¿Podrá resucitar Liberación Nacional?

Ejercicio para un epitafio

PLN

Por Carlos Revilla y Guido Mora

Decía Luis Alberto Monge que en política no hay muertos: coincidimos en que esta afirmación es cierta.

A través de la historia encontramos muchos ejemplos vistos tanto desde la perspectiva personal, como la de los partidos políticos. Por ejemplo, a título personal, Winston Churchill perdió las elecciones después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. A pesar de que nadie apostaba por él, triunfó en el siguiente proceso electoral. En lo que a los partidos políticos respecta, recordamos al Partido Socialista Francés -al que todos daban por muerto-, pero que resucitó algunos años después. Ejemplos abundan a través de la historia.

En general todos los que han “regresado de la tumba” o resucitado políticamente, responden a una explicación muy sencilla: cambiaron sus acciones y discursos, innovaron y aprendieron de sus errores. En otras palabras, se reinventaron.

En el caso del Partido Socialista Francés básicamente volvió a sus raíces socialdemócratas, comprendiendo que su lugar en el espectro político estaba en la izquierda democrática y que, haberse transformado en un carromato de la derecha, lejos de generarle réditos, les perjudicó en sus aspiraciones de protagonismo político.

Analizando el caso del Partido Liberación Nacional en Costa Rica, podemos afirmar que en este momento tiene muy poca posibilidad de triunfar en el próximo proceso electoral. Casi se puede decir, contrario a lo que muchos afirman, que es una agrupación agónica y con pocas posibilidades de volver al poder, tras cinco derrotas electorales al hilo: tres de primera y dos de segunda vuelta. Esta contundente realidad, en un partido con vocación de poder, es casi sinónimo de agonía, tragedia o muerte.

Cabe preguntarse entonces, ¿qué acciones ha emprendido Liberación Nacional, para recuperar la confianza del electorado?, ¿cuáles son las propuestas orientadas a convertirse nuevamente en el partido de la esperanza y aspirar a triunfar en 2026? La posibilidad existe, ya expusimos algunos ejemplos.

Para contestar esa pregunta veamos un ejemplo que retrata a la dirigencia de Liberación Nacional de cuerpo entero, relacionada con el pacto suscrito con el oficialismo, en que se compromete a aportar sus votos en la Asamblea Legislativa, con el fin de tramitar, mediante el mecanismo de la vía rápida, el proyecto ley que legaliza las jornadas laborales 4×3 (cuatro días de 12 horas y 3 días libres).

Estos dirigentes liberacionistas, representantes de la clase política y empresarial, algunos de ellos responsables -por acción o por omisión-, de la elección y presencia de funcionarios de dudosa reputación en diversas instancias de gobierno; a los que no les ha importado desarticular y desarmar el Estado Social de Derecho con esta decisión, facilitaron otro zarpazo a la institucionalidad.

El “visto bueno” a las jornadas 4X3 no es sino el signo de la claudicación de Álvaro Ramos y la cúpula liberacionista, ante los sectores económicos más poderosos -pensando posiblemente-, en el financiamiento de la campaña política.

Una vez más Liberación Nacional da la espalda a los trabajadores y ratifica su posición ideológica al lado del sector empresarial. Otra vez la cúpula liberacionista traiciona a los grupos más vulnerables de la sociedad, a los trabajadores, a quienes ni siquiera se les consultó directamente sobre la conveniencia de la aplicación de las jornadas 4X3.

Esta decisión constituye un gran desaguisado y una evidente traición a los sectores laborales.

Evidencia además la alianza manifiesta con la Administración Chaves Robles, que se ha propuesto desmantelar el Estado Social de Derecho y al cual hoy, sin ningún sonrojo, está respaldando.

El pacto en la Asamblea Legislativa es evidencia clara de que Liberación Nacional, lejos de acometer acciones que le permitan resucitar políticamente, insiste en seguir cavando su propia fosa.

Digamos las cosas como son: Liberación Nacional es un partido socialdemócrata, su razón de ser debería de conducirlo a estar al lado de clase trabajadora. La opción tomada por la cúpula liberacionista privilegia al capital y lo consolida como un carromato de derecha. El apoyo al proyecto de jornadas 4×3 es un error histórico, que no tiene ni pies ni cabeza.

Si Liberación Nacional quisiera honrar su pasado socialdemócrata debió haber empezado por proponer la reducción de la jornada laboral. Es en “esos detalles”, posiciones y acciones, en los que puede constatarse la voluntad de un partido político de cambiar. En este caso, esa voluntad está totalmente ausente.

Hasta el momento, seguimos viendo en Liberación Nacional sólo cambios cosméticos, que al final sólo resultan en más de lo mismo. No hay voluntad de cambio y, a pesar de que el candidato que no era parte del “establishment”, todo parece indicar que Álvaro Ramos se plegó a los dictados de quienes han manejado las decisiones del partido las últimas décadas, y de quienes deben de señalarse como los responsables de la crisis de identidad que sigue sufriendo ese partido político, y que lo ha conducido a las repetidas derrotas políticas.

A como apuntan las cosas, todo parece indicar que va siendo tiempo de buscar el epitafio que deberá de escribir esa dirigencia política, en la lápida de Liberación Nacional.

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