Mayores sanciones para el maltrato animal: Un punto de vista criminológico

Isaura Vega

Isaura Vega Salas *

Costa Rica está viviendo una violenta realidad. Nuestros valores están cambiando. En algún momento dejamos de ser una sociedad pacífica para convertirnos en una sociedad violenta, escaza de consideración por los demás y que poco a poco lleva al país a una decadencia social.

Muchos de los actos que hoy vemos, que son cometidos por seres humanos en apariencia iguales a nosotros, son incomprensibles a nuestro entendimiento, debido a que sólo vemos por medio de las noticias, experiencias narradas o bien, por medio de nuestros propios ojos, los acontecimientos que se presentan en ese momento, pero no tenemos conocimiento de qué se esconde detrás, de cuál es la génesis de esos actos incomprensibles, qué motiva a las personas a cometer delitos, crímenes violentos y perder su empatía hacia todo lo que nos rodea.

El año pasado, y con motivo de mi tesis universitaria para obtener mi licenciatura en Criminología, realicé junto a mi compañera Nelly Hernández Quirós, un estudio en privados de libertad condenados por crímenes violentos, que están cumpliendo su condena en el Centro de Atención Institucional Gerardo Rodríguez Echeverría, ubicado en Alajuela. En su mayoría predominaron los casos de homicidio y en segundo lugar los robos agravados.

Realizamos entrevistas a estos privados de libertad, pues queríamos comprobar un dato que ya ha sido comprobado en otros países, pero que es prácticamente desconocido en el nuestro, y es la relación que existe entre la crueldad con los animales en edades tempranas y el desarrollo de la agresividad y violencia en la etapa adulta que puede llevar a la comisión de delitos violentos contra la vida humana.

Tomamos como base el estudio realizado por Felthous y Keller, quienes llevaron a cabo entrevistas a personas no delincuentes, delincuentes no violentos y delincuentes violentos en dos cárceles de Estados Unidos, logrando encontrar que existe una fuerte relación entre el maltrato infantil, crueldad con los animales y violencia contra las personas.

Nos centramos en el rasgo que se ha determinado en otros países que podría llegar a predecir con mayor certeza un incremento de la violencia del individuo, como lo es la crueldad contra otras formas de vida animal no humana. Elaboramos un cuestionario para determinar la presencia de este tipo de conductas en la infancia, asi como una entrevista abierta para aquellos privados de libertad que eran analfabetas.

Por medio de estos cuestionarios y entrevistas pudimos corroborar que efectivamente EXISTE una relación entre la crueldad con los animales en edades tempranas y el desarrollo de la agresividad y violencia en la etapa adulta.

Esto se puede explicar con diversas teorías, entre las cuales les mencionaré las más relevantes.

Pueden existir casos en los cuales los privados de libertad, o cualquier otra persona que no haya sido procesada o condenada, pero que lleve a cabo este tipo de actos en contra de animales no humanos, además de delitos que permanecen en cifra negra, podrían llegar a presentar algún tipo de trastorno como personalidad disocial (en el caso de adolescentes), trastorno de personalidad antisocial (en el caso de adultos) o incluso psicopatía, esto de acuerdo al manual de psicología DSM IV.

La mayoría de los registros que se tiene (en otros países, claro está, como Estados Unidos, en donde predominan dichos registros, México o Japón, etc.) corresponden a individuos que presentan este tipo de trastornos, que están caracterizados por una incapacidad de seguir las normas establecidas, por lo cual son altamente propensos a cometer delitos. Eso explica por qué la mayoría de privados de libertad recluidos por crímenes violentos, principalmente en casos de extrema crueldad como se da en los asesinos seriales o de masas, se encuentren catalogados con uno o varios de estos trastornos. Así mismo, uno de los principales puntos que se toman en consideración para diagnosticar el trastorno corresponde, efectivamente, a la crueldad contra los animales.

