Yanis Varoufakis
A Yanis Varoufakis se le aplicó la prohibición de no poder realizar ninguna actividad (Betätigungsverbot) mientras la policía de Berlín disolvía el Congreso sobre Palestina. En su primera entrevista con un medio alemán desde el escándalo, explica por qué se le quiere silenciar. Loren Ballhorn, editor de Jacobin, realizó la entrevista
El Congreso Palestino de Berlín, previsto para tres días el pasado fin de semana, prometía enviar una señal de solidaridad con la población de la Franja de Gaza. Bajo el lema «Denunciamos», activistas palestinos, judíos, alemanes y de otros países querían reunirse para hablar de la terrible situación de Gaza y presionar al gobierno alemán para que apoye un alto el fuego. Sin embargo, apenas dos horas después de la inauguración, el viernes 12 de abril, la policía entró por la fuerza en el edificio, cortó la electricidad y obligó a los cientos de participantes a abandonar el acto. Luego se disolvió el encuentro.
Uno de los oradores anunciados era el ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis. La policía no sólo canceló su discurso, sino que también anunció que se le había prohibido realizar actividades en Alemania, por lo que ni siquiera se le permitía intervenir a través de una transmisión de vídeo. Los medios de comunicación berlineses informan ahora de que esto se ha reducido a una prohibición de entrada.
En la entrevista con Jacobin, Varoufakis explica por qué el Estado alemán está tan decidido a reprimir las opiniones disidentes y por qué esto no tiene nada que ver con la defensa de la vida de los judíos.
Has informado en las redes sociales que Alemania te ha aplicado una prohibición de actividad. Ahora algunos medios de comunicación afirman que simplemente se te ha prohibido entrar en el país. Evidentemente, es un escándalo en cualquier caso, pero ¿puedes empezar contándonos qué ha pasado exactamente y cómo lo has vivido?
Bueno, todo empezó hace algún tiempo, cuando una gran parte del espectro político alemán demonizó nuestra conferencia tachándola de antisemita y cercana al terrorismo. Es una acusación inaudita, especialmente contra nuestros coorganizadores, la Voz Judía por una Paz Justa en Oriente Medio.
El día del congreso, 2.500 policías rodearon la sede del encuentro y acosaron a los participantes. Un joven camarada judío fue detenido por llevar una pequeña pancarta hecha a mano en la que se leía «Judíos contra el genocidio». Cuando se lo llevó detenido la policía, les dijo bromeando: «¿Hubiera sido correcto que pusiera ‘Judíos a favor del genocidio’?». Luego fue tratado con más brutalidad.
Dos horas después del comienzo del congreso, poco antes de que me conectara a través de Zoom, la policía disolvió el acto. Entonces grabé mi discurso en mi portátil y lo publiqué en mi blog personal. A las autoridades no les hizo ninguna gracia.
Al día siguiente, durante una manifestación organizada por el Congreso Palestino, un agente de policía se acercó a uno de los organizadores y a dos abogados que le acompañaban. Básicamente les dijo que más les valía no utilizar los altavoces para emitir mi voz, ya que la policía de Berlín había dictado una prohibición de cualquier actividad política mía, prohibición que sólo se había utilizado unas pocas veces antes contra partidarios del ISIS. Uno de los abogados pidió una orden por escrito, pero la policía dijo que no tenía por qué proporcionarla.
Nuestros abogados se pusieron en contacto con la policía y el Ministerio del Interior y exigieron una explicación. Debió de resultarles muy embarazoso. Al fin y al cabo, habían dictado una prohibición contra un ciudadano de un Estado miembro de la UE y, tras dos días de incómodo silencio, cambiaron su relato de prohibición de actividad a prohibición de entrada. Hasta la fecha, ninguna de las dos prohibiciones se ha presentado por escrito, y las autoridades alemanas han rechazado mis peticiones de una explicación por escrito.
¿Piensas emprender nuevas acciones legales?
Por supuesto. En primer lugar, mis abogados han solicitado una confirmación por escrito de la prohibición y una declaración en la que se explique los motivos de la misma. Cuando el Handelsblatt, un periódico con estrechas relaciones con el Servicio Federal de Inteligencia, informa de que, según sus fuentes, existe tal prohibición, hay que tomárselo muy en serio.
Pero seamos sinceros, en realidad se trata de crear un clima de miedo. Ese es el núcleo político: la razón de Estado alemana. Alemania no está a favor de proteger la vida de los judíos, sino del derecho de Israel a cometer crímenes de guerra. Hay personas en Alemania que me dicen que no se implicarán con Jüdische Stimme für gerechten Frieden (Voz Judía por una Paz Justa) ni contra mi prohibición porque temen perder su trabajo o cualquier financiación o subvención y ser demonizados.
