Me volvieron viejo y no me di cuenta

De vuelta 7

Mauricio Castro Salazar
mauricio.castro.salazar@gmail.com

Mauricio Castro

No crean que me he vuelto viejo por la locura y zozobra que vive el país, nada que ver… (por ahora), de hecho decidí no escribir sobre ese tema porque ya estamos como saturados, es como mucho con demasiado… Pero sí, en 45 días me envejecí al menos 5 años. Aunque no me lo crean. Y lo que es peor: No lo puedo aceptar y no la vi ni pasar.

Resulta que por cosas no previstas me tuve que pasar una larga temporada en Suiza. A la gente con edades cercanas a los 65-69 años la ven todavía útil y con valor (yo todavía ando largo de esa edad, tengo 60). La ven joven, porque la sociedad se envejeció y en la calle anda gente mucho mayor. Uno no es que se vea güila en comparación con la gente que se ve en la calle, pero si, digamos, muchachón…

Y oí mi vocecita interna que comentó nada más: “—Hmmm….carajo, ¿qué querés demostrar?”

Aquí no. En el nuevo mundo es otra cosa. A la gente mayor de 60 años la están empezando a considerar como que ya no sirve o que debe dejar espacio para los que vienen detrás, que no está del todo mal y es como tiene que ser, pero debe ser en dosis y no de un solo güevazo como algunos pretenden.

En los días que tengo de haber vuelto siento que alguna gente me ve viejo y golpeado, en particular los guardas. Me echaron por lo menos 5 años encima. Me llevaron a ciudadano de oro de un solo tiro. Me sumaron 5 años de un solo güevazo. Yo sé, como me han dicho varias veces, que le puedo sacar provecho, que no me agüeve, pero ¡que tristeza!

“Diay Castrosalazar, ¿qué es todo esto? ¿te están sintiendo viejo?”—me dijo mi vocecita interna.

Me quedé en silencio un ratito dándole vuelta al tema, pasé 5, 10, 20 minutos.

Me chequié para ver qué es lo que pasa, a ver si me estaba sintiendo viejo o no, pero concluí que una cosa es lo que yo sienta y cómo me veo y otra es como me ven. Ya comenté la escena en el PriceSmart de hace unas semanas, en la que de buenas a primeras me calificaron de ciudadano de tercera edad, adulto mayor, pero recurrentemente me están pasando cosas parecidas. ¿Me veré como ciudadano de oro?

No más ayer fui a un pequeño centro comercial que está cerca de la Cruz Roja de Santa Ana, donde hay un Automercado, y uno de los guardas no más me vio y corrió a quitar los conos que están cuidando los espacios para personas mayores y discapacitadas y paró todos los carros y me ayudó a parquearme (¡como si necesitara!). Es claro que me vio como persona mayor.

Pasé a un banco a preguntar un par de cosas y el guarda de la puerta me dejó entrar de una, aunque había una fila larga…pase señor…Lo mismo me sucedió en el EBAIS.

Así me ven. Pero yo me veo al espejo o en fotos y confieso en que no me veo mal. Incluso me veo re-bien. Me veo lindo y carajillo. Me siento competitivo…y, además, todavía tomo café con azúcar, ni a palos puedo sin.

“Castrosalazar: poco a poco uno tiene que empezar a aceptar que ya no es lo mismo, hacete la prueba del metro ochenta: subite a un muro de un metro ochenta solito y luego te tirás, buscate una zanja de por lo menos un metro ochenta de ancho y te la brincás…”—me dijo mi vocecita interna.

