Michel Rocard

Ocean Castillo Loría

Michel Rocard

No es socialdemócrata el que quiere. La apelación no basta, hay que hacer propios los valores de la socialdemocracia”.

El liberalismo doctrinario, que tiende a sustraer toda la vida económica y social de la decisión democrática, no puede aportar una solución adecuada a las sociedades marcadas por el desequilibrio de fuerzas complejas”.

Michel Rocard.

I

El pasado 2 de julio, falleció Michel Rocard.

Entre el 13 y el 23 de marzo de 1983, se dice que el Partido Socialista (PS), Comenzó su giro ideológico. En mayo de 1981, Francois Miterrand, había ganado las elecciones de 1981, con un programa de gobierno que implicaba: nacionalización de 30 bancos y 5 grandes grupos industriales estratégicos. Además de subida de subsidios familiares y del salario mínimo.

Para febrero de 1983, Miterrand, expresaría la crisis de decisión por la que pasaba su gobierno: “Estoy repartido entre dos ambiciones, la de la construcción europea y la de la justicia social. El sistema monetario europeo es necesario para lograr la primera y limita mi libertad para la segunda”.

En marzo, de ese año, la historia cuenta que, el Primer Ministro Pierre Mauroy; el Ministro de Finanzas, Jaques Delors, y otras personalidades del PS, como Michel Rocard (Ministro de Estado y Planificación), así como el consejero Jacques Attali y el Director del tesoro, Michel Camdessus, convencen a Miterrand, de un cambio hacia la apertura económica. En esta línea se ubicaban, Ronald Reagan en Estados Unidos y Helmut Kohl en Alemania.

Attali y Camdessus, convencieron a Laurent Fabius, de dar el giro hacia la liberalización. Fabius, tenía gran influencia y hasta poder sobre Miterrand. A mediados de marzo de 1983 (Propiamente el 16 de ese mes), el abrazo a la apertura europea era claro, el 23 de marzo, Miterrand diría: “No queremos aislar a Francia de la Europa de la que formamos parte”.

La socialdemocracia clásica, retrocedía ante el monetarismo.

Rocard, fue un opositor de Francois Miterrand a lo interno del Partido Socialista (PS). Se dice que Rocard tenía una visión más renovada del socialismo de la que tenía Miterrand, pero a finales de 1985, Rocard debe ceder en su oposición, de cara a tratar de suceder al gran Francois.

Para ese momento, Rocard era crítico de la gestión de Miterrand, pedía una definición clara en términos ideológicos del PS y posibles coaliciones para continuar en el poder. La posición “Miterranidista”, la defendió en esa época Lionel Jospin, manteniendo cierta crítica al gobierno, pero además expresando que el PS, defendía una socialdemocracia cercana a los asalariados, una socialdemocracia de izquierda y no, de centro – izquierda. En cuanto a las alianzas, Jospin no le cerraba la puerta a un pacto con los comunistas.

Rocard sabía que la política es ciencia de realidades… concordó con Jospin en cuanto al tema ideológico y trató de no profundizar sus divisiones con Miterrand. No cabía duda que con la moderación, Rocard buscaba el poder.

Miterrand, lo nombró primer ministro en 1988. Rocard, quien había sido uno de los principales dirigentes de las protestas de 1968, había dado pasos para ir acercándose al poder, entre ellos, fusionar su pequeño partido (Partido Socialista Unificado), al PS, pero variando su línea ideológica de lo clásico a lo flexible, con lo que se oponía a Miterrand. Pese a ello, Rocard logró institucionalizar el salario mínimo y gravar con un impuesto especial, que buscaba garantizar la seguridad social.

Además, Michel Rocard, mostró mano dura cuando aprobó por vía decreto, leyes que no contaban con suficientes apoyos parlamentarios. Esto lo hizo en 28 ocasiones…

El peso de Rocard como ideólogo, se verá por ejemplo, 2 años después (1990), cuando en un coloquio, acerca de la ruta de Europa del este, expresó las siguientes ideas:

– El siglo XXI ha comenzado en 1989, con la caída del comunismo. Esto ha implicado que Europa se reencuentre en el ámbito nacional y cultural.

