Mis mejores deseos para el 2022

Ágora

Por Guido Mora

Guido Mora

A pocas horas de concluir el año 2021, deseo compartir con ustedes algunas reflexiones sobre temas diversos, que me han inquietado en estos días de tregua electoral.

El 2022 será un año de trascendental importancia para todos los costarricenses: elegiremos nuevas autoridades políticas; enfrentaremos desafíos económicos y sociales, no sólo como resultado de la pandemia, sino también como producto de una crisis prolongada, que antes del Covid, había convertido a Costa Rica en un país desigual y poco equitativo.

Las acciones en el campo económico, destinadas a atenuar el impacto de la pandemia deberán alcanzar resultados en un corto y mediano plazo. La reconstrucción económica no es un proceso que se logre por arte de magia, requiere decisiones y acciones estratégicas, debidamente articuladas, que permitan recomponer el aparato productivo, de manera que logre reintegrarse a las cadenas logísticas nacionales, regionales y mundiales.

Se deben implementar los mecanismos que permitan la pronta recuperación económica del sistema de salud, ante las inmensas erogaciones generadas en los últimos dos años. Es imprescindible evitar el deterioro de la atención médica y estamos en obligación de preservar el modelo de salud heredado de nuestros padres y abuelos: este es un pilar imprescindible para mantener y fortalecer nuestra democracia.

En el campo de la educación, se deben realizar las transformaciones orientadas a superar la mediocridad en la que se encuentra sumido. Resulta indispensable que la educación retome el lugar que le corresponde, como el instrumento formativo, que permita a los costarricenses cumplir con los requerimientos impuestos por la sociedad del futuro: los ciudadanos deben de tener la capacidad de realizarse personal, social y profesionalmente.

Preocupa sobremanera la atención de los problemas en este campo. Las disposiciones que se tomen hoy día tendrán un impacto dentro de diez, quince o veinte años. Es de transcendental importancia escoger la mejor gente, para que decida y ejecute las acciones orientadas a sacar el sistema educativo de la profunda crisis en que se encuentra inmerso.

El narcotráfico se ha convertido en opción de entrada y muchas veces de salida para miles de jóvenes, que quieren dinero fácil. Más de 500 personas han muerto en 2021, como resultado de asesinatos y ajustes de cuentas. No he visto hasta el momento propuestas serias para luchar contra el crimen organizado nacional e internacional, que lamentablemente y según estimaciones reservadas, constituye un porcentaje importante de la economía nacional.

Como país, no podemos seguir postergando la atención de esta problemática.

Estos temas y otros que no abordo por un asunto de espacio, serán parte de las tareas que deberán enfrentar las autoridades que asuman las estructuras políticas a partir del 1 y el 8 de mayo de 2022.

Es por eso por lo que preocupa el rumbo que hasta el momento ha tomado la campaña.

Por una parte, seguimos ayunos de planteamientos, ideas, propuestas y programas que permitan visualizar un norte claro. Lejos de asumir compromisos y posiciones, los comandos de campaña han convencido a los candidatos, imagino que por mero cálculo político y para no perder votos, de que no deben de emitir claramente sus posiciones: esta ha sido una campaña de enunciados y opiniones livianas. Hasta el momento, si algo la ha caracterizado es la prevalencia de “candidatos veleta”, hoy dicen una cosa, mañana se desdicen y afirman lo contrario.

Pero lo más grave es que, lejos de comprender que requerimos autoridades que rescaten la majestad del cargo -tanto en el Poder Ejecutivo como en el Poder Legislativo-, los comandos de campaña, no sé por qué razones, han permitido, -como malos directores y apenas tramoyistas de medio ver-, que los candidatos se conviertan en actores, bailarines y comediantes.

Posiblemente mi ignorancia en el arte de comunicación política no me permita comprender la cantidad de votos que atrae, entre los jóvenes y otros sectores de la población, un “candidato bailador o saltarín”, otro dando vueltas en círculo, protagonistas de videos de la red Tik Tok, en donde es fácil identificar a un actor o un comediante, pero poco probable reconocer a un estadista.

Esta es la realidad que hemos vivido los últimos días: los partidos, lejos de producir y difundir un mensaje que genere esperanza entre los costarricenses, han transformado a los posibles gobernantes en actores, comediantes y en algunos casos, hasta en bufones.

Esperemos que en el mes de enero los comandos de campaña tomen en serio las elecciones y podamos conocer las propuestas políticas que nos permitan elegir con sensatez, a quienes dirigirán los destinos de nuestro país, los próximos cuatro años.

En el 2022 estamos en obligación de ejecutar nuestros derechos políticos con cordura, de manera que podamos elegir a las mejores personas y equipos, para enfrentar los retos que se ciernen en el horizonte Patrio.

Feliz 2022 y los mejores deseos para que el Nuevo Año sea, por mucho, mejor que el que termina.

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