Freddy Pacheco León
Hace 74 años, un 12 de octubre, en el suelo fértil, cielo azul y clima fresco de finca La Paz, en San Ramón, se sembró la semilla, del Partido Liberación Nacional. En ese lugar, en ese día de 1951, se unieron las manos, mentes y voluntades de don Pepe, don Chico, don Daniel y don Luis Alberto, con el compromiso de propagar esa semilla que había nacido y nutrido en los años 40 y que eventualmente floreció con las ideas de la socialdemocracia, que inspiraron (junto al socialcristianismo del doctor, monseñor Sanabria y Manuel Mora) a una generación que aspiraba superarse.
«Es que eran otros tiempos con diferentes retos», todavía dicen con desfachatez los renegados. «La socialdemocracia no se puede aplicar al mundo contemporáneo», agregan. «Las leyes del mercado nos hacen volver la mirada hacia Milton Friedman», aunque eso conduzca a alejarse cada día más, de ese pueblo que al perder la esperanza, cometió el error de seguir a un desagradable populista neoliberal.
Solo por su escasa lectura, y su falta de formación ideológica, tales egoístas liberacionistas, incluso han sido capaces de afirmar que «Don Pepe habría vendido los bienes del Estado», porque para ellos solo existe el camino trazado por políticos empresarios, que precisamente al lucrar con los bienes y servicios de todos los costarricenses, han contribuido hacia la tambaleante e injusta situación que sufre más de un millón de compatriotas sumidos en la pobreza y la miseria extrema, inherente al «capitalismo salvaje» sentenciado por Juan Pablo II. PERO como corren buenos aires, renovadores, frescos, bajo la guía del candidato Álvaro Ramos y los incuestionables aspirantes a legisladores, que completan esa gran orquesta sinfónica, nos negamos a creer que de ese PLN originario quizá solo quede la nostálgica bandera. Ya los que renunciaron a ella y regresaron, son conocidos y son cosa superada. ¡Dejémoslo por allí!
Lo que interesa hoy, es retomar la SOCIALDEMOCRACIA, esa que nutriera el pensamiento de los grandes que, hombro con hombro, creyeron que los productos de las cosechas serían multiplicados y usados para amasar un futuro mejor. Se ha de tener esperanza y predecir, que aquellas semillas estarán por ahí latentes, en espera de las manos bondadosas que las rieguen, para hacer brotar sus retoños en ese suelo fértil. Eso sí, sin complejos, con valiente disposición, para que el pensamiento figuerista, las ideas socialdemócratas, inspiren nuevamente a los costarricenses que hoy se sienten hundidos en la desesperanza, que provoca un gobierno que se muestra dispuesto a destruir esa Costa Rica nacida en los años 40, principalmente.
La tarea no es partidaria, como nunca la vió don Pepe. No, la idea es patriótica, inmensa pero posible.