– La caída del comunismo, no significa “el fin de la historia”, como lo había proclamado de manera imprudente el politólogo estadounidense, Francis Fukuyama.

– La nueva situación del siglo XXI, volvía a poner en la palestra, el tema de la convivencia entre libertad y justicia social.

– Rocard se definía como claro socialdemócrata.

– Hay que buscar un equilibrio entre los países de Europa central y oriental.

– Entre conflicto y democracia, la vía a seguir, es el de la democracia.

– Para hacer reformas, hay que dialogar y negociar.

– Debe construirse un nuevo régimen de relaciones internacionales, para introducir entre los Estados, nuevas regulaciones jurídicas.

Tres años después, las tesis de Rocard, ponían a reflexionar a la socialdemocracia en Europa: ¿Había o no había un acercamiento entre las derechas y las izquierdas en el viejo continente? Debe decirse que para muchos científicos sociales, ese acercamiento entre socialdemocracia y neoliberalismo, en Costa Rica, se venía dando desde principios de la década de los ochentas.

Volviendo a Rocard, sus tesis asomaban al hecho de que la socialdemocracia debía abordar nuevas problemáticas: discriminaciones corporatistas, nacionalistas, racistas y sexistas, la exclusión de las juventudes y los de la tercera edad, las violaciones a los derechos de los consumidores y la destrucción de la ecología; la pasividad ante los conflictos armados o la pobreza fruto del modelo de capitalismo salvaje.

Su visión, buscaba combatir la falta de democracia, el sectarismo, la oposición a la participación ciudadana, un retorno del socialismo al leninismo o hacia otras formas autoritarias. Se trataba su pensamiento, de asumir nuevas formas de hacer política con transparencia hacia la ciudadanía.

En este aspecto, es que creemos nosotros, que la izquierda democrática o socialdemocracia en Costa Rica, no debe cerrarse a una síntesis ideológica, entre socialismo y democracia. Solo así, se combatirá por ejemplo, la judicialización de la política, la irresponsabilidad de los medios de comunicación entregados a “la sociedad del espectáculo” y la falta de transparencia en la administración pública.

En esta línea, como lo pensaba Rocard, no basta la intervención del Estado en la economía (Sin negar su importancia), sino, una alianza con la sociedad civil organizada. En este punto, como lo hemos dicho en otro momento (“Políticamente: ¿En qué creemos?”); una propuesta de izquierda democrática en Costa Rica, no puede despreciar, ni a grupos de interés, ni a grupos de presión.

El olfato político de Rocard, (La habilidad política que Maquiavelo llamaba “Virtú”), quedó probada en el 2007, cuando había advertido que S. Royal, entonces compañera sentimental de F. Hollande, fracasaría en las elecciones, que ganó la derecha con Nicolás Sarkozy. Por ello, Michel hizo un llamado de alianza entre el PS y el partido de centro político, representado por F. Bayrou.

Ya desde antes, Rocard tenía claro que ninguno de los precandidatos socialistas de aquel momento (Strauss – Khan y Fabius), iban a ganar. Esto, porque aquella campaña se basaba fuertemente en lo que el politólogo estadounidense, Dick Morris, llamara la “triangulación”, es decir, en robarle ideas al rival. Al final, Royal buscó tarde la alianza con Bayrou, el triunfo fue de Sarkozy y Rocard pronosticaba sufrimiento para la base electoral del PS.

