Recuerdos de Barrio Aranjuez

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

He escrito columnas de los barrios Amón y Otoya, y las he titulado “Recuerdos de mi barrio”. Aunque a Aranjuez no le pongo el “mi», escribo sobre el, debido a que también es parte de mi niñez y juventud, al ser vecinos muy cercanos, por lo que es parte de mis recuerdos. Es más, al ser el camino para ir a misa o para ir a la pulpería (más allá de la Flor de Otoya), y que además era donde vivía más gente; casi siempre era el punto de reunión con los conocidos y amigos (incluyo ambos géneros). En Otoya, teníamos la juerga de amigos, pero en Aranjuez la expandíamos, especialmente durante la adolescencia y juventud.

El área donde se ubica Aranjuez, se empezó urbanizar en la década de 1910, volviéndose un barrio variopinto, donde las diferentes clases josefinas convivieron durante décadas. Por esa razón su arquitectura es tan rica como diversa, pasando de lo criollo en bahareque o madera, al victoriano y el neocolonial hispanoamericano, sin dejar de lado la modernidad del art-decó o del racionalismo. El arquitecto Andrés Fernández, conocido como el cronista de la ciudad de San José, tiene un recorrido por Aranjuez donde visita algunos de los lugares más icónicos del barrio, entre ellos están el Hospital Calderón Guardia, la Estación del Ferrocarril al Atlántico, la antigua Aduana Principal, la Iglesia Santa Teresita, el Bar Buenos Aires, y el antiguo Cine Aranjuez.

En cuanto a los límites del barrio, en el oeste la línea del tren, en el sur la avenida 7, en el este calle 23 (la principal que va hacia Guadalupe, donde está el puente de los incurables), y al norte el río Torres. Hacia el este originalmente se incluía la calle 25, sector donde está la iglesia Santa Teresita y el edifico de la Antigua aduana; que entonces se consideraban parte del barrio; recordemos que barrio Escalante todavía no existía. En la actualidad, se da el límite de avenida 5 hacia el sur, que incluye entonces a la Estación del Ferrocarril al Atlántico.

Como ya es mi costumbre, les transcribo lo que dice de Aranjuez el libro El patrimonio histórico-arquitectónico y el desarrollo urbano del distrito Carmen de Gerardo A. Vargas—Carlos Ml. Zamora, publicado por el MCJ en el año 2000.

Sobre el origen del nombre del Barrio Aranjuez, Jorge Roviralta Redondo vecino de esa comunidad, expresó que proviene de Juan de Dios Aranjuez, emigrante catalán, que había comprado una extensa propiedad en el sitio, bautizándola como Finca Aranjuez, posiblemente hacia fines del siglo XIX. Años después, por circunstancias que están poco claras, esta finca pasó a manos del Lic. Bernardo Soto Alfaro, expresidente de la República (1885-1889), quien le mantuvo el nombre a la finca.

En 1891 dio inicio la configuración del Barrio Aranjuez al noreste de San José. En ese año Soto se interesó en urbanizar y poner a la venta, en pequeños lotes para edificar, una parte de su propiedad. La finca destinada a cafetales, cañaverales y potreros se extendía desde la cercanía del antiguo Hospicio de Huérfanos hasta las márgenes del río Torres. Para la formación de las calles Soto ofreció vender al ayuntamiento el terreno necesario, al precio de 1,50 pesos por vara cuadrada. Sin embargo, la contraparte únicamente estuvo dispuesta a pagar 0,50 pesos. La importancia de este hecho es que señala el comienzo de las negociaciones para la urbanización de la finca Aranjuez y otras propiedades colindantes. En esa época la Finca Aranjuez poseía únicamente dos accesos de comunicación, uno a través de una callejuela que venía desde la Aduana Principal y el otro por medio de la calle llamada de «Puerto Escondido».