En el caso de nuestro país, no fue posible determinar si existe o no alguno de estos trastornos en la población evaluada, debido a que no era el fin del estudio, además de haber sido realizado por profesionales en Criminología, y los únicos que tienen potestad de diagnosticar estos trastornos son los profesionales en Psicología, aun y cuando son fácilmente identificables en este tipo de población, sin embargo se logró comprobar que en la mayoría de los casos, el rasgo estaba presente, es decir, la mayoría de los privados de libertad había cometido actos de crueldad contra los animales en su infancia.

Cada caso es particular, sin embargo, una de las teorías que tiene mayor fuerza y relación con el estudio es la de Bandura, la Teoría del Aprendizaje Social, que nos explica cómo por medio de un modelo de comportamiento los niños comienzan a reproducir conductas de las cuales han sido testigos.

Hicimos la relación con esta teoría debido a que por medio de entrevistas a personas involucradas al bienestar animal, se llegó a la conclusión de que en nuestro país el porcentaje más alto de crueldad contra animales se presenta en zonas conflictivas, donde la frecuencia y el grado de maltrato es insospechado por el resto del país, llegando a tener conocimiento de casos en los cuales aplastaban las cabezas de los gatos con tapas de alcantarillas para luego esparcir sus vísceras por toda la calle, así como llegar al punto de encerrar perros en las alcantarillas para prenderles fuego, esto con el fin de garantizarse que no fueran rescatados, pues en más de una ocasión los vecinos habían podido rescatarlos de estos actos y salvarles la vida. Ello evidencia la alevosía de los actos.

Así mismo, se tuvo conocimiento de lugares en los cuales existen zonas donde se ejecutan animales y se cuelgan sus cuerpos torturados y descuartizados en alambres, con el fin de insensibilizarse para perfeccionar su “arte de matar” (esto claramente es una señal de alarma, pues es una de las formas como se entrenan los sicarios).

Una vecina de la zona conflictiva citada con mayor frecuencia por los rescatistas fue quien nos contó en una entrevista confidencial acerca de estos casos, y de los cuales hoy en día ha bajado su frecuencia debido a que los que mayormente se encargaban de llevarlos a cabo hoy están cumpliendo una condena por homicidio en el Centro Penal Juvenil Zurquí. Sin embargo, recalcó que los más pequeños están comenzando a repetir los actos de crueldad animal con que habían empezado los que ahora están presos, y conforme crecían en edad, crecía así mismo la frecuencia y gravedad de dichos actos. Esto confirma la teoría del aprendizaje social, pues lo que se hace repetidamente en presencia de los niños, pronto se convierte en una conducta “normal” e imitable.

La falta de unas leyes respetables está ocasionando que la balanza de la justicia poco a poco se incline solamente a favor de los ofensores en lugar de los ofendidos, donde resulta ya imposible siquiera mantener el orden en una sala de juicios, pues es tal el conocimiento por parte de los delincuentes de que su “castigo” no será sino un absurdo, que ya no tienen ningún reparo en burlarse con cinismo en la cara de las víctimas, jueces y demás partes del proceso judicial mientras se narran los hechos, pues hasta porque les llamen la atención acerca de estas conductas el juicio se va a favor de ellos y se resta autoridad a la “autoridad”, por lo cual de esta ya no queda nada, tal y como sucedió recientemente durante un proceso penal.

Ante esta situación se hace cada vez más necesaria la implementación de leyes respetables, así como de firmeza en el momento en que se tiene que castigar. La mejor manera de prevenir que un hijo se vuelva delincuente es dándole una buena educación, con represión incluida si se requiere, pues mucha permisividad deriva en niños mimados que nunca aprenden a tolerar la frustración ya que están acostumbrados a conseguir siempre lo que quieren mediante la manipulación y hacer siempre su voluntad sin ningún tipo de respeto hacia los demás con tal de obtenerlo; pues bien, es el mismo caso que la justicia penal. Si se es demasiado permisivo y compasivo con los delincuentes, estos terminan haciendo -una vez más- lo que les da la gana sin importar pasar por encima de los derechos de los demás, porque son perfectamente conscientes de que en Costa Rica, sus derechos están mil veces mejor protegidos que los del resto de la población.

