Carlos Revilla Maroto

Hace apenas tres años, el Partido Socialista francés (PS) parecía condenado al archivo de la historia. En las presidenciales de 2022, su candidata Anne Hidalgo obtuvo un humillante 1,75 % de los votos, el peor resultado de la izquierda moderada en más de medio siglo. Para muchos, era el final del viejo partido de Mitterrand y Hollande.
Pero en un giro inesperado, los socialistas lograron volver al centro del tablero político francés. Primero con su recuperación en las elecciones europeas de 2024 y luego como pieza clave del Nuevo Frente Popular, la gran alianza de la izquierda para enfrentar a Emmanuel Macron y contener el avance de la extrema derecha.
Del desastre al relanzamiento
El golpe de 2022 dejó al PS en ruinas, sin liderazgo claro, sin base electoral y con disputas internas sobre su futuro. “Había quien quería disolver el partido y unirse a Mélenchon, y otros que pedían resistir”, recuerda un dirigente socialista citado por Le Monde.
El secretario general Olivier Faure optó por una tercera vía, ni desaparición ni aislamiento. Apostó por una renovación estratégica, con nuevos liderazgos, un discurso más europeo y ecológico, y una búsqueda de alianzas sin renunciar a la identidad socialdemócrata.
El efecto Glucksmann
El gran punto de inflexión llegó con las elecciones europeas de junio de 2024. El PS selló una alianza con el pequeño movimiento Place publique, liderado por el eurodiputado Raphaël Glucksmann, y juntos alcanzaron un sorprendente 13,8 % de los votos, quedando en tercer lugar nacional detrás del bloque presidencial y la extrema derecha.
Glucksmann, con un perfil joven, proeuropeo y abiertamente ecologista, se convirtió en el rostro del renacimiento socialista. Su mensaje conectó con una parte del electorado que se había alejado de Macron pero tampoco se sentía cómodo con la radicalidad de La France insoumise (LFI).
El programa defendía una “revolución ecológica”, justicia social y más soberanía europea. “No somos nostálgicos del pasado, queremos construir una izquierda de gobierno para el siglo XXI”, declaró Glucksmann tras conocer los resultados.
La apuesta del Nuevo Frente Popular
Pocas semanas después de ese éxito, Macron decidió disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones legislativas anticipadas. La izquierda reaccionó unida: el PS, LFI, los ecologistas (EELV) y los comunistas (PCF) sellaron una alianza bajo el nombre de Nouveau Front Populaire (NFP), evocando la histórica coalición antifascista de 1936.
El acuerdo permitió al PS multiplicar sus candidaturas en relación con 2022 y recuperar peso político en la negociación interna. “He elegido el camino del reagrupamiento de la izquierda, y no me moveré de ahí”, defendió Olivier Faure ante los militantes.
El objetivo era claro: impedir una mayoría presidencial macronista y bloquear el ascenso del Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen.
Un equilibrio difícil
Aunque la alianza funcionó electoralmente —el NFP logró disputarle el liderazgo parlamentario a Macron y contener a la extrema derecha—, las diferencias ideológicas no tardaron en aparecer.
Mientras el PS y Place publique defienden una línea proeuropea y reformista, LFI mantiene un discurso más combativo y eurocrítico. “La unión no significa uniformidad”, recordó Glucksmann tras las legislativas, subrayando que el socialismo francés debía conservar su autonomía dentro del bloque.
Aun así, el pacto se considera un éxito táctico. Permitió a la izquierda reaparecer como alternativa real de poder y devolver al PS una influencia que muchos creían perdida.
Entre la memoria y el futuro
El Partido Socialista, que en 2022 parecía una reliquia, ha encontrado en la alianza con Place publique y en el NFP una vía de supervivencia y reinvención. Su desafío ahora es sostener ese impulso sin diluir su identidad.
“Ya no somos el partido dominante de la izquierda, pero volvemos a ser necesarios”, admite un dirigente socialista.
En la Francia fragmentada de Macron y Le Pen, esa necesidad podría ser, justamente, el comienzo de una nueva era para la rosa socialista.
Claves del renacer socialista
Los cambios que permitieron al Partido Socialista francés salir de la crisis
1. Nuevo liderazgo y apertura generacional
El secretario general Olivier Faure apostó por renovar los cuadros y abrir espacio a figuras jóvenes y europeístas, como Raphaël Glucksmann, que revitalizaron la imagen del partido.
2. Alianza con Place publique
El PS selló un pacto con el movimiento de Glucksmann para las elecciones europeas de 2024. La fórmula resultó exitosa: más del 13 % de los votos y el regreso a la escena política nacional.
3. Reposicionamiento ideológico
El partido abandonó la ambigüedad entre la socialdemocracia tradicional y el populismo de izquierda. Adoptó una línea clara: proeuropea, social y ecológica, con énfasis en justicia social y transición verde.
4. Disciplina y coherencia comunicativa
El PS logró unificar su discurso, abandonar la autocrítica pública permanente y presentarse como una izquierda de gobierno, moderada pero firme en valores progresistas.
5. Participación en el Nuevo Frente Popular (NFP)
Ante las legislativas de 2024, el PS se integró al bloque unitario de la izquierda junto con LFI, los ecologistas y los comunistas, ampliando su presencia parlamentaria y su relevancia política.
6. Reconexión con su base social
El partido impulsó debates sobre salarios, vivienda, juventud y transición energética, temas que le permitieron reconquistar a votantes desencantados del macronismo y de la abstención.
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