Para el recientemente fallecido socialista, el enemigo no era la derecha, no era Sarkozy: era la inseguridad y el miedo. Rocard tenía razón y nadie le hizo caso…

Es interesante, cuando hace más o menos 5 años atrás, a Michel Rocard se le preguntaba por la crisis de la socialdemocracia, decía que uno de los grandes problemas de esta corriente política, era que no se habían vuelto a realizar análisis de grandes coyunturas. Repetimos que es interesante, en el tanto en Costa Rica, desde hace mucho tiempo no se observa un ejercicio de este tipo.

Desde el PLN (Por ejemplo), algunos de sus grandes líderes, se limitan a decir que nuestro país, es pequeñito y no puede oponerse a la globalización monetarista; otros, exponen soluciones descontextualizadas y otros, más allá; aspiran a presentarse como una especie de “Trump criollo”, que por la vía de la confrontación, llamen la atención del electorado.

Ante ello, Costa Rica presenta impaciente un escenario de víctimas de la globalización ante los pacientes precandidatos no solo del PLN, sino, de otros partidos políticos. Esas víctimas son: los desempleados, los trabajadores del mercado informal y los pobres.

Hoy sabemos que los seguidores de Milton Friedman, estaban equivocados: los mercados equilibrados son una utopía: se requieren reglas, subvenciones o tasas. Hoy lo que reina en este desorden neoliberal es la corrupción.

Frente a ello, Rocard expresaba que la respuesta debía encontrarse en el reconocimiento de las bondades y defectos de la economía de mercado. Nosotros, por nuestra parte, hemos dicho que, la socialdemocracia costarricense, debe abrazar sin miedo, el concepto de economía social de mercado con un fuerte componente de planificación (De nuevo citamos: “Políticamente: ¿En qué creemos?”). La socialdemocracia costarricense no es marxista. Propone la “revolución posible” de Daniel Oduber: el capitalismo debe ser regulado, no derribado.

El socialista francés, decía que el capitalismo funcionaba con tres regulaciones: la seguridad social, las medidas Keynesianas contra la anarquía internacional y los altos salarios. En Costa Rica, el primer regulador nos lo dio la administración Calderón Guardia, los otros dos los vivimos en las administraciones de José Figueres, Francisco Orlich y Daniel Oduber.

Rocard decía respecto a los partidos socialdemócratas de Europa, que no podían prometer tonterías, nosotros decimos que el o los partidos socialdemócratas en Costa Rica, no pueden caer en populismos, pesimismos o confrontaciones absurdas. La socialdemocracia en Costa Rica, deberá poner en la agenda nacional la idea de señalar y luchar por un capitalismo internacional regulado.

De igual modo, tomando en cuenta la crisis que vive el PAC o la debilidad estructural de otras opciones partidarias, el PLN debería pensar en mostrar lo mejor de sus cuadros intelectuales, dejando claro al electorado, que no se opone a la economía de mercado, con las tesis que hemos mencionado anteriormente.

Eso sí, debe tener claro Liberación Nacional, que girar hacia una visión de izquierda va a ser duro y si se quiere largo, frente a los sectores que se han beneficiado del capitalismo salvaje. Además debe tenerse claro que las ideas socialdemócratas, no deben vencer por la vía del mercadeo electoral, sino, por el árido camino de las verdaderas ideas, de los verdaderos planes, de los verdaderos programas.

Las ideas socialdemócratas deben triunfar, no a costa de la desestabilización del gobierno de Luis Guillermo Solís, no a costa de complicar los problemas del país, no deben triunfar estas ideas poniendo la democracia y la economía en riesgo.

Este es el espíritu que hereda a los socialdemócratas Michel Rocard.

En esa línea, de cara al 2018, el o los movimientos socialdemócratas, deben buscar la mayoría para ejercer gobierno (Tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo), para ello, se debe hacer una lectura audaz, de los nuevos instrumentos culturales y sociales, esos que se desarrollan, en medio de las contradicciones del capitalismo global.

