Especial para Cambio Político
Misión: ¡Que Pues! Bar & Restaurant |
Pues bien, el Destino fue generoso y permitióle a quien escribe estas líneas retornar a la mexicana ciudad de Guadalajara y por supuesto, llevado por el más romántico de los sentimientos, su corazón sólo pensaba el reencuentro con aquel paraíso materializado. No importaba que luego de un largo periplo el Cronista hubiese arribado a su destino a la medianoche de un domingo, inmediatamente dirigió su carruaje a la avenida de los Niños Héroes 1544, en un sector que se conoce como Colonia Moderna, pero encontró que estaba cerrado, bueno será que los domingos cierran temprano, pensó y se retiró a sus estancias a reposar.
Al día siguiente, un soleado lunes, el Cronista se dedicó a sus menesteres caballerescos que lo habían llevado a aquella comarca y sus apetitos le dictaban que ese día lograría arribar a su ansiado destino. Pero cuando al final de la jornada se enrumbó de nuevo a la dirección de marras, encontróse a su amada taberna de nuevo cerrada. Será que los lunes descansan pensó y de nuevo con alguna preocupación procedió a pernoctar en su posada.
Al tercer día, ya con reminiscencias bíblicas, este Cronista decidido a no esperar más y llegado el mediodía decidió ir a aliviar el calor imperante en su añorada taberna. Pero con enorme desazón, nuevamente estaba cerrada. Será que entre semana no abren al mediodía, fue su consuelo. Lo peor, es que tenía que continuar con su periplo y no regresaría a Guadalajara sino hasta el viernes.
Llegado por fin el día de la verdad, este Cronista presa de una angustiante ansiedad, emprendió su último intento para reencontrarse con su amada taberna. En premio, la encontró abierta y ostentando las mismas virtudes que tenía desde su primera visita muchos años atrás.
La comida mexicana es particularmente exquisita y hace un maridaje perfecto con la cerveza. En ¡Qué Pues!, que así se llama la taberna en cuestión, además de ser buena y abundante, es escandalosamente barata para el punto de vista tico, los platos de comida cuestan el equivalente a 2600 colones, pero son verdaderos platos, que alcanzan para que dos personas picoteen y salgan satisfechas. La degustación comenzó con un “ceviche”, muy distinto a como lo sirven en Costa Rica, pues el pescado viene sobre tortillitas tostadas o totopos y con salsa chimol o pico de gallo, lo acompañan con aguacate y por supuesto hay que ponerle el exquisito chile de la casa. Como al viajar hay que ponerse exótico y probar las singularidades locales, pedimos unas “quesadillas de flor de calabaza”, las flores tiene un gusto parecido al ayote, pero más ligero y obviamente combinan muy bien con el quesito de Oaxaca y un ingrediente clave que es el epazote, un condimento pariente de la espinaca que también se usa como planta medicinal. También se examinaron unas “puntas de albañil”, que es carne de res en cubitos acompañada con mucho tocino, hongos, pimientos morrones y una salsa a base de leche evaporada, los sirven con su buena ración de tortillas para comérsela en taquitos. El cierre fue glorioso, con un “zafarrancho gastronómico” una combinación de carnes a la parrilla que vienen con quesito fundido, frijolitos molidos, guacamole y otra abundante ración de tortillas para hacerse sus correspondientes taquitos. Y es una lástima, no hubo más estómagos disponibles para seguir examinando la carta de botanas que incluye un total de 25 opciones y de la cual este Cronista conserva orgulloso un ejemplar en calidad de trofeo (que conste, regalado por el administrador).
Pero la comida no es el único mérito del ¡Qué Pues!. El lugar es famoso por su selección musical, para lo cual tiene unos equipos con la mejor tecnología, pero que ponen a un volumen que justo permite conversar. El menú musical comenzó con Santana en Montreux, siguió con los Eagles, luego con Sade más tarde Toto y ya para despedirse, con Peter Gabriel, nada de éxitos del momento, puro rock del clásico. El que pida a José José probablemente saldrá ignominiosamente expulsado del lugar. Y nada de videos pirateados, todo el material original se nutre de una generosa videoteca ubicada al lado de la barra.
Y como si fuera poco, las cervezas baratas, una cubeta de coronitas que trae seis ejemplares cuesta el equivalente a unos tres mil colones, como para no parar. Y además, el lugar se llena de una abundante concurrencia femenina, las tapatías tienen fama de hermosas y en efecto lo son. ¿Qué más se puede pedir? ¡Que estuviera en la esquina de mi casa! Larga vida al ¡Qué pues!, comprobado, el mejor bar del mundo.
SEMPER COMPOTATIUM
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VALETE ET INEBRIAMINI