La ministra del Interior, Nancy Faeser, celebró la acción policial y condenó el congreso por «propaganda islamista». ¿Podrías explicarnos por qué se organizó el congreso y qué objetivos pretendía alcanzar?
El objetivo es muy sencillo: un alto el fuego inmediato y un proceso de paz que garantice la igualdad de derechos políticos para todas las personas entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Esta agenda tan sencilla y humanista nunca podrá ser tachada de islamista o antisemita.
Pero aquí se da una pauta: en noviembre, una camarada y amiga mía, Iris Hefets, psicoanalista judía israelí que vive en Berlín, emprendió una protesta en solitario. Caminaba por una plaza de Berlín con una pancarta que decía «Como judía e israelí: detengamos el genocidio en Gaza», y un policía alemán blanco la detuvo por antisemitismo. Habría sido para reirse si no fuera tan trágico.
Pondré otro ejemplo: Tamir Pardo, nombrado jefe del Mossad por Benjamin Netanyahu en 2011, el cual no es precisamente una organización pro palestina. Hace seis meses concedió una entrevista a The Guardian en la que dijo que Israel practicaba un apartheid en todo el país. Si hubiera venido a nuestro Congreso y hubiera contado lo mismo que dijo a The Guardian, probablemente la ministra de Interior también lo habría tachado de islamista.
No soy judío ni palestino. No tengo opinión sobre la solución que deberíamos buscar entre el Jordán y el Mediterráneo. Lo que sí sé es que, como ciudadano del mundo, exijo igualdad de derechos políticos y derechos humanos universales. Si los alemanes presentan esto como antisemitismo y como algo que contradice la razón de Estado alemana, entonces todo lo que puedo decir es que deberían mirarse largamente en el espejo. Soy el único político griego al que se le ha prohibido viajar a Alemania. Nunca han tenido problemas con los neonazis griegos que vienen de visita.
En tu discurso suspendido, mencionaste una resolución de la Alianza contra el Terror Antisemita que llamaba a protestar contra el Congreso Palestino. Expresaste una especial decepción por el hecho de que dos antiguos compañeros tuyos del partido La Izquierda hubieran firmado la resolución. ¿Fue ésta tu primera experiencia de semejante distanciamiento entre la izquierda alemana y europea?
La primera vez que ocurrió fue en noviembre, cuando me enteré de que la Fundación Rosa Luxemburg, afín a La Izquierda y a la que siempre he tenido en alta estima, había cedido a la presión del dueño del local donde se organizaba el acto para retirar la invitación a Jeremy Corbyn para dar una conferencia, debido a sus opiniones sobre la guerra en Gaza. En ese momento pensé que habían perdido la cabeza. Rosa Luxemburg debe estar revolviéndose en su tumba a 5.000 revoluciones por minuto.
Me acusan de trivializar el terrorismo. ¿Por qué? Porque establecí una distinción entre la violencia contra civiles, que condenamos con razón independientemente de quién la ejerza, y la resistencia armada contra un ejército de ocupación. Esto muestra realmente lo bajo que ha caído el nivel del debate, especialmente en un momento en que todo el espectro político y los medios de comunicación de Europa celebran cada día la resistencia armada ucraniana contra la ocupación rusa.
Tanto su alianza paneuropea DiEM25 como el partido político MERA25, que participa en las elecciones europeas en varios países, se han comprometido firmemente contra la guerra en Gaza en los últimos meses. ¿Por qué Palestina se ha convertido en una prioridad para vosotros en vísperas de las elecciones europeas? ¿Es importante para el electorado europeo?
Como europeos, si viviéramos en los años treinta, habríamos hecho de la lucha contra la persecución de los judíos nuestra máxima prioridad. Si estuviéramos en la época de los genocidios de Ruanda o Bosnia, los habríamos convertido en nuestra máxima prioridad. Ese es nuestro deber.
¿Les interesa eso a los y las votantes europeas? Me da igual. No trabajamos sobre la base cínica de grupos de estudio para averiguar qué tipo de narrativa maximizará nuestros votos. Hacemos lo que creemos que es correcto porque es correcto. Este es el tipo de política que falta en Europa, y este es el tipo de política que nuestros partidos del MERA25 están impulsando en toda Europa.
Nuestro trabajo es dejar claro a la opinión pública de que se está produciendo un genocidio en nuestro nombre y con nuestra complicidad. Esto no sólo es moralmente reprobable, sino que además prepara el terreno para encarcelarnos a nosotros también. Porque un clima de miedo, como el que ahora intentan provocar las autoridades alemanas, es exactamente lo que necesita el corrupto e inviable modelo de negocio socioeconómico europeo para mantenerse. Antes de que nos demos cuenta, ya no habrá democracia.