Solo de este modo, la socialdemocracia en Costa Rica dejará de seguir en procesión vergonzante, las respuestas del monetarismo. Es hora de entender que las bases electorales de la socialdemocracia, probaron las mieles del Estado de Bienestar y no tragan la utopía neoliberal, que nos ha traído empleo precario, bajos salarios, desocupación o subocupación o sectores profesionales que solo tienen una cosa que vender: “su fuerza de trabajo”.

Rocard tenía razón cuando señalaba que uno de los problemas de la socialdemocracia, era la pérdida de su identidad. Hace unos años (Bastantes ya), un ex secretario del Movimiento Libertario, aplaudía que el PLN, abrazara tesis neoliberales.

La socialdemocracia debe recuperar sus ímpetus transformadores, para sentar las bases de un nuevo modelo económico y social…

Quizás en ese contexto, sea positivo que desde la izquierda democrática, se señale el sistema fiscal injusto de Costa Rica, que favorece a los poderosos en detrimento de los pobres. Que se señalen desde la socialdemocracia, los altos niveles de evasión fiscal en el país.

Que se señale que la inflación sube y que los salarios no crecen ni crecerán…

De no hacerlo, el electorado costarricense, seguirá dando la espalda, lo que le hará perder a la socialdemocracia, influencia y poder en las realidades políticas y sociales, lo que mostraría la razón en las lecturas políticas de Michel Rocard, lecturas que en términos generales, irían más allá de Europa misma.

Volvamos a la historia, en el 2011, Francois Hollande, prometía hacer prevalecer tesis socialdemócratas frente al monetarismo de Merkel y el CDU… hoy sabemos que por más que proclamó victoria, Hollande fracasó y Rocard volvió a tener razón.

II

Rocard nos deja una muy rica y crítica herencia a los socialdemócratas: es hora, de profundizar en la realidad de la globalización y darle respuesta a sus defectos. Para ello, deben retomarse conceptos como el del espacio y tiempo históricos de Víctor Raúl Haya de la Torre (Volvemos aquí, a recordar nuestro artículo: “Políticamente: ¿En qué creemos?”)

Grandes son los desafíos que tenemos por delante: el deterioro ecológico, el terrorismo internacional, la informatización que acelera el movimiento de los capitales y el precarismo en el empleo que ya hemos mencionado.

Es hora de que la socialdemocracia costarricense tenga una visión universal, conteste a la “aldea global”, que somos. Hemos de enfrentar ese desafío, oteando los perjuicios que ha generado en Costa Rica, el modelo de liberalización económica.

Un sistema financiero poco transparente (Lo que afecta a consumidores y a inversionistas), aumento de la desigualdad, profundización del subdesarrollo, de eso nunca hablaron los “gurúes del libertinaje de mercado”.

Frente a esto, vale la pena explorar el pensamiento de Rocard, en el sentido de que debe darse, para llamarlo de algún modo, una “triada virtuosa”, entre Estado, mercado y sociedad civil. Así, capital, mercado y competitividad; deben dar espacio a: trabajo, Estado y solidaridad.

En esta lógica, en nuestro artículo anterior, que hemos citado ya aquí, tantas veces, hablábamos de la creación de un Consejo Económico. Ahora basados en Rocard, podríamos ampliar esta cuestión a la creación de un Consejo de Seguridad Social, en que el sector público y privado, relacionado con estos temas, puedan generar planes y programas sociales, que puedan ser presentados a las instancias del Estado en esa materia, para que se puedan tomar decisiones y ejecutarlas.

Pero no solo eso, la creación de este tipo de Consejo, debe elevarse a una política global, en instancias como la Organización de Naciones Unidas (ONU). En ese sentido, también deben reforzarse las políticas globales de protección ecológica y la tasación internacional para apoyar al desarrollo.

Todas estas tesis, resultan urgentes, tomando en cuenta que, por ejemplo, en los Estados Unidos existe la probabilidad de que el Republicano Donald Trump pudiese ganar las elecciones de noviembre.

