¿Por qué San José está en San José?

Raúl Alvarado Sibaja
raulalsi@gmail.com

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Durante los años 2012 y 2013, por motivo de los trámites para la solicitud de convocatoria al referéndum sobre el proyecto de ley “Promoción de la participación ciudadana en el control de las actividades del Estado”, me tocó en muchas ocasiones estar esperando en el sexto piso del Tribunal Supremo de Elecciones.

Desde ahí, desde el sexto piso, la vista hacia el Parque Nacional y el Barrio Otoya, es magnífica; e inevitablemente, en mi caso, se cruzan en mi mente muchas imágenes de mi niñez, pues toda mi época escolar viví en ese barrio. La vida también me ha dado otras experiencias, particularmente en mi primera infancia en el campo en el norte de Alajuela.

Lo que sigue es una mezcla de algunas de esas experiencias convergiendo a una especulación (educated guess, dirían en inglés). No debe tomarse como un artículo académico porque no lo es, y posiblemente tiene muchos errores. Más bien agradecería a personas que tienen datos más precisos, me aclaren lo que voy a exponer.

Antes de que mi familia se viniera a vivir a San José, por ahí de 1952, a la edad de 4 años, mi abuela y yo vivíamos en San Luis de Sabanilla de Alajuela, un pueblito unos 10 Km al norte de Alajuela. Habitábamos una casita de adobe, teja y “pisoetierra”, en medio de un cafetal, donde no había electricidad, ni acueducto (tubería), posiblemente en unas condiciones de vida más cercanas a las del siglo 18 que a las de San José en ese mismo año de 1952. Recuerdo muy bien que el agua llegaba mediante una “cañería” de medias cañas de bambú, y caía en un tonel o barril de madera, a unos 10 metros de la casa, en donde con un guacal se sacaba el agua necesaria, el resto seguía su curso. Para mí ese tonel era una delicia, pues me permitía tener mi propia laguna donde poner mis barquitos. Pero lo que me interesa destacar es que en la casa teníamos “agua corriente” (no es lo mismo tener agua corriente que tener agua estancada). También me acuerdo ver un yurro (¿será una palabra de origen huetar?), el cual como hilo de agua, construido a través de los cafetales servía a las casas en sus cercanías. Otra imagen que tengo muy clara, es la de una caudalosa acequia (palabra árabe), la cual, en un recorrido de unos pocos kilómetros, proveía la energía necesaria para mover al menos 4 trapiches y un beneficio de café, en alguna época anterior, también debe haber proveído de agua al cuadrante (6 cuadras) de Sabanilla de Alajuela, (construido sobre una micromeseta). Ignoro si aguas abajo, es decir por el Cacao de Alajuela también movía otros trapiches y beneficios.

Pero volvamos a San José. A inicios de 1955, por esas cosas del destino, vivíamos en unas casitas pobres en un patio de vecindad, curiosamente situado en el elegante Barrio Otoya, frente a la línea del tren. Asistí al primer grado a la Escuela Castro Madriz, que en ese momento estaba ubicada 100 metros al sur de la Estación del Ferrocarril al Atlántico, como ese año la trasladaron al sur de San José, pues de segundo a sexto grado estuve en la Escuela Buenaventura Corrales. Muy frecuentemente me tocaba ir a dejarle comida a mi madre, ella era costurera en una fábrica de camisas a 50 metros del mercado central. Tanto para ir a la escuela, como a dejar la encomienda, cuando no me iba en el carro de don Fernando es que me iba andaregueando, y así me familiaricé mucho con la geografía del centro de San José, y un güila curioso empieza a notar cosas.

Si uno está frente a la Catedral, o bien en la esquina de avenida central y calle central; está en una superficie plana, pero si camina tanto al norte, como al sur, al este o al oeste, al cabo de 200 o 300 metros siempre termina yendo hacia abajo, en otras palabras, está usted en una pequeña meseta. PERO si usted camina hacia el Noreste, buscando el parque Morazán, siempre avanza sobre una superficie plana, nunca baja, más bien a partir del parque España empieza a subir. Este pequeño detalle ahora nos parece insignificante, pero casi 300 años atrás pudo haber sido de gran importancia.