Un año después de dicha propuesta, la Municipalidad de San José presentó una contraoferta, por medio de la cual ofreció extender hacia las nuevas calles el ramal de la cañería, con las pajas necesarias para los lotes; macadamizar las vías e instalar el alumbrado público cuando se construyeran algunas casas. A cambio el municipio le pidió a Soto que cediera sin pago alguno los terrenos que ocuparían las calles. Las negociaciones se prolongaron por espacio de dos años más, hasta que el 10 de octubre de 1894 se firmó el acuerdo definitivo. Como producto del trato entre Bernardo Soto y la municipalidad, se abrieron cuatro calles hacia el oeste y una paralela a la antigua Aduana Principal, procediéndose a urbanizar una parte de la antigua Finca Aranjuez, quedando en poder de Soto una fracción que no fue puesta a la venta sino hasta 1909.

José Santiago Millet poseía otra finca contiguo a la de Soto Alfaro y también decidió lotearla con el fin de sacar provecho económico de la expansión urbana, que se estaba experimentando en la zona. De este modo, el naciente Barrio Aranjuez quedaba delimitado al norte por la margen del río Torres, al sur por la Avenida 7, al este la Calle 25 y al oeste la Calle 15.

En el año 1910 se inauguró el servicio de agua potable en el Barrio Aranjuez y este hecho se convirtió en uno de los principales motivos para el aumento de la población en el sitio. Antes de esa fecha únicamente en los alrededores de los tanques y de los baños municipales (hoy Hospital Dr. Calderón Guardia), se localizaban unas cuantas viviendas aisladas.

El paulatino crecimiento del barrio determinó que en 1916, el Gobierno decidiera donar una plazoleta al norte de la Aduana Principal, para construir ahí una iglesia católica y una escuela; esto con el fin de contribuir a solventar las necesidades religiosas y educativas del vecindario. Cuatro años después, el Gobierno reformó la anterior disposición, mediante el decreto No. 72 del 11 de agosto de 1920 que estableció el traspaso del terreno a las Temporalidades de la Iglesia Católica, con el objetivo de que se construyera únicamente un templo. La iglesia que se edificó entre 1921 y 1940, se dedicó a Santa Teresa de Jesús.

A través del tiempo he escrito varias columnas que tienen que ver con lugares o edificios históricos que están en Aranjuez, que en buena parte es donde escribo de mis recuerdos sobre el barrio:

“Estación del Ferrocarril al Atlántico”. La historia del edificio de la estación del tren al Atlántico.

“La Fuente de Moisés tocando la roca en San José”. La fuente que está en los antiguos tanques del acueducto de San José, en el hospital Calderón Guardia. También escribo de los antiguos baños municipales, con una breve historia del hospital.

“La antigua Aduana Principal”. El edificio de la antigua Aduana Principal.

“La Iglesia Santa Teresita del Niño Jesús”. La iglesia y su entorno, entre otros, el antiguo hospicio de huérfanos y el bar Buenos Aires.

El barrio ha cambiado mucho desde mis tiempos de niñez y juventud. El distrito hospitalario y los dos universitarios —en menor medida— de la UIA y la UH, han cambiado al barrio. Recuerdo cuando el Hospital Calderón Guardia era solo una parte del costado oeste del terreno donde está. Ahora es toda una gran manzana la que ocupa el hospital, y a su alrededor muchas casas se botaron y dieron paso a un sinnúmero de negocios relacionados como consultorios y farmacias; además de restaurantes, cafeterías, panaderías, etc. en los alrededores.

En el sector noreste del barrio, junto al puente de los incurables, lo que era solo la escuela, pasó a ser la Unidad Pedagógica República de México (kinder, escuela y colegio), y ahora, desde el 2019, es solo colegio; debido a que se tuvo que trasladar el resto de los alumnos a otro lugar, por un hundimiento.

Quiero mencionar tres lugares especiales: las gradas que terminan en la línea del tren, al final de la avenida 15 en la parte oeste, y la callecita, ahí mismo que da al norte (sin salida). El que ahora es el polideportivo de Aranjuez que nosotros conocíamos como el “bajillo”, y que era donde íbamos a mejenguear; antigua y fallida urbanización llamada «Jardines de Aranjuez». Y por último las gradas al final de la calle 19 —a la entrada del polideportivo—, que comunica a Aranjuez con Guadalupe por el barrio Carlos María Ulloa.

