Precios de los medicamentos

Luis Paulino Vargas

Estamos hablando de un oligopolio de tres cabezas que controla un negocio de $600 millones al año, o sea, unos ₡370 mil millones. En resumen: no son confites. Son tres gigantes en cuyas manos está tanto la importación como el mercado minorista. Poseen extensas cadenas de farmacias, y, por su mismo poder de mercado, subordinan a su voluntad a las farmacias independientes.

Me refiero, asimismo, al proyecto de ley que impulsa el diputado Welmer Ramos para la regulación de los precios de los fármacos, el cual se caracteriza, entre otras cosas, por intentar romper el control sobre el mercado de ese oligopolio, propiciando condiciones de mayor competencia.

La diputada Karine Niño, del PLN, quiso comprarse la bronca y en un video que circula en redes, intenta justificar su oposición, y la de otros diputados y diputadas, a ese proyecto. El tiro le salió por la culata, al punto que la expone al ridículo.

Niño quiere hacernos creer que está muy brava. Pero, a decir verdad, la suya es la bravata de quien está acorralada. El tono es defensivo, y transmite una completa falta de convicción.

Como que erigirse en escudera de los oligopolios farmacéuticos le pesa duramente a la señora diputada.

Pero, además, incurre en falacias groseras, dentro de un discursito de enmohecido acento neoliberal y anti-estatista. La comparación con los precios de los combustibles y las tarifas de taxis es desatinada. Los datos son contundentes: los precios de los combustibles son altos porque los impuestos son altos, y las tarifas de los taxis son lo que son porque deben de cumplir con una serie de regulaciones pensadas en función de la seguridad de las personas usuarias y del medio ambiente. En cambio, los fármacos son caros porque tres oligopolios los controlan a capricho.

Estos diputados y diputadas se merecen la repulsa de la ciudadanía costarricense.