país y sus instituciones. En este último sentido el actual gobernante lleva la delantera en ver cómo les gana en alquilar el país a intereses extranjeros.
El actual Jefe parlamentario, el pasado primero de mayo muy claramente dijo que él representa al Partido Unidad Social Cristiana como un partido de “centro derecha”. Lo de “centro” fue como un adorno en su dicho. E hizo alarde de que ese conjunto de partidos son los que están ahora en forma mayoritaria en la Asamblea Legislativa, donde no tienen en nada de qué distinguirse con el actual gobierno, a cuya cola van en los principales proyectos de ley que se impulsarán, entre ellos el de las jornadas de trabajo de 12 horas diarias, enfrentándose a la Reforma Social del Dr. Calderón Guardia y a la Ley del Trabajador de Miguel Angel Rodríguez.
También se enfrentan a la Reforma Social y al ideario del Dr. Calderón Guardia en debilitar la Caja Costarricense del Seguro Social, en intentar privatizarla por la forma como se está tratando el tema de seguridad social, y de debilitar las universidades públicas que se deben al Dr. Calderón Guardia y al Partido Liberación Nacional, en los gobiernos de 1970 a 1978.
La nueva dirección política, del Partido Unidad Social Cristiana, ha tratado de recuperar la organización interna del sindicato municipal que se había impuesto como grupo director. Todavía les falta. Sin embargo, han empezado a hablar de la nueva organización política que tratan de lanzar o de presentar. La llaman Nuevo Partido UNIDAD, casi recordando la coalición que llevó a Rodrigo Carazo a la Presidencia de la República.
Lo que queda claro es que con esta nueva definición del Partido, han renunciado a su condición “social cristiana”.
Con la renuncia al socialcristianismo, los nuevos dirigentes del partido lo que han hecho es evidenciar su gran viraje hacia la derecha más recalcitrante. El socialcristianismo como concepto les vinculaba a la tradición social cristiana de la Iglesia Católica, que viene desde 1891, con la Encíclica Reum Novarum…
Han renunciado con ello también a entender, como parte de esa doctrina, al ser humano como el centro de su quehacer y de su preocupación. Es claro. Los intereses actuales de la Unidad Social cristiana son los del gran capital transnacional en el país. No los intereses nacionales. No los intereses de los trabajadores a quienes quieren poner a trabajar 12 horas diarias, violando la Constitución Política, el Código de Trabajo y las Reformas Sociales que el Dr. Rafael Angel Calderón Guardia contribuyó a impulsar, en un pacto verdaderamente nacional, con Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez y con Manuel Mora Valverde.
Asistimos a la marcha que lleva a Liberación Nacional y a la Unidad Social Cristiana a depositar sus restos mortales, o sus cadáveres políticos, al panteón nacional del olvido político. Tal vez los entierren con un tubito y un hilo, atado a una campanita afuera, por si sufrieran una muerte catatónica. En ese estado biológico se produce una aparente muerte, debido a la inmovilidad, la no apariencia de signos vitales, mudez, tiesura o rigidez muscular, cuerpos sin reacción alguna, pero con conciencia, lo que en algún momento los puede hacer reaccionar. Y allí, en el sarcófago, bajo tierra, con el hilito pueden mover y hacer sonar la campana, con lo cual podrían exclamar sus seguidores… “¡Los salvó la campana…!”