Perspicacia versus terquedad

Luis París Chaverri *

Luis París

Todas las encuestas de opinión pública que se han dado a conocer en las últimas semanas coinciden en ubicar a Óscar Arias como el personaje político mejor valorado por los costarricenses y a José María Figueres como el peor.

No obstante esa pertinente información, el primero se muestra renuente a dar la lucha por una nueva candidatura presidencial, mientras que el segundo anunció ya su pretensión de ser el candidato del PLN para el 2018.

Dando muestras de su madurez y sensatez, don Óscar le propuso recientemente a don José María que ambos desistieran de una candidatura presidencial para darles oportunidad a nuevas figuras, propuesta que este último rechazó ad portas, en un acto que refleja una actitud obsesiva y terca.

El expresidente Arias tomó esa iniciativa, convencido, así lo expresó, de que una candidatura de Figueres Olsen no tendría posibilidad alguna de darle un triunfo al PLN en las próximas elecciones, y que otra derrota consecutiva dejaría muy maltrecha a esa agrupación política.

Los resultados de los estudios de opinión -no de uno, sino de varios, incluyendo el del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la UCR- han confirmado la tesis de don Óscar y la inviabilidad de las aspiración presidencial del expresidente Figueres, quien, no obstante, cree poder revertir esa adversa situación, a pesar de que la misma no ha variado significativamente, ni con el paso de los años, ni con el protagonismo que le dio su presencia en el territorio nacional y la presidencia de la divisa verdiblanca.

Los datos son contundentes: más de la mitad de los ciudadanos tienen una opinión negativa de don José María y con ese lastre es imposible salir victorioso de una contienda electoral, ya que para ello es indispensable contar con una buena imagen, con una valoración favorable, como se puede comprobar al analizar los resultados de cualquier elección presidencial de los últimos cuarenta años. Quienes le dicen que él puede lograrlo, que es cuestión de tiempo, que falta mucho para el 2018, le adulan y le engañan.

Liberación Nacional, después de las derrotas de 1998 y del 2002, encontró en Arias –expresidente, premio Nobel de la Paz, con más del 70% de opiniones favorables – el candidato ideal para superar la crisis y obtener la victoria, meta que logró con dificultad pese a ese valioso capital político que don Óscar poseía.

Creer ahora que una candidatura de Figueres -con una imagen tan deteriorada y un capital político en números rojos- es la solución para superar la crisis provocada por la catastrófica derrota del 2014, no solo es insensato y disparatado, sino suicida.

Y es que el apoyo de su partido no sería suficiente para obtener el 40% o más de los votos y, con ese nivel de impopularidad, es poco probable que su figura pueda recuperar a los liberacionistas que se fueron por consideraciones éticas, o atraer votos de otras tiendas o de los ciudadanos sin partido.

Con la perspicacia del buen político, Arias interpreta que el PLN necesita renovarse, reinventarse, que esa es una exigencia del electorado y que ese trabajo debe estar en manos de nuevos actores, de nuevos líderes, que puedan darle nuevos bríos, nuevos aires, que le permita al partido ser protagonista principal de la política nacional en las próximas décadas, al igual que lo ha sido desde 1951, fecha de su fundación, hasta el día de hoy.

Don Óscar aboga por un remozamiento del PLN como el que él mismo logró hacer en 1985, cuando su primera candidatura presidencial le puso fin a una etapa caracterizada por la hegemonía que ejercieron los “padres fundadores” del liberacionismo, iniciando así una nueva etapa y abriendo espacios y oportunidades a nuevos líderes.

La renovación del PLN es un propósito formulado por ambos expresidentes con posterioridad a los aparatosos resultados de las últimas elecciones presidenciales, propósito que, evidentemente, don Óscar desea materializar y cumplir, mientras que don José María parece no recordar.

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