Otro tesoro escondido (Bar San Luis)

Especial de La Patrulla de Bares para Cambio Político

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Y LLEGÓ LA PATRULLA DE BARES

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Patrulla de Bares Misión: Bar San Luis
Dónde: Avenida 34A, calle 0A, Paso Ancho (ver mapa)

Bar San Luis

Ya en anteriores relatos este Cronista había advertido de un “punto caliente” en la carretera a Paso Ancho, en la zona cercana a donde se hacen los exámenes para la licencia de conducir, por la abundancia y la calidad de sus bares, aunque suene peligrosa la tentación para los noveles conductores.

Discretamente entre la aglomeración de beodos se puede divisar en una esquina un local que se da el lujo de no tener rótulo, porque está destinado a los entendidos, que saben que se llama San Luis (no confundir con la que estaba frente a la Estación del Pacífico, que se hizo famosa en el Festival de las Artes de 2004 y que tristemente cerró sus puertas). La exclusividad se reafirma con un portón que al parecer no se le abre a quienes tengan mala cara y así no perturbar a los habituales. Para no perderse, afortunadamente existen servicios de información geográfica satelital, pero tampoco cuesta tener un poco de cultura y llegar a la esquina de la avenida 34 con la calle central bis o para los que se orientan por referencia, unos 20 metros al este de Varón.

El lugar no puede ser más familiar. En la cocina está doña Luz, verdadera artista, en la barra está la hija Katia y atendiendo la mesa está el hijo Axel. No hay un menú escrito, aunque en un rincón hay una pizarra con el menú del día, así que hay que recurrir al sistema de la recitada, que obviamente hay que pedir que se repita con la siguiente ronda, no sea que se haya omitido algún manjar. El local es el tipo caos visual de una cantina vernácula, con mobiliario diverso y quien sabe cuántas remodelaciones que no necesariamente armonizan, pero todo está limpio y bien cuidado. El servicio a veces puede ser lento, pues si la casa está llena saturan a los tres anfitriones.

San Luis

Luego de esta introducción, sobre decir que el gran pegue del San Luis es el sabor familiar de su comida, a pesar de que obviamente nos vamos a encontrar con algunos clásicos de bar, comenzando en materia, como los tacos de queso, bien tostaditos aunque el estricto paladar del patrullero que los degustó encontró el queso más salado de lo aconsejable. Ocasionalmente se puede encontrar giba de res, es algo más allá de es mundo, afortunadamente si no hay se puede pedir una carne en salsa, que lleva la misma salsa casera, pero obviamente la carne no está tan buena. En el capítulo de las fritangas otra de las estrellas es la torta de carne, en realidad son dos, vienen cada una con su tortillita y bastante zacate, el cual fue obviamente excluido de la petición patrullera. Pasando a un repertorio más sano, los frijoles tiernos vienen en un generoso pote y se deshacen. Los atrevidos pueden pedir un mondongo en salsa, deshechos, pero la estricta evaluación patrullera encontró que les faltaba algo de condimento. Bueno, nada que no se pueda solucionar con el exquisito chilito, obviamente hecho en casa. Siempre dentro de los guisos, también hay lengua en salsa, deshecha. Y terminando la sesión con una ronda de saludables fritangas, hay gallos de chorizo, con el embutido bien refrito y una repetida advertencia del exceso de pasto. El taco de carne fue uno de los más aplaudidos, pura carne de pueblo. Y la costilla sublime, la sirven picadita y es enorme. Es que todas las bocas vienen en raciones que a un comensal medio lo llena al primer intento, los amables lectores comprenderán que eso no sucedió con el abnegado equipo de evaluadores que llegó a patrullar, que afortunadamente llegó en abundante dotación y bien hambriento.

Y no es inusual que mientras está uno en el ejercicio profesional se aparezca el famoso Thompson a vender su aún más famoso patí. Obviamente todos lo comensales le rendimos homenaje y por supuesto nos llevamos unas bolsitas para terminar de castigar a la digestión en la casa.

Como era esperado, cuando llegó la cuenta, resultó increíblemente baja tomando en cuenta la cantidad y la calidad de la comida. Dichosos los que viven cerca, porque se ve que se dan una pasadita por el bar cuando van en el camino del trabajo a la casa, con la comida se van llenitos y con el guarito se van relajados. Un bolado de oro: si llegan con una camiseta de Batman, los van a tratar muy bien…

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