Por Carlos Vilchez Navamuel
Algunas personas afirman que para ser feliz es necesario actuar en libertad, libertad para pensar, actuar, decidir y definir su propio destino. ¿Pero es esto así? El Diccionario de la Lengua Española nos dice que la felicidad es un estado de grata satisfacción espiritual y física, es la ausencia de inconvenientes o tropiezos.
Ante esa definición y conociendo lo que es la vida en general podemos afirmar que no siempre estaremos felices, la vida está llena de dificultades y tropiezos desde que nacemos, vivimos estadios de felicidad nada más, sin embargo podemos aprender a ser felices si nos fijamos esa meta preguntándonos primero ¿Qué es lo que realmente queremos de la vida?
Por lo general todos aspiramos a tener una familia (por lo menos una pareja), éxito profesional, dinero, salud, pero ¿Acaso obtener todo eso es fácil? ¿Se puede ser feliz compartiendo la vida con otros? ¿Podemos hacer felices a otros impartiendo injusticia, autoritarismo u obligando a otras personas a hacer lo que no quieren por pura imposición? ¿Puedes ser realmente feliz aún si las circunstancias te atan u obligan hacer cosas que te hacen infeliz?
Para el que esto escribe, el respeto entre las personas es una de las claves de la felicidad, cuando no hay respeto entre las partes aparecen las desavenencias y las discusiones que traen la infelicidad, esto se produce en todas las actividades en que se desarrollan las persona, nos referimos al trato directo con la familia, los amigos, los empleados, el interactuar en las instituciones académicas, en el trabajo y en cualquier área donde se comparta la vida con otros, el respeto hacia los demás debe prevalecer.
Cuando no hay respeto, las personas se vuelven infelices, no importa el rango u oficio que se tenga, depende de nosotros hacer felices a los demás, si por ejemplo usted tiene un empleado, trátelo con respeto y verá que trabajará feliz.
Grandes pensadores han dado su propia opinión sobre la felicidad, por ejemplo Mahatma Gandhi afirmó que “La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía”. Por su parte Aristóteles sentenció: “La felicidad depende de nosotros mismos”. Marco Aurelio dijo «La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos». Y Albert Camus dijo: “Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad”.
Cuando le preguntaron a Jiddu Krishnamurti (uno de mis pensadores predilectos) ¿Cuál era el secreto de su felicidad? El maestro contestó: “El tener la seguridad de que cada día me estoy mejorando a mí mismo de alguna forma y que estoy incrementando mi valor personal para aportárselo a mi familia, amigos y gente que me rodea. No me importa lo que pueda suceder mañana, porque cada día me ocupo de mejorar mi vida. Estoy presente, yo lo construyo todo desde el momento presente, practicando la Atención plena, y eso me da una sensación de certidumbre muy poderosa.”
Si aspiramos a ser felices, debemos preguntarnos primero ¿Qué tan feliz estamos haciendo a los demás? Si no lo estamos logrando debemos trabajar en nosotros mismos y buscar las soluciones, al fin de cuentas la vida es para aprender, no importa la edad, siempre estamos aprendiendo. ¿Qué mejor apuesta se puede hacer cuando en verdad se desea la felicidad de los seres queridos?
Fuente: http://wp.me/p2elI2-1Ui