Mi voto

Adriana Núñez Artiles

Adriana Núñez

Voy a votar por José María Figueres, como muchos sabrán. No solo porque conservo un enorme respeto por los postulados liberacionistas, por quienes permitieron que la democracia se arraigara en Costa Rica, sino también por muchos de los que crecieron bajo su amparo y en distintos períodos, lideraron los destinos del país. Seres humanos con virtudes y yerros, pero innegablemente comprometidos con el desarrollo, la justicia social y la defensa de los derechos humanos sin distingo de raza, sexo u origen.

Ciertamente la corrupción ha hecho estragos y lastimado hondamente la credibilidad ciudadana, pero en el recuento final, los hechos históricos favorables a la paz, al crecimiento económico y al respeto por las necesidades de hombres y mujeres, superan largamente la escueta lista de quienes, en el Partido Liberación Nacional, en tantas décadas de existencia, hayan perdido el norte.

Mayores sufrimientos han vivido los costarricenses en virtud de los actos realizados por inescrupulosos, inexpertos, advenedizos y descarados de otras denominaciones políticas e incluso del sector privado, que han tenido impacto directo en las arcas de nuestra nación y desestabilizado importantes instituciones de servicio.

Las muestras fehacientes de los estragos que han causado los ensayos políticos de grupos antisistema democrático y básicamente, oportunistas, en materia de ética, educación cívica, educación formal, capacidad de discernimiento, valores, uso adecuado del lenguaje, participación en la vida del país, etc. están a la vista. Basta leer las barbaridades: insultos, chotas, irrespeto por las opiniones ajenas, agresividad, soberbia, terquedad extrema y una ralísima capacidad de entendimiento que muestran personas -que incluso han pasado por las aulas universitarias- para darse cuenta de que hay un gran número de gente dañada y enceguecida, que no está sopesando el riesgo que correrá Costa Rica si se encumbra a un personaje tan degradado moralmente y tan peligrosamente irresponsable como lo es Rodrigo Chaves.

Particularmente, no puedo entender la postura de mujeres medianamente instruidas, que en pleno siglo XXI voten por un acosador sexual. Entiendo el caso de Pilar Cisneros, porque ella es aún más machista que los propios machistas varones y porque su odio hacia el Partido Liberación Nacional y específicamente hacia José María Figueres quedó en evidencia hace ya muchos años, cuando aún trabajaba en Canal 7, donde orquestó una campaña mediática de desprestigio en su contra, para evitar que llegase a la presidencia de la República. Actividad que tal y como lo estimó el Tribunal de Honor y la comisión investigadora del Colegio de Periodistas de Costa Rica en 1994, reñía con la ética profesional.

Veo a personas desbocadas en estos espacios de redes sociales, defendiendo a Chaves y promoviendo insultos a su contrincante liberacionista. Acusando sin prueba, como en los antiguos tribunales espurios de la Inquisición.

Y a conocidos que otrora consideré maduros emocionalmente, dejándose llevar por cualquier cuento, venga de donde venga.

En fin, la disyuntiva es delicada. Y seremos los electores quienes marquemos el destino del país en los próximos años. En mi caso, me alineo con la experiencia, con la base política más importante y fructífera de Costa Rica, que afortunadamente se ha ampliado mediante la incorporación abierta y transparente de personas de bien, procedentes de otras filas; con la madurez que sabe combinar el ímpetu de la juventud y por supuesto, con la sencillez, que representa mejor a los costarricenses que la vociferación y la prepotencia.

Hago un llamado a la cordura para que el circo que hemos visto desde el silencio y la impotencia en los últimos ocho años, no se prolongue durante varios años más.

Periodista

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