«¿Por qué siempre Solingen?»: la ciudad dos veces golpeada por atentados

Por Christoph Driessen y Yuriko Wahl-Immel (dpa)

dpa
ARCHIVO – Mevlüde Genc (derecha) y su nieta Özlem Genc participan en una oración en el 25 aniversario del incendio que mató a dos de dus hijas, dos nietas y una sobrina en la ciudad alemana de Solingen. Foto: Marius Becker/dpa

Solingen (Alemania), 1 sep (dpa) – Nueve días después del atentado en el que un presunto islamista mató a tres personas e hirió a otras ocho en Solingen, la ciudad alemana organizó hoy un acto en reconocimiento a las víctimas, situación muy difícil de atravesar sobre todo porque no es la primera vez que la localidad se enfrenta a algo así.

A la ceremonia conmemorativa acudieron los máximos dirigentes del país, y el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, pronunció un emotivo discurso. Pero más allá de la solemne seriedad del acto, también hubo espacio para conversaciones más privadas con las víctimas.

En una de ellas, Steinmeier le preguntó a una mujer si aún recordaba el incendio provocado en Solingen en 1993. «Mi hijo tenía entonces solo tres años», respondió ella. «Después de 30 años, las heridas habían cicatrizado hasta cierto punto», añadió Steinmeier. «¿Confía en que, después de muchos años, las heridas puedan cicatrizar de nuevo ahora? ¿Que la sociedad volverá a unirse?». La respuesta que recibe es un esperanzado sí, y que es probable que en el futuro se conmemorare a las víctimas de ambos crímenes de manera conjunta.

Steinmeier ya estuvo en Solingen el año pasado, en el 30 aniversario del incendio provocado la noche del 29 de mayo de 1993, cuando ardió la casa de la familia Genc, de origen turco. Cinco niñas y mujeres resultaron muertas, y Solingen pasó a simbolizar la ola de violencia racista de principios de los noventa.

Convivir con ello a largo plazo no ha sido nada fácil para la autoimagen de una ciudad, pero Solingen ha dominado este reto hasta tal punto que el viceministro turco de Relaciones Exteriores, Yasin Ekrem Serim, certificó en 2023 que el recuerdo del atentado forma ya parte del «ADN» de la ciudad.

Pero ahora se produjo lo casi indecible: la misma ciudad se vio sacudida por segunda vez por un crimen de motivación ideológica, esta vez de cariz opuesto, con un presunto islamista que asesina al azar a personas que querían divertirse en una fiesta de la ciudad un viernes por la noche.

Una vez más, el nombre de Solingen no es sinónimo de una ciudad industrial de tamaño medio de Renania del Norte-Westfalia en la que conviven a diario personas de los más diversos orígenes. Después de décadas de ser sinónimo de la violencia de derechas, Solingen se utiliza ahora para simbolizar el retorno del terror islamista.

«¿Por qué siempre Solingen?», se preguntó el alcalde Tim Kurzbach, del Partido Socialdemócrata. Haciendo referencia al Job bíblico y sus penurias, Kurzbach añadió sin embargo que aunque «no es justo lo que nos está pasando», una cosa es cierta: «Nunca perderemos nuestra fe en el bien por esto».

También ese fue el «ferviente deseo» de Steinmeier: «No nos separemos, no nos enfrentemos. Permanezcamos juntos», dijo en su discurso, y recordó que muchos alemanes sobrevivieron a la época nazi porque otros países «mantuvieron sus puertas abiertas y mostraron humanidad».

Por eso, afirmó, el derecho de asilo se incluyó en la Ley Fundamental (Constitución) hace 75 años, y por eso seguirá siendo así. Pero Alemania solo podrá conseguirlo si no se desborda en medio de la llegada masiva de inmigrantes, dijo.

La ciudad tiene un gran modelo al que admirar en esta situación: Mevlüde Genc (1943-2022), una mujer que perdió a dos hijas, dos nietas y una sobrina en el incendio provocado de 1993, pese a lo cual se quedó en Solingen, obtuvo la ciudadanía alemana e hizo repetidos llamamientos a la reconciliación.

La ciudad ha bautizado una plaza con su nombre y el Estado le ha dedicado un premio a la comprensión y la tolerancia, la Medalla Mevlüde Genc. Hoy en día, sus palabras tienen un peso especial en Solingen, sobre todos dos de sus frases célebres: «El odio trae la muerte» y «Miremos hacia el bien».

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