Mario Franceschi
El partido Liberación Nacional necesita urgentemente recuperar la confianza del pueblo de Costa Rica. No esperar a que circunstancias y coyunturas electoreras lo vuelvan a llevar al poder. El PLN necesita, también urgentemente, re-definirse como organización política en todos los niveles, pero especialmente en el plano ideológico y entender que hoy día, frente a las exigencias de un mundo totalmente distinto al de las décadas de los 40s, 50s, 60s y 70s, sería prácticamente imposible el volver LITERALMENTE a sus raíces ideológicas fundacionales.
Es un hecho que la socialdemocracia se ha estancado y está en crisis, no solo en nuestro país sino a nivel global, y no ha evolucionado al tenor que un mundo globalizado le exige. Por el contrario, en general la socialdemocracia y los socialdemócratas, bastante desconocedores de los principios económicos y políticos que justifican la interacción colectiva actual, se han ido quedando huérfanos ideológicamente y han caído en la tentación (y acción) de pensar que es viable el proponer y sostener una política socialdemócrata en un mundo cada vez más anárquico. En este mundo cada vez más sin reglas, la pérdida progresiva del poder de los Estados nacionales se traduce en ineficiencia fiscal, incapacidad de intervención económica, falta de control del déficit nacional, menor capacidad de redistribución de riqueza y, con todo ello como trasfondo, supeditados a los resultados negativos que conlleva la desigualdad y el consecuente deterioro social. La socialdemocracia NO puede subsistir en un escenario desprovisto de reglas pues sin ellas es imposible un Estado de Derecho, un Estado de bienestar (quimera que la socialdemocracia debe de abandonar) y, por consiguiente, una sociedad en la cual haya cooperación eficaz y redistribución y estabilidad económica, política y social. Si no hay autoridad en el plano político, tampoco habrá reciprocidad en el campo económico y ello, tarde o temprano, nos llevaría a una problemática social que puede, eventualmente, anhelar el advenimiento de un Leviatán autoritario que nos imponga orden y sentido.
La socialdemocracia costarricense, le guste o no a las autoridades del PLN, está en crisis. En una crisis de credibilidad, de definición ideológica, de ausencia de pragmatismo y de solidez teórica tanto política como económica. Y este teatro tan negativo no solo sucede en Costa Rica sino en todo el mundo, pues la socialdemocracia como ideología y modelo político no ha evolucionado con la globalización, sino y por el contrario, se ha adaptado, enquistado y la ha justificado. Ejemplo de ello es la pérdida de preponderancia en Europa frente al embate de movimientos políticos de extrema derecha nacionalista como en Francia, o de izquierda populista y radical como en España y Grecia. Y esa pérdida de preponderancia tiene razones que en general son las mismas en todos lados donde la socialdemocracia una vez fue dominante. Y Costa Rica, por supuesto, no es la excepción:
1- El fracaso del modelo socialdemócrata actual, que se identifica con el promover la igualdad social dentro de una economía de mercado, se hace más evidente (más allá de los resultados electorales) en el aumento de la desigualdad social, la cual se ha disparado aún más como resultado de la crisis financiera y económica global del 2007 – 2009. Es más, grandes sectores poblacionales antes reductos de la socialdemocracia costarricense (PLN), cada vez más vehementemente le reclaman el haberse acercado demasiado a la derecha en asuntos económicos (se le tilda despectivamente de neo-liberal) y por haberse, en consecuencia, alineado a gran parte de la argumentación liberal sobre las privatizaciones y a una apertura en metástasis al comercio internacional sin haber potenciado la eficiencia de las estructuras burocráticas, fiscales, energéticas y de infraestructura necesarias que nos permitiera elevar nuestra competitividad y así ser jugadores de éxito en los mercados mundiales. En otras palabras, la socialdemocracia moderna costarricense mantiene diferencias con la derecha liberal en asuntos relativamente secundarios (derechos de las minorías diversas, la regulación del aborto y otros) pero no en asuntos esencialmente económicos y comerciales. La socialdemocracia, ayuna de un marco ideológico en lo político y de una base teórica sólida en lo económico (como en sus años de esplendor con el keynesianismo) hoy día divaga entre alinearse con el capitalismo liberal en sus diferentes manifestaciones y ponencias teóricas de política económica; o con el socialismo en sus ponencias políticas y sociales. La socialdemocracia costarricense, léase el Partido Liberación Nacional, hoy día es un partido INDEFINIDO en lo ideológico, lo económico y LO SOCIAL. En consecuencia, esos grandes sectores poblacionales que antaño fueron la alianza base de los grandes triunfos socialdemócratas (clases medias y bajas) se han visto desencantados a medida que la desigualdad social, la agudización de la pobreza y la miseria y un desempleo cada vez más difícil de controlar se entronizan en nuestra realidad nacional; lo que ha generado una disconformidad creciente que hace que esa alianza sea muy difícil de restaurar. De hecho, es notoria la desconfianza que muestran estos sectores ante las ponencias socialdemócratas y frente al Partido Liberación Nacional que, indefectiblemente se le tilda, con razón o sin ella, de partido corrupto.