Hace 300 años, el gran área de San José no estaba despoblada, posiblemente había casas muy dispersas desde el rio Virilla (frontera natural al Norte) hasta la zona de a Alajuelita (frontera natural al Sur), desde el Ochomogo (frontera natural al Este) hasta la zona del final de Pavas. En casi toda esta área, estaba en auge la siembra de tabaco.

Si uno observa un mapa actual, se nota que el actual San José (Boca del Monte), está más o menos en el centro geográfico de toda esta zona, y más o menos equidistante entre Cartago y Alajuela (Villa Hermosa). Entonces Boca del Monte se puede ver como el “centro de masa”, tanto desde el punto de vista de distancias, como de población y de actividad económica. Hasta aquí todo bien, pero ¿Por qué no se erigió la ermita y posterior plaza, digamos donde hoy es el Barrio Don Bosco? ¿O en el actual parque de la Sabana? Pueden haber influido algunos factores totalmente casuales, por ejemplo, si la tierra que se usó era comunal o no, etc. Pero sospecho de que más allá de lo fortuito, hay otras causas.

Mi primer encuentro con la acequia las Arias, fue en el potrerillo de la Fábrica de hielo, sitio donde mejengueábamos los chiquillos de Barrio Otoya ¿Dónde es eso?

Si usted está en el actual edificio del INS, y sube hacia el este, pasa debajo de un puente de ferrocarril, inmediatamente a la izquierda está la entrada a un parqueo, antes ahí había un caminito que llevaba a la fábrica de hielo. Ahí se fabricaban las marquetas de hielo (todavía me tocó ver su fabricación) que en alguna época se distribuían a las neveras de San José.

Caminar por los pasadizos casi subterráneos de la fábrica y de la casa donde vivía la familia Zumbado, era la delicia para la imaginación aventurera de cualquier niño, y sobre todo cuando uno se topaba, bajo la fábrica, cual río subterráneo, con el poderoso torrente, de donde supongo se tomaba el agua para las marquetas de hielo y para mover la maquinaria de la fábrica (actualmente todo eso desapareció y hoy es un enorme parqueo al oeste del edificio original del Hospital Calderón Guardia).

Mi conjetura es la siguiente: La posibilidad física de construir esa acequia, y poderla llevar hasta un punto elevado unos 40 metros sobre la pequeña “meseta” donde se instalaría el centro de San José (y la existencia misma de la meseta), fue lo que determinó que San José estuviera donde está y no en algún otro lugar cercano.

La acequia Las Arias, luego de pasar por la fábrica de hielo, pasaba bajo la línea del tren (desde la línea se podía oír el gran estruendo), y debe haber llegado hasta la esquina noreste de la Fábrica Nacional de Licores (hoy el ministerio de Cultura). Pero antes de “bajar la cuesta” cabe preguntarse. ¿De dónde venía toda esa agua?

Creo haber visto esa acequia en las cercanías de donde hoy está la U Latina en Montes de Oca. Es interesante “seguirle la pista” porque esa acequia me parece que es la determinante de varias cosas importantes en nuestro desarrollo geográfico e histórico. Ignoro exactamente en donde se originaba (sospecho que debe ser por San Rafael de Montes de Oca), su primera construcción debe haber sido hace unos 250 años, y venía por un “lomo”, evitando las caídas abruptas.

Uno estaría tentado a decir que esa acequia venía paralelo a la línea del tren, pero me sospecho que fue al revés: la línea del tren viene por donde viene, porque ya la acequia había marcado la ruta, y porque las locomotoras a vapor seguro se abastecían del agua de la misma.

