Reflexiones políticas de un ciudadano socialdemócrata

Ágora*

Guido Mora Mora
guidomoracr@gmail.com

Guido Mora

Liberación Nacional está dividido. Esta es una realidad que las élites partidistas deben enfrentar.

En el balotaje, un sector de esta élite, renunciando a las banderas históricas del Partido, se alió con un grupo de fanáticos religiosos. Esto ya lo he expuesto en anteriores escritos.

Por otro, el grupo más afín a las banderas históricas del Partido, apoyó la alternativa encabezada por Carlos Alvarado.

Sin considerar lo bueno o malo de cada una de las opciones, lo cierto del caso es que, la alineación de estos sectores, profundizó una división que ya era visible y patente dentro del Partido Liberación Nacional.

Así las cosas, unos representantes de la élite liberacionista apoyaron la candidatura de Restauración Nacional y otros la candidatura del Partido Acción Ciudadana. Sin embargo, si algo quedó claro, es que la mayoría de los votantes costarricenses, no apoyó ni a uno ni a otro bando de la élite liberacionista.

Sencillamente, los electores costarricenses, por segunda vez consecutiva, dieron la espalda al Partido Liberación Nacional. Esta actitud presupone que los votantes consideran que esta agrupación política, no representa los intereses de los costarricenses. Esta es una realidad a la que no se puede cerrar los ojos.

¿Qué hay que hacer para que la Liberación Nacional vuelva a ocupar un lugar de privilegio en el gusto de los costarricenses?

Hay muchas acciones que la élite liberacionista ha dejado de realizar. Deseo mencionar tres que me parecen imprescindibles.

La primera de ellas tiene que ver con la necesidad de luchar por desvincular la imagen de Liberación Nacional, con el tema de la corrupción política y los delitos de cuello blanco.

Tal como lo he planteado en otras oportunidades, sin tener una relación directa con el asunto del “cementazo”, es Liberación Nacional el partido al que impacta de manera más negativa y profunda este tópico. A pesar de estar en el ejercicio del gobierno, el segundo en impacto es el PAC, sin embargo, esta agrupación sale tan bien librada, que triunfa en elecciones de abril pasado.

Ese tema -el de la corrupción-, está profundamente arraigado en el imaginario de los costarricenses, por presentarse durante muchos años – desde 1982, para hacer corta la historia-, múltiples delitos de cuello blanco, en donde se vieron involucrados importantes sectores, de las élites de los partidos políticos dominantes en la época del bipartidismo.

Las situaciones que se vivieron, casi causaron la desaparición del partido Unidad Social Cristiana y pusieron en “rigor mortis” al Partido Liberación Nacional.

El impacto en la opinión pública y la construcción negativa en la conciencia del electorado, sobre temas vinculados a delitos de cuello blanco, tales como el desfalco en el Fondo Nacional de Emergencias, en el Programa de Asignaciones Familiares, Aviación Civil, Caja Fischel, ICE-Alcatel o la Trocha Fronteriza, para mencionar sólo algunos, se fue adhiriendo a la imagen de Liberación Nacional, sin que hayan existido acciones o señales, por parte de la élite liberacionista, para luchar por la desaparición de esa apreciación en el electorado nacional.

La percepción del vínculo del Partido Liberación Nacional con el tema de la corrupción ha permeado múltiples sectores del electorado, pero particularmente, ha llegado a los más jóvenes, que conforman un porcentaje por encima del 40% del padrón nacional.

Combatir esta imagen conlleva mucho más que diseñar y ejecutar una estrategia de comunicación política. La superación de esta percepción, pasa por ejecutar acciones que manifiesten un compromiso de librar una lucha partidista contra la corrupción. Se relaciona, además, con la coherencia y la ejecución de prácticas articuladas que muestren a los costarricenses actos, decisiones y manifestaciones, que exhiban gestos orientadas a divulgar ante los costarricenses, una férrea voluntad por superar el estado de cosas prevalecientes.