La preocupación resulta válida, si de ganar Trump, se retrocede en una política que viene alimentada desde Roosvelt, Kennedy y el mismo Bill Clinton, en el sentido de un mejoramiento de la gobernanza mundial. Estamos ante el peligro de observar a Donald Trump, como árbitro mundial, decidiendo que su bien, es el bien mundial y su mal, es el mal del planeta.

Y es que como lo vemos en Estados Unidos y lo hemos visto en Europa (Inglaterra, Francia), la derecha se sustenta en el aislacionismo y el populismo. El peligro que se observa en todo ello, es la deshumanización de la sociedad (Pasar de una economía de mercado a una sociedad de mercado)

Ante ello no es descabellado, aunque parezca contradictorio, decir que se requiere un “reformismo radical”. Un reformismo, que desenmascare el amor idólatra hacia el dinero y el desprecio hacia los equilibrios financieros. Y sobre todo, denunciar y buscar respuestas al desempleo y al trabajo informal. Esto implica, aumentar la demanda.

Rocard nos confirma con su pensamiento, algo en lo que muchos socialdemócratas, no han caído: la ética del liberalismo original (Las virtudes del capitalismo puritano del “Marx de la burguesía”, Max Weber o la idea de Calvino, de poder acceder a la riqueza, bajo la condición de reinversión o redistribución) han desaparecido: el viejo liberalismo no es el neoliberalismo.

Rocard nos hace un llamado vital para los socialdemócratas costarricenses: decir sin miedo que creemos en un capitalismo regulado. Esta no es la realidad del capitalismo globalizado. Esto lo hace inestable.

Desde esa perspectiva, una de las principales luchas de la socialdemocracia, en la esfera internacional, es que la política subordine a la economía en el ámbito del sistema social. No se trata de utopías ilusas, ni de “cuentos de marcianos”, la ecología nos grita que el capitalismo debe ser regulado.

Jesús decía que donde está nuestro tesoro, ahí está nuestro corazón. Por eso no es equivocada la tesis socialdemócrata del bien vivir, pero debemos comprender que ese bien vivir, implica amistad, amor, arte, cultura, deporte, familia, fiesta etc. Es decir, actividades de bajo impacto ecológico, actividades por las que se debe luchar a que accedan las clases menos privilegiadas.

Con estas ideas socialdemócratas, que son las ideas de Michel Rocard, se probará, fuera de toda duda razonable, que más a la izquierda de la socialdemocracia, solo está el pasado…

¿Y hacia la derecha?: el capitalismo salvaje… la impopularidad…

Eso sí, los socialdemócratas costarricenses, debemos comprender que, no se puede seguir luchando por el poder, con ideas de izquierda democrática y ejerciéndolo, al mejor estilo de la derecha neoliberal.

Así como debemos dar una lección a los neoliberales, debe dársele a la izquierda radical, a aquellos que se indignan, pero proponen, como diría Daniel Oduber, “la revolución imposible”, los que esperan una especie de “fin del mundo capitalista”, y el nacimiento de un socialismo aislado de la realidad.

Se trata de proponer para hacer, no de bloquear; se trata de actuar, antes de frenar; se trata de conquistar nuevos horizontes. Si los sectores líderes de las corrientes socialdemócratas, no siguen esta senda, no vencerán a la derecha, la terminarán llevando al poder bajo sus insignias (Así de doloroso es). Para los comunistas, basta el enojo, antes de tener una mirada realista y la política es ciencia de realidades.

Ya las bases electorales socialdemócratas, no aguantan excusas: los poderes fácticos, las herencias del pasado (La ingobernabilidad, los problemas fiscales etc.); la imposibilidad de “zafar”, de los males del modelo de liberalización económica.

Ante esta realidad, el desapego a la voluntad popular, podría ser de tal nivel, que un potencial gobierno socialdemócrata 2018 – 2022, podría gobernar para complacer a las “calificadoras de crédito” y no al pueblo que le vote en las urnas.