Desde la U latina, la acequia debe haber pasado por los colegios Calasanz y Vargas Calvo, de ahí se deben haber extraído yurros o caños para formar la “cañería” del poblado de la micromeseta de San Pedro. De ahí debe haber tomado un poco hacia el Norte, y creo que pasaba debajo de la Fábrica Saprissa, supongo que dicha fábrica de textiles, y la contigua fábrica textil de la familia Dada, deben haber usado agua de esa acequia. Entraba a la Universidad de Costa Rica, por el bosquecito contiguo a Radio Universidad, y pasaba por detrás de la Facultad de Agronomía (hoy Arquitectura), supongo que tampoco es casual que hace cerca de 100 años el terreno donde está el campus Rodrigo Facio era la Escuela de Agricultura, que también debe haber derivado agua de esa caudal. La acequia pasaba cerca de la actual Rectoría, y cruzaba la calle para llegar donde actualmente está el mall San Pedro y el Edificio Cooperativo, sitio donde hasta hace 50 años ¡Oh casualidad! estaba el Beneficio Dent, el cual supongo que también usaba las aguas de la acequia.

Al llegar a las cercanía de la la Calle de los Negritos y el Centro Cultural Costarricense Norteamericano, creo que antes había un ducto elevado, pero no estoy muy seguro; bien pudo haberse desviado hacia donde está la bomba Los Yoses y luego acercarse nuevamente a la línea del tren, por las cercanías donde está hoy el restaurante “Olio”, en Barrio Escalante.

Al llegar la acequia a las cercanías de la Antigua Aduana, hoy Fercori, sus aguas también seguramente fueron utilizadas en la “Casa de la moneda”, actualmente la sección sur de la antigua aduna, pues tengo entendido que en alguna época ahí se acuñaron monedas.

No por casualidad, al cruzar la calle, está la estación principal del Ferrocarril al Atlántico, que también debe haber necesitado el agua de la acequia. Pero todavía no bajemos la cuesta, de la estación de ferrocarril, hacia el norte, contiguo a donde hoy está el edificio original del Hospital C. G., antes había unos enormes tanque de agua, que supongo fueron parte del primer acueducto (entubado) de San José. Al sur el cuartel Bellavista y el antiguo Colegio de Sión también están en las cercanías y supongo que en alguna época utilizaron las aguas de la caudalosa acequia.

La primera central hidroeléctrica del país, se construyó en el Barrio Aranjuez, ¿Por qué ahí? Creo que a estas alturas del relato la repuesta es obvia, porque ahí estaba la acequia Las Arias para proveerla de energía. Desconozco el sitio exacto pero sospecho que debe haber sitio muy cerca de la fábrica de hielo, pues ésta y la Compañía Nacional de Fuerza y Luz eran propiedad de la Florida Ice and Farm.

Tenemos entonces la acequia en la esquina Noreste de la Fábrica de licores, debe haber entrado a la fábrica por esa esquina y sus aguas también deben haberse usado para la fermentación y las calderas.

En alguna época hubo un “laguito” donde hoy está el Parque España, sospecho que una vez que la acequia alimentaba la cañería (el agua llegaba a la casas del cuadrante por medio de yurros o caños que atravesaban diagonalmente las cuadras), el sobrante se vertía en ese laguito. Todavía, por ahí de 1965, se podía escuchar el agua correr por el alcantarillado al sur del Parque España (acompañada de los fermentados olores de la Fanal).

Cuando se inauguró el primer acueducto o cañería entubada (la cual permite que el agua viaje “a presión” dentro de la tubería y pueda vencer la gravedad), se inició también el fin de la acequia las Arias, pero su huella, aunque ahora invisible, se siente sobre San José.

La “fuente” que, originalmente estaba situada en el Parque Central de San José, se trajo al país para inaugurar este moderno acueducto. Por ironías de la historia, la fuente está situada ahora frente a la Biblioteca Carlos Monge Alfaro, a menos de 100 metros de donde corría la acequia a la que vino a reemplazar.

Un último comentario: ¿Era esta una situación particular de San José? Además de los ya mencionados lugares de Sabanilla de Alajuela y San Pedro de Montes de Oca, me parece ver algo similar (meseta y agua desde un punto más alto) en Barva de Heredia y El Llano de Alajuela, lugares que según entiendo existieron como poblados antes de las respectivas ciudades.

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