Sin embargo, la señal que se emite a la opinión pública, relacionada con la votación que se realizó el pasado lunes, en la Comisión de Ingreso y Gasto Público de la Asamblea Legislativa, en que, con votos de Liberación Nacional, se evita la investigación de la relación de OPOL y Restauración Nacional, confirma que no existe coherencia entre el pregonar y el actuar y que, no hay una voluntad clara, de la élite partidista, de producir y emitir mensajes convincentes, que conduzcan a los costarricenses a pensar, que Liberación Nacional es una agrupación política dispuesta y comprometida a luchar contra la corrupción. En este tema, la élite liberacionista en general y la fracción legislativa en particular, nos quedó debiendo.

La segunda acción que debe realizar el Partido Liberación Nacional, es la definición clara de su rumbo ideológico.

Siguen sin respuesta las preguntas: ¿qué es Liberación Nacional?, ¿qué definición ideológica privilegia?, ¿cuáles son sus metas políticas?, ¿qué instrumentos utilizará para lograrlas?

Sin que exista una definición precisa sobre estos temas, es difícil puntualizar un norte ideológico y político. Las acciones de formación y capacitación constituyen una «variable dependiente» de esta definición. Sin ella, tiene poco sentido recorrer el país, pues no se transmite un mensaje que pueda constituirse en la columna vertebral de la definición ideológica y de la praxis política de militantes y partidarios.

Por otra parte, considero indispensable que Liberación Nacional se reconozca como cómplice de la ejecución de muchas políticas que han empobrecido, los últimos veinte años, a importantes sectores de la sociedad costarricense.

Realizar esta me culpa, constituye el primer paso para redefinir el rumbo, y asumir la responsabilidad de rediseñar las herramientas que permitan establecer y precisar los instrumentos necesarios para luchar por el bienestar de las mayorías, como lo establece la Segunda Proclama de Santa María de Dota.

Esta discusión debe impulsarse a lo largo y ancho del país.

La diáspora de intereses que caracteriza a la sociedad costarricense contemporánea debe conducirnos a entender, que no es lo mismo resolver los problemas que tiene un cantón como La Cruz, por ejemplo, a los que pueda tener Curridabat, Osa o Sixaola.

La tercera acción, una vez demarcados y delimitadas las variables antes señaladas, consiste en la necesidad de iniciar un proceso de visita a las comunidades, con el fin de identificar problemas y definir las estrategias de atención, a la diáspora de situaciones que enfrentan las comunidades a nivel distrital, cantonal, provincial o regional. Estas visitas permitirían identificar nuevos liderazgos, vinculados a temáticas diversas y poco tradicionales, que irrumpen en la agenda nacional, regional, cantonal o distrital, y que deben ser abordadas desde una perspectiva local, pues no es lo mismo atender una situación socioeconómica específica en Montes de Oca, en Filadelfia o Matina.

La visita a las comunidades permitirá hacer ver a los costarricenses que no es sólo, en época electoral, en que los representantes de Liberación Nacional acuden a visitarlos.

Acompañados con el diputado de la zona, se debe provocar la genuina percepción de que existe un interés de acercarse a la población, no solo para cosechar votos sino, además, para procurar un acercamiento con los diversos sectores sociales que conforman actualmente, la sociedad costarricense.

Es indispensable que Liberación Nacional reconstruya las alianzas políticas con los más diversos sectores sociales, laborales, geográficos y económicos.

De eso depende su supervivencia y, lo más importante, el enriquecimiento del juego democrático en el sistema político costarricense.

En definitiva, creo que es impostergable y urgente repensar la socialdemocracia costarricense. 

Costa Rica necesita de un Liberación Nacional renovado; que articule soluciones inteligentes y novedosas contra los problemas sociales y económicos; que sea consecuente en la lucha contra el delito y la corrupción y que redefina la acción del Estado, fortaleciéndolo, para reorientar sus funciones, contra las voces de neoliberales y de poderes fácticos que pretenden debilitarlo y empequeñecerlo ya para anteponer sus propias agendas o para seguir apostando al mito de la teoría del derrame, que nos tiene postrados en esta interminable crisis económica mundial.

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* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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