Por Fran Robles
Un reciente viaje a las entrañas del monstruo, pero sobre todo la adicción a mi Smartphone, me hicieron comprar la tarjeta prepago más barata en el mercado, propiedad de la mayor empresa de telecomunicaciones en el mundo, AT&T. Su precio: $25 + $2,5 (impuestos) = $27,5 (14 080 Colones gran total). El viernes, muy contento, activé y revise mi whatsapp, gmail, skype, twitter y facebook. En el bus hacia el aparta tomé alguna que otra foto que “whatsappie” y ya de noche a dormir con teléfono con internet, mensajes y llamadas por la módica suma de 10 centavos de dólar.
Al amanecer del día siguiente, reinicié mí acostumbrada sesión de “levanta muertos”: 1) abrir los ojos; 2) estirar el brazo; 3) agarrar el celular; 4) abrir el correo, twitter y facebook; y al número 5 Fran ya está listo para bañarse. Sin embargo, antes de llegar al 5, un mensaje: “su saldo actual es de $22 dólares (11.264,00 colones)”. Creo que no me había despertado del todo bien, no le preste atención.
A los tres amigos con los que necesitaba contactarme les envíe un SMS: “este es mi cel, Atte Fran”. Enviado el mensaje, llegado el cobro. “El costo de la última transacción fue de 10, 20, 30 centavos…” y contando. Muy amablemente, mis amigos poco a poco fueron contestando: “genial”, “gracias”, “nos vemos”. Pequeña segunda sorpresa, otra orden de cobro: “el saldo de su teléfono es de…” ¿Estos maes me cobran hasta por recibir mensajes? Ya más aterrizado en la realidad de las telecomunicaciones del “primer mundo”, decidí no mensajear y mucho menos llamar; lo haría solo en casos muy necesarios. Pero mala idea, a las puertas del fin de semana, ¿cómo carajos planeábamos la salida?, digo, sé de la existencia de los correos, ¿Pero un mail para “nos vemos a las 8”? Creo que no.
Para no aburrir, nunca me percaté de que revisar el correo, abrir facebook y twitter, de vez en cuando La Nación y alguna que otra página en internet, tenía un costo de 10 centavos por KILOBYTE y así, de jueves a domingo me había gastado ya $20 (10 mil colones). ¡Sí, señores! Diez mil colones en hacer lo que en Costa Rica hace mucha gente en los buses, clases, filas, etc., etc. pagando digamos que entre diez y veinte mil colones al mes.
Al llegar el lunes, dos dólares y bajando. Justo cuando necesitaba de verdad el celular para contactarme con una amiga que me esperaba en otra ciudad. Ya sin fondos, no me quedó más que pagar la recarga mínima ($15) (7.680,00 colones), la cual me termine gastando en 30 minutos de bus entre el correo, skype y facebook. Alguna gente dirá “que estúpido que no aprendió”, pues sí, no aprendí, pues en lo que queda de nuestra realidad pública y no privatizada no priva el lucro voraz de empresas transnacionales que, así como llegan, sacan el dinero a cuentas en sus países matriz.
Curiosamente, esta “memoria de viaje” está escrita en la misma semana en que la dichosa “apertura” (¿privatización suave?) se toma las calles, facebook y las pantallas de nuestros televisores. Al fin llegan a Costa Rica “Vomistar” y “Oscuro”, las cuáles han hecho de América un pastel y se lo han divido en dos, controlando poco más del 52% del mercado regional juntas. América Móvil (Oscuro) del Mexicano Carlos Slim controla oligopólicamente el mercado en México, Centroamérica y 13 países más; mientras que la peor empresa del año (Vomistar) de César Alierta acapara el mercado en 25 países, sobre todo al sur de la región.
Pero, ¿y la competencia?
En aquellos míticos discursos de la competencia y la apertura de Oscar Arias, Alberto Trejos o Anabelle González se perdieron los “casos” de don Carlos y don César. Pero bueno, como somos un país excepcional, ellos acá harán la excepción y competirán entre ellos y con el ICE. ¡Ah! Y además contra la nueva empresa de la objetivísima cadena-comercial-noticiosa TELETICA, cuyo nombre lo habrán sacado en un “ja-ja” o en una rifa: “Suyo”.
Como país excepcional y míticamente feliz, la publicidad corta venas nos ha dado un flechazo al corazón: “compartida la vida es más”. Si “la vida compartida es más”, ¿por qué Carlos Slim nunca ha compartido sus millones de millones con los 6 millones de niños que mueren de hambre al año en el mundo?, algo así como decir, “yo bien bien puedo vivir con solo un millón de millones, el resto es para salvar el mundo”, sería lindo, ¿no? Perdón, se me olvidaba que a Mr. Slim le cambiaron el alma por una caja fuerte.
No quiero hacer más y más rico a Carlos Slim. Tampoco quiero volver al pasado de “espejos por oro” como en los tiempos de Colón con la española Telefónica. Pero, ¿Por qué quedarme con el ICE? ¿Defender el ICE es solo una cuestión de chauvinismo nacionalista al estilo de René Castro Capitán Calero? ¿Defender lo tico porque es tico?
No, quedarse con el ICE es darle cabida a un modelo de gestión de lo público, que si bien ha sido prostituido en las últimas tres décadas de necio aperturismo, apuesta aún por un acceso solidario desde el que todo lo puede hasta el que todo lo debe.
Quedarse con el ICE implica reconocer que son estas empresas (ICE, INS, JAPDEVA), las bases de cualquier modelo de “desarrollo” nacional, y no la exportación indiscriminada de capitales, sin pagar más que algunos cuantos salarios. Quedarse con el ICE, implica panfletariamente decirle “NO” a la vorágine de la globalización que privatiza ganancias y socializa pérdidas, y que tiene al “american dream” a punto de “titanic”. Quedarse con lo que queda del ICE, es saber que aún con la ola que busca privatizar suavemente seguros, puertos, carreteras, educación, aeropuertos y la CCSS hay otro país, donde podríamos caber tod@s. Eso, si algún día los de arriba vuelven a ver para abajo; o cuando, como le preocupa a doña Laura, los de abajo tomen fuerza.
Yo me quedare con el ICE por ideologia y por ser consecuente y por nada mas… Mi caso con el ICE es exactamente igual al descrito: pago una fortuna por sus servicios y al contrario de lo descrito pir Fran, sin que sirvan. Compre un blackBerry por necesidad laboral (el encriptado era un requisito empresarial) y pago y pago, quejas y reclamos pongo y nada, hasta tengo una queja en SUTEL.
Me quedo con el ICE, pero el servicio es fatal y sus empleados creen que lo que hacen son favores y no venta de servicios… ojala que la competencia los obligue a mejorar.