Ana Ruth Quesada B.
Dios, porqué diantres me llevaste al PLN. ¿Porqué? Porque fíjate Dios que, a mí ni me interesaba, ni me motivaba excepto por su tendencia socialdemócrata. ¿Por qué desde el 2010, me llevaste a conocerlos y colaborar con este partido? ¿Porqué?
Y me parecía percibir entre el sueño y la penumbra algo que no me respondía mis preguntas, sino más bien me hacía más preguntas:
¿Estás molesta por el tiempo dedicado a esta organización? ¿Sientes que has perdido el tiempo y el esfuerzo durante estos años de colaborar con ellos? O conociste y entendiste complejos detalles del quehacer político, ¿que de otra manera ni te los hubieras imaginado?
¿Mejoraste como persona? ¿El trabajo y la relación con este partido, te hizo una mejor persona? ¿Conociste a personas realmente versadas y expertas en temas de economía, salud, pobreza, política internacional y educación?
Y yo replicaba dentro de mi misma. ¡Ah no Dios! Ahora explícame porque me llevaste en el momento que la organización se desdibujó, y como que perdió su norte y nunca más se recuperó. Y ha sido fracaso tras fracaso, y me ha tocado ser testigo de despreciables traiciones internas, malos manejos de campañas e increíbles maltratos a los mejores dirigentes. ¡Ah no Dios!
Y volvía dentro de mí, no la respuesta esperada, sino más preguntas. ¿En que condiciones hubieras aprendido más? ¿En la dinámica del éxito o de la crisis? ¿Desde la certeza y la vanidad de la victoria o desde la confusión y tristeza de la derrota? ¿De qué manera hubieras podido interpretar mejor el corazón de una organización política? Y que, si lo analizas bien, no es una organización. Es la organización. No es un partido, es El Partido. ¿O no?
A lo que no pude más que responder con gratitud, gracias. Gracias Dios, porque me llevaste el mejor lugar, con las mejores personas, en el momento correcto. Gracias.