2- Por otro lado, también estamos ante una crisis de gobernabilidad y, en gran medida, frente a una crisis de la democracia misma. Esto debido a una estructura política e institucional cada día más desbordada por el poder de los mercados y por la preponderancia que han alcanzado organismos u organizaciones no democráticas por naturaleza, que restringen de forma creciente el espacio para la decisión y la acción política. Esto se traduce, y lo hemos visto en nuestro país en las últimas 2 décadas, en la incapacidad de transformar la realidad económica y potenciar la distribución de la riqueza, puesto que las herramientas políticas ya no están disponibles, o han sido absorbidas por excesos propios del sistema o, en última instancia, han perdido preponderancia y protagonismo en el desarrollo de los acontecimientos histórico-políticos de nuestro Estado. Estas circunstancias se suman a las de la globalización, lo que hace en extremo difícil el poner en práctica recetas socialdemócratas eficaces.
Ante estas circunstancias, ¿Cuál debe de ser el papel del Partido Liberación Nacional?
No es fácil hacer un dictamen que nos permita definir cuál debe de ser el papel específico del PLN en la actualidad y en el futuro de Costa Rica. No obstante, la historia está disponible para que podamos extraer lecciones que, eventualmente, pueden ser muy valiosas si queremos que este partido perdure y siga siendo un partido importante en la política costarricense. Pero, ante todo, el PLN debe de realizar un examen profundo de conciencia y aceptar que así como ha sido el partido de las grandes propuestas y realizaciones, también es el partido responsable de las grandes distorsiones políticas, económicas y sociales que hoy agobian a Costa Rica. Su responsabilidad es ineludible. Sin ese examen de conciencia y de aceptación de su culpa histórica, el PLN seguirá por el derrotero de la improvisación, la politiquería, el populismo y el mesianismo.
Creo conveniente que el PLN asuma los enormes retos que significan el enfrentar responsablemente los grandes problemas de nuestra realidad nacional, como lo son una reforma fiscal moderna y en concordancia con las necesidades reales que tiene Costa Rica y que permita programas estatales eficientes para el combate del desempleo, la desigualdad, la pobreza y la miseria. Proponer proyectos de ley para reformar hasta sus cimientos el escenario político actual (pétreo, obsoleto y disfuncional), principalmente una reforma parcial a nuestra Constitución Política enfocada en ampliar el periodo presidencial pero supeditado a la censura popular, democratizar la elección de los diputados y también sujetos a la censura popular, reformar la Ley del Referendum Popular y convertirlo en una herramienta eficaz y accesible de manifestación democrática. Una reforma educativa integral en la cual la optimización de la enseñanza esté supeditada a medidas y controles de calidad y a la verificación de sus resultados. Empoderar los gobiernos municipales y promover y desarrollar políticas de desarrollo ambiental y comunal. Reformar la Ley de Servicio Civil con miras a modernizar la contratación pública y eliminar odiosas distorsiones laborales y salariales que hoy pululan en todo el aparato gubernamental. Una reforma profunda a toda la tramitología del Estado que permita la eficiencia burocrática y la optimización de los servicios que ofrece el Estado. Garantías tanto jurídicas como económicas al sector privado que potencien la generación de riqueza. Y garantizar la transparencia en los sistemas de contratación administrativa que generen agilidad en la inversión pública, privada y mixta. Está de sobra claro que todas estas reformas llevaran tiempo, pero también es cierto que las grandes reformas sociales de Costa Rica se hicieron en un período muy corto, y en especial en el año de 1943, así que no hay excusa ante la validez del refrán popular “querer es poder”.
Además, el PLN debe de adaptar su marco ideológico, hoy día casi inexistente por ambiguo, a las exigencias tanto de nuestro país como a las de un escenario global continuamente cambiante. Y si para ello el PLN debe de abandonar los postulados de una socialdemocracia clásica en franco declive, pues hacerlo con donaire y, a la vez, adecuar sus principios fundacionales al rescate de una política social realista, a la promoción de liderazgos jóvenes, audaces y enérgicos y, por supuesto, a la construcción de la autoridad de un Estado moderno, eficaz y eficiente.
Se hace imperativo un congreso ideológico de grandes alcances dentro del PLN, no para rebuscar la permanencia y trascendencia de raíces gloriosas (la historia de nuestro país ya se encargó de ello), sino para proponer nuevos surcos donde sembrar un futuro nacional que re-defina la igualdad tanto social como política y económica dentro de las circunstancias que hoy día moldean el mundo moderno. He sido socialdemócrata desde que tengo uso de razón política, pero también estoy convencido que en los tiempos actuales, tan vertiginosamente cambiantes, hay que tener la capacidad de aprender, desaprender y volver a aprender; y eso mismo debe de hacer el PLN como organización política. El PLN es el partido de las grandes batallas y está, en este momento y en esta disyuntiva histórica, llamado a asumir esa responsabilidad.
¡Costa Rica, y su propia historia, se lo exigen…!
Fuente: Como en Botica