No me hice las pruebas, porque traicioneramente mi vocecita interna me sacó en cara lo que me ha venido sucediendo desde hace algunos meses… Desde hace algún tiempo he estado notando que para tirarme de cierta altura prefiero primero sentarme y luego irme resbalando poco a poca, para brincar una zanja busco un lugar por donde pasar para no brincar o sea no me la brinco, me cuesta subirme a un muro sin ayuda de una escalerita… y si tengo que subir muy alto, digamos unos 10 m voy –literalmente—cagado del susto y peor cuando bajo, y hace unos meses, inspeccionando un proyecto tenía que pasar un río brincando de piedra en piedra, los muchachos que iban de guías lo pasaron como nada, corriendo, yo empecé a hacerlo, despacito, cuando iba a brincar hacia la cuarta piedra y la vi verde, alaste, me dije: “—mejor me mojo, me sale más barato un resfrío que un golpe” y de una me metí al agua y anduve todo el día, mojado, de casualidad pasé por un mercado y me compré unas medias…

¿Me envejecí?

Como no creo que haya envejecido así de buenas a primeras debo decir, en mi beneficio, que todavía puedo leer bastante rápido y entiendo por lo menos un 85%, no ocupo anteojos para leer de cerca ni tampoco brazos elásticos para alargar el libro y puedo también caminar sin cansarme un par de horas (no puedo correr por la columna, pero de poder lo haría sin problema), puedo nadar una hora, puedo bailar toda una noche…

“Castrosalazar, pará, pará, no hagas el ridículo, solo contéstame estas tres preguntas, con honestidad: ¿has perdido masa muscular? ¿podés manejar de noche y con lluvia sin anteojos? ¿podés comer y beber de todo?

Iba a contestar impetuosa y rápidamente que sí, pero me detuve y respiré, una, dos, hasta 50 veces y respondí:

“—¡Sí, he perdido masa muscular en puta! Las camisas me quedan grandes y solo espero que un día por la calle me griten: ¿mae, muy grande el muerto…?”

Y sí, debo manejar con anteojos por la noche con o sin lluvia.

No, no puedo comer de todo y mucho menos beber, tengo muchas, muchísimas restricciones”—dije y agregué de inmediato:

“Pero, sirvo para muchas cosas y estoy con toda la pata”

Y de inmediato le dije a mi vocecita interna: “—¿qué te parece? ¿ves lo bien que estoy?”

Mi vocecita interna, sabiendo que los silencios me desesperan y que prolongados lo considero violencia sicológica, no me dijo nada, me dejó esperando y sigo esperando…

Creo que la respuesta fue obvia. Mi conciencia considera que me estoy envejeciendo.

Hace un tiempo recibía llamadas diarias para ofrecerme préstamos y tarjetas de crédito, ya no las recibo; solo me falta que me empiecen a llamar para ofrecerme planes de entierro…

Revise también

Giorgia Meloni

¿La extrema derecha otra vez «de moda»?

Metapolítica, redes internacionales y anclajes históricos Steven Forti La preocupación por el ascenso de las …

4 comentarios

  1. Elbert Durán-Hidalgo

    Gracias, Mauricio. Ya no estamos solos los contemporáneos tuyos. Lo relatado es verdad, es divertido y sí revela algo vital: no debemos abandonar el buen humor hasta para enfrentar los temas serios como el envejecimiento, aunque tampoco sea que se nos note mucho, pero se va sintiendo. Por lo demás, a dar gracias por cada día. Un abrazo a todos y todas los que nos reflejamos en tu agradable comentario. Saludos.

  2. Mauricio Castro Salazar

    Hola Elbert, tenes la ventaja que no reflejas

  3. Gustavo Elizondo

    Yo voy majándole los talones a Mauricio, con 58 vueltas y vieras que estuve unos días con esa pataleta, en especial luego de una cirugía de corazón, que perdí el pelo, que perdí la vista, que esa panza, que el insomnio, pero vieras Mauricio que usé una estrategia, dejé de ver para arriba (o sea a los que están pochotones) y empecé a fijarme en conocidos de la misma generación que están más jodidos que yo y ¡albricias!, me estoy sintiendo carajillo. Le recomiendo la técnica. Un saludo a don Elbert Durán, un hijo de Vuelta de Jorco de Aserrí a quien, al igual que Mauricio, le tengo mucho afecto.

  4. Mauricio Castro Salazar

    Que buena idea!! me seguiré fijando

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cambio Político
Este sitio usa cookies. Leer las políticas de privacidad.