Por Hernán Calvo M.
¿Cuáles son en definitiva los valores que regulan nuestra cuestionable conducta humana? ¿Pueden fácilmente aplicarse y practicarse conscientemente esas variables del carácter y personalidad a nuestras simpatías, empatías, antipatías y psicopatías? ¿Son nuestros ordenadores mentales compatibles o incompatibles biológicamente? De ser así ¿se toma usted el tiempo razonable para ordenar inteligentemente sus ideas o pensamientos antes de hablar y luego actuar? Estoy completamente convencido que muy pocos lo hacemos y las consecuencias son desastrosas en nuestras relaciones interpersonales.
Viene en este momento a mi memoria la frase de un connotado personaje bíblico del Nuevo Testamento -Pablo- quién afirmó: “Cuando era niño pensaba como niño…”; y resulta que como adulto murió decapitado por sus incompatibles detractores. A la vez, irónicamente. todos sus compañeros ideológicos, excepto uno… Juan, fueron vilmente asesinados por sus discrepancias con el sistema dominante de su época. Curiosamente todos esos hombres compartían simpatías y empatías con su Supremo líder Jesucristo, quién a su vez luchaba contra la ignorancia prevalente y antipatías de su generación retrógrada. Dígame usted, apreciable lector… ¿han mejorado en algo las condiciones mentales del género humano que regulan nuestras complicadas actividades colectivas?
Antes de responder a la interrogante planteada, lo invito a reflexionar sobre la imperante violencia manifiesta en los eventos deportivos, en la motivación de las olas de migrantes en todo el planeta, en la corrupción generalizada de los políticos sin vergüenza, en aquellos que cambian su naturaleza sexual por la que más sienten empatía. ¿Será cierta la frase maquiavélica de que… “El fin justifica los medios”? Una mujer que en apariencia es fiel a su Dios-Jehová me aseguró “que hay muchas clases de amor” en razón de que ella goza de la preferencia de su hijo ante el amor de su esposa; ¡entendí que la esposa ocupa el segundo lugar en la vida de su hijo! ¿Será por eso que las suegras son tan antipáticas en las vidas de sus hijos casados?
Me causó sorpresa, sinceramente, esa extraña definición del Amor que origina precisamente las incompatibilidades amorosas para dar paso al odio desnaturalizado. Porque si el máximo promotor del Amor… que es Dios quien nos manda amar, no mostró tolerancia, comprensión y piedad ante su criatura Luzbel (el Diablo) por su rebeldía, como lo haría un padre ante las discrepancias de la inmadurez de un hijo que “piensa como un niño”, concluyo entonces que nuestros ordenadores mentales sufren de un desperfecto genético por herencia paterna. Así pues, nuestras capacidades mentales están sujetas a la supremacía de la mente dominante según sean sus motivaciones o intereses altruistas. ¡Aleluya!