Para la galería recorrí todo el barrio, tomando fotos de todo lo interesante e importante. Tengo que decir que terminé muy triste por como está el barrio, con algunas casas abandonadas o muy deterioradas. En fin, las cosas son lo que son. Por la gran cantidad, preparé una galería de Facebook, además para que puedan apreciarlas en alta resolución. Incluyo unas cuantas fotos antiguas.

En el anexo incluyo un relato de la revista Pandemonium del 1ero de enero de 1913, con la historia del Barrio Aranjuez.

Anexo

Revista Pademonium
Año VIII 1ero de enero de 1913 No. 85

Revista Pademonium

Rincones de San José

Barrio Aranjuez

SITIO es este bastante célebre en la historia de los duelos y de los simulacros de ídem, porque allí era el lugar designado para llevarse a cabo. Afortunadamente la historia de Aranjuez no se ha manchado con una gota de sangre, que habría empañado su simpático nombre.

Aquello era hace unos 25 años un rincón de esta capital sin más salida que la callejuela que de la Aduana conducía a las fincas «Santa Elena», del doctor Durán; «Las Gemelas», de don Pepe Durán; y por la parte Occidental, detrás del hoy Hospicio de Huérfanos y que fué antes el Seminario Menor, cañaverales, cafetales y potreros del Licenciado don Bernardo Soto, cuyo límite llega hasta la ribera del río Torres, finca bautizada con el nombre de ARANJUEZ.

Se entraba también en esta finca (desde antes de la construcción del Ferrocarril a Alajuela, cuya línea hay que atravesar) por la calle de «Puerto Escondido», lugar que representa ahora, junto con la «calle de los Baños», la verdadera entrada a Aranjuez.

Contiguo a esta finca de don Bernardo Soto, posee también otra don José Santiago Millet, y ambos, para contribuir al ensanche de aquel lugar, la están vendiendo en lotes, con grandes facilidades de pago: así los pobres tienen donde construir un rancho y las personas acomodadas, sus elegantes viviendas.

Fue durante la progresista Administración del Licenciado Soto que se construyó el puente y terminado, se abrió al tráfico el camino carretero que enlaza a la ciudad de San José con la villa de Guadalupe, en la calle 23ava Norte, ó sea la que parte de la Aduana hacia el cantón de Goicoechea. De entonces a esta fecha, obediente a las leyes del progreso, la población de San José, que iba en aumento, empezó a buscar albergue en los rincones y eligió entre otros la vecindad de la Aduana, donde si mal no recordamos las primeras viviendas allí construidas fueron la pintoresca casita de don Santos Pastor, donde hoy habita con su familia la estimable viuda de don Guillermo Beer, y la de don Juan Ma. Esquivel con su familia, el que hoy posee una de las mejores casas del lugar, las de las familias de la señorita Julia Cortés, don Francisco Morúa, don Francisco Boza, etc. etc., y hoy cuenta este barrio entre unas 150 casas, los chalets más hermosos que se pueden buscar, cuyos propietarios son el Presbítero Ricardo Zúñiga, don Juan Monsó, don Ramón Ulloa, señora Mills, señorita Amelia Martínez, don Estéfano Seravale, don Domingo Quirce, don Juan Fuentes, don Juan M. Esquivel, don Luis Llach, don Emilio Banchs, don Amadeo Johanning, don José Ma. Zumbado, don Arturo Aubert, etc.

Hoy aquel lugar ofrece un aspecto atrayente, con una población bastante nutrida, con casitas bien construidas, sólidas y contra temblores y embellecidas con jardines en donde habitan esas que llamó el poeta venezolano Arráiz, «el alma de los pájaros»: las rosas.

A la belleza de los jardines con sus enredaderas, con sus jazmines y sus alelíes, se agrega el ambiente saludable que allí se respira, pues las brisas del Norte llegan puras y, solamente saturadas con emanaciones de las florestas de la cordillera.

Aranjuez, con los grandes progresos que ha hecho, de rincón de la ciudad ha pasado a la categoría de parte integrante de ella, convirtiéndose en una población simpática, tranquila, floreciente y pintoresca.

Pacífico Guerrero

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