No a la migración

Desde La Mina 2.0

Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@gmail.com

Mauricio Castro

Yo tengo claramente un fenotipo no europeo de ese que los latinos tenemos en mente de lo que es un europeo: rubio, ojos azules, blanco y alto. En no pocos lugares me ven como africano del norte, del Magreb, y hasta en árabe me hablan y en otros, como lo que soy: un latinoamericano, me hablan en español, a pesar que haga comentarios en inglés o en otro idioma en el que me esfuerce en preguntar algo.

Todo esto, ya verán, porque con emoción leí que el Partido Social Demócrata Danés ganó las elecciones generales y asumirá el gobierno, y esto hace que en los países nórdicos la socialdemocracia regrese al poder. (Esto de fijarme en el resultado de las elecciones en otros países me viene primero de mi papá que siempre lo veía con emoción y luego de “Daniel”, que siempre nos dijo que teníamos que saber qué partidos amigos estaban en el poder).

Leí esto en El País sobre Dinamarca: “La inmigración ha sido el tema estrella no solo en la campaña, sino durante toda la legislatura en la que el Ejecutivo liberal-conservador efectuó 114 reformas en las leyes migratorias, algunas tan polémicas como el envío de migrantes con antecedentes penales a una isla deshabitada en el mar Báltico, la prohibición del burka en algunos espacios públicos y la confiscación de bienes a los migrantes recién llegados para poder costear sus gastos, entre otras. Y todas ellas, paradójicamente, secundadas por la casi con toda seguridad futura primera ministra socialdemócrata…

Y de inmediato repasé mentalmente que la solidaridad es uno de los principios básicos que promueve la Internacional Socialista a la que pertenece el partido SD Danés. Solidaridad con los más débiles, con los más vulnerables. La gente no migra porque quiere. Los más fuertes apoyan a los más débiles. En otros países de nuestra América se gritaba: “arriba los de abajo”.

Por supuesto que eso me bajó la emoción del gane socialdemócrata a pesar de sus políticas económicas reivindicativas y su estrategia de atraer jóvenes y de presentar caras nuevas al electorado.

Por cosas de familia tengo varios días de estar afuera y me he puesto a ver el comportamiento de “los oscuritos como yo” y en resumen es terrible, aunque hay claras excepciones:

-cruzan las calles por donde las gana. Hay semáforos peatonales cruces peatonales y pasan por donde les da la gana: solos, acompañados y hasta con güilas en coches.
-se sientan en los asientos señalizados para gente discapacitada o mayor, se hacen los todos cuando hay alguien que de verdad los necesita.
-se oyen conversar en grupos contándose como viajaron gratis en tren o en bus o como se comieron rápido algo en el supermercado y no pagaron y todos ríen y celebran con ganas al contador de la historia.
-en el transporte público van hablando por teléfono a todo volumen sin consideración alguna para los demás.
-los que tiene carro, los llevan con las ventanas abiertas y el reguetón a toda mecha.
-se colan al despiste en las filas.

Siento vergüenza por el comportamiento de los que “se portan mal” y claro que me molesta. No me puedo imaginar “los locales”, sobre todo los de mi edad y mayores, a los que les ha tocado construir la sociedad de bienestar en la que viven, simplemente se quedan idos viéndolos, unos con ojos de resignación y otros de cólera.

¿Y los jóvenes “locales”?

En general los ven —o nos ven— sin vernos y sin duda no con buenos sentimientos.

Viendo ese comportamiento es fácil explicarse porque hasta los partidos de izquierda se cuestionan la migración, aunque yo no pueda estar de acuerdo. Un gran amigo danés, socialista y comprometido, conversando sobre la solidaridad internacional, una vez me dijo: yo soy solidario hasta morir, con la gente que sufre en sus países…¿y con los que están aquí le pregunté? Luego de un silencio que se me hizo eterno me contestó: también…pero sobre todo con los que están allá…

Creo que en Costa Rica vivimos, y con tristeza lo reconozco, un proceso similar en el tema migratorio, a la gente le empieza a cansar y con temor veo surgir “alguien” que sea antimigración y gane las elecciones, porque implica no solo ganar, sino que marcaría el derrotero hacia el futuro, y los que le sigan simplemente seguirían por el mismo camino.

Yo soy pro migración, soy solidario y estoy de acuerdo en que Costa Rica invierta y gaste en los migrantes que viven con nosotros. Sin pero alguno.

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