Cuando se habla en buena compañía sobre la restricción de la libertad de prensa en la UE, se suele referir a la Hungría de Viktor Orbán o tu propio país con Kyriakos Mitsotakis. Pero desde octubre estamos viviendo nuevas restricciones a la libertad de expresión y reunión en Alemania, al menos en lo que se refiere a este tema. ¿Ves el peligro de que Alemania se convierta en una especie de pionera de un nuevo autoritarismo en Europa?
Eso ya está ocurriendo. Mi situación es simplemente un ejemplo visible de ello. ¿Qué más puede decir esta gente a Orbán sobre el Estado de Derecho, sobre que no se puede reprimir la libertad de expresión? ¿Qué autoridad moral puede utilizar el Stablishment liberal para amonestar a alguien como Orbán? Se debe partir de risa.
¿Qué impacto tendrá esto en el futuro político de Europa?
Los disidentes han sido reprimidos y reducidos en todas partes en Occidente en los últimos años. Seamos sinceros, no sólo ocurre en Alemania. Pero es la primera vez que un gobierno supuestamente de centro-izquierda -no un puñado de chalados de ultraderecha, sino un gobierno de los Verdes, el SPD y el FDP- asume imponer una prohibición a un ciudadano de la UE. ¿Por qué? Porque representa una reivindicación puramente humanista de igualdad de derechos humanos políticos en la antigua tierra de Palestina, en la que los europeos hemos introducido tanto mal.
Una de las cosas que no me perdonarán es que me entrevistaran el 8 de octubre, el día inmediatamente posterior al ataque de Hamás contra Israel, y del que en realidad me enteré en directo; no había leído los periódicos esa mañana. Me pidieron que hiciera un comentario y dije: «No voy a condenar a Hamás, no voy a condenar a los israelíes, ni siquiera voy a condenar a los colonos israelíes, porque los europeos hemos estado jugando a este juego de condenar a todo el mundo como si estuviéramos por encima de la chusma en Palestina e Israel».
Dije: «Si quiere que condene a alguien, entonces condenémonos a nosotros mismos». Siglos de antisemitismo europeo, un pogromo tras otro contra los judíos, culminando en la abominación única del Holocausto. ¿Y qué hacemos entonces? Nos hacemos cómplices de la limpieza étnica contra los palestinos».
No me uniré a los políticos europeos que se presentan como superiores, desprecian y condenan a la gente de Israel y Palestina. Debemos juzgarnos a nosotros mismos antes de juzgar a los demás.
Estás presente en la opinión pública alemana desde hace más de diez años, sales a menudo en televisión y has vendido muchos libros. Incluso te presentaste a las últimas elecciones europeas en Alemania. ¿Se mantendrá tu relación con el país a pesar de la prohibición?
Bueno, puedo decirte que he perdido a mi editor alemán, quien ha publicado seis de mis libros en los últimos doce años. Tuvo la desfachatez de advertirme de mi participación en este congreso, por lo que he cortado mis lazos con él. La desfachatez de un editor de decirle a un autor: «Ya sabe, no podremos vender sus libros en este país si se manifiesta contra el genocidio». Pero me da igual. Seguiré cultivando las relaciones con mis camaradas en Alemania, y MERA25 se presentará a las elecciones europeas en Alemania en junio.
Alemania siempre permanecerá en mi corazón porque recuerdo mi infancia cuando crecí en una dictadura fascista. Recuerdo todavía cuando tenía siete u ocho años y vivíamos bajo la tiranía de los coroneles, mis padres se acurrucaban bajo una manta con una radio y escuchaban la Deutsche Welle. De niño, vi un rayo de esperanza en Alemania. Willy Brandt, el Canciller de la época, encarnaba la democracia, apoyaba y se solidarizaba con los socialdemócratas griegos que estaban en la cárcel, entre ellos miembros de mi familia.
No renunciaré a esta imagen de Alemania, y no permitiré que personas como Olaf Scholz o Annalena Baerbock, quienes están haciendo un enorme daño a la reputación de Alemania y a la democracia alemana, me lo impidan. Estaré muy cerca de mis camaradas en Alemania y trabajaremos para revitalizar el espíritu de la socialdemocracia en Alemania.
Yanis Varoufakis es exministro de Finanzas de Grecia, dirigente del partido MeRA25 y profesor de Economía en la Universidad de Atenas.
Fuente: https://jacobin.de/artikel/varoufakis-palaestina-betaetigungsverbot
Traducción: Jaume Raventós para sinpermiso.info