Se discute mucho, especialmente en el área del Derecho Penal, acerca de que más leyes y más duras no ha contribuido a una disminución de la criminalidad, pero para que una ley surta efecto requiere no solamente tiempo, sino principalmente una adecuada aplicación. Las leyes en Costa Rica no se aplican de manera adecuada, se aplican a favor de los delincuentes, y el pueblo costarricense lo está reclamando, porque está viendo los resultados, y es que es el mismo Estado y su aplicación de la justicia quien en buena parte está siendo responsable de que exista un incremento en la criminalidad a causa de su permisividad y compasión a la hora de castigar a quien viola la ley.

La creación de nuevas leyes y modificación de las actuales es absolutamente necesaria para cambiar el rumbo que lleva este país, “el país más feliz del mundo” porque para los ticos todo es un vacilón, hasta nuestro sistema judicial y nuestras leyes.

Se necesita severidad e implementación de leyes que favorezcan una cultura de cambio en la sociedad, leyes que fomenten el respeto hacia toda forma de vida, porque de esta manera se va a ir inculcando (aunque tome su tiempo) que toda vida merece respeto.

Está demostrado, tal y como consta en los estudios internacionales y ahora en el primer estudio nacional de este tipo, mediante la tesis titulada “Análisis del comportamiento de origen y sus consecuencias en la comisión de delitos violentos contra la vida, mediante el estudio de privados de libertad del Centro de Atención Institucional Gerardo Rodríguez Echeverría”, que se encuentra disponible en la biblioteca de la Universidad Libre de Costa Rica; que existe una relación entre la crueldad con los animales y la violencia interpersonal que en su mayoría llevan a cometer conductas delictivas violentas contra la vida humana, desde un punto de vista criminológico se considera prudente y necesario implementar modificaciones a las leyes penales vigentes para que se tome en consideración este rasgo como un posible precursor de conductas delictivas.

El simple hecho de torturar a un ser vivo por placer o indiferencia, o bien para querer intimidar o impresionar a otros con sus actos, es indicador de un trastorno, y de un alto grado de peligrosidad del individuo, pues existe carencia de empatía hacia el dolor y sufrimiento ajenos y esto se agrava si no existen remordimientos por los actos cometidos, y se agrava aun más si se reiteran dichas conductas y se incrementa el grado de crueldad, y se hace visible en el momento en que estas personas se han vuelto completamente indiferentes al dolor ajeno, y pasan a cometer actos crueles en contra de las personas.

No es necesario esperar tanto si tenemos frente a nuestros ojos un indicador tan alarmante y tan certero de que esa persona puede llegar a más. Esas personas no necesitan una palmadita en la cabeza de su madre Estado diciéndoles “mijito eso está mal hecho, no lo vuelva a hacer”, esas personas necesitan que se les detenga cuanto antes pues son peligrosas para la sociedad, para otros seres humanos a los cuales el Estado tiene la obligación de proteger y garantizar seguridad de acuerdo a la Constitución Política y los mal interpretados Derechos Humanos, que sólo funcionan a favor de los delincuentes, esas personas necesitan que les demuestren que lo que hacen está mal y que la mayoría de los costarricenses repudian sus actos y consideran que merecen un castigo. Así mismo, en los casos en que los actos no presentan grados excesivos de crueldad, es indispensable que el Estado garantice el debido tratamiento psicológico que requieren a fin de detener el arraigo de esas conductas y una posible escalada delictiva.

No hay mejor manera de combatir el crimen, que previniéndolo desde sus raíces.

Es hora de implementar cambios positivos en nuestra cultura, es necesario una cultura de cambio, es necesario recomenzar con nuestra sociedad, inculcando buenos valores y demostrando que el respeto hacia toda forma de vida es esencial si se quiere detener la violencia social que se está viviendo en nuestro país hoy en día.

Esto es lo que la mayoría de los costarricenses está pidiendo, lo que necesitamos quienes queremos ver un cambio positivo en nuestro país, los que queremos recuperar Costa Rica.

* Criminóloga

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Un comentario

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