De nuevo, los gobiernos gobernando para entidades no – democráticas: uno de los principales temores de Michel Rocard hecho realidad… como resultado de ello, ni si quiera se modifica la dominación del capital.

Si esta fuese la triste realidad de un gobierno socialdemócrata en Costa Rica del 2018 al 2022, de nuevo se habrán hecho promesas de cambio que no se realizarán, cavando con más profundidad la tumba de una opción de izquierda democrática.

Rocard decía que la República Francesa, sería social o no sería… en Costa Rica, los socialdemócratas deberíamos decir, sin miedo, que la economía en el país debe ser social – democrática y la ética que debe guiarnos es la cristiana (José Figueres Ferrer)

Pero para ello, debe denunciarse la línea pro negocios, pro capitalismo salvaje, anti movimientos sociales, que tienen muchos que se dicen socialdemócratas… y hasta el “Corrido a Don Pepe”, cantan ante su tumba, cuando se sienten deprimidos.

Si la socialdemocracia ha de volver al poder, debe tener la capacidad de redistribuir la riqueza y poder demostrarlo (Se debería de dar un compromiso de en cuánto se puede reducir el índice de Gini en un cuatrienio) y probar lo contrario cuando gobiernan partidos como el PUSC e incluso el PAC. Y ante el FA, debe demostrarse la realidad de que no se puede sacrificar el bienestar, en nombre de una igualdad mal entendida.

Si la socialdemocracia ha de volver al poder, debe definir una política propia que combine crecimiento económico con igualdad, donde se defina claramente el papel del Estado (El grado de flexibilidad que vivimos desde la década de los ochentas, nos debe hacer regresar a esto, que es básico)

En este aspecto, la socialdemocracia costarricense, debe ser clara: no se trata de “ser flojo en materia de déficit fiscal”, no es así como se impulsa la economía ni se redistribuye la riqueza. No podemos seguir heredando deudas y déficits a las generaciones futuras.

En Suecia, los socialdemócratas dejaron de usar políticas de déficit en 1932.

En Costa Rica, deben incrementarse las políticas sociales, sin olvidar la competitividad. Conste que desde hace años, parece hacerse lo contrario. Ejemplos desde la izquierda democrática tenemos para probar que políticas sociales y competitividad, pueden ir de la mano:

– Helmut Scmidt (1974)

– Felipe González (1982)

– Olof Palme (1982)

– Michel Rocard (1988)

– Fernando H. Cardoso (1995)

En esta línea, la socialdemocracia costarricense, no debería aceptar que todo ajuste económico recaiga sobre jóvenes, mujeres y trabajadores (Sobre todo, si estos últimos, son temporales o están en el mercado informal)

Así las cosas y con altura de miras, deberíamos preguntarnos qué están haciendo gobiernos socialdemócratas en Suecia (Kjell Stefan Löfven), o los Demócratas en Estados Unidos. Se trata de ubicar la reflexión en un crecimiento sostenible y la búsqueda de la igualdad, luchando contra la pobreza y promoviendo una educación que conduzca a la movilidad social.

III

Rocard ha muerto.

Francia se debate en la crisis del PS y una ultraderecha (Marine Le Penn), explota en protestas sociales y esperanzas de llegar al poder (Cosa que se considera poco posible o probable, pero se abre la posibilidad de que el Frente Nacional, llegue a una segunda vuelta, lo que tornaría ese escenario, en una confrontación entre derecha y ultra derecha en el país galo)

Ante esto, las últimas declaraciones de Rocard, resultan demoledoras: “La izquierda francesa es la más retrógrada del mundo”.

Un político sincero, y como diría su discípulo Manuel Valls: “Un militante, un visionario y un hombre de Estado; un reformador eficaz”.

De él, debemos aprender los socialdemócratas del mundo, soñar unidos a la realidad, no temer a las reformas radicales, no temer a llamarnos socialdemócratas, uniendo utopía y modernidad.

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