Adriana Núñez Artiles
Lo recordé hoy al leer las declaraciones del futuro canciller de la República, Arnoldo André Tinoco, al referirse a la posibilidad de que Costa Rica dé un gigantesco paso atrás en su vocación humanitaria y democrática, si eventualmente reconociera los regímenes de Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega en Nicaragua.
Costó un mundo que este último gobierno PAC, llegara a la conclusión de que, en dichas naciones, se violan constantemente los derechos humanos y que nuestro país debía suspender las estrechas interacciones diplomáticas y de otro tipo, que no hace mucho todavía se mantenían, como parte del doble discurso tan utilizado por el partido de gobierno en diversas materias.
No bastan los excesos y barbaridades que la participación de ciudadanos nicaragüenses, venezolanos y especialmente de sus padrinos ideológicos, los cubanos, han cometido -con la venia oficial- al meter sus manos en distintas e importantes actividades de nuestro país, como lo es, por ejemplo, la educación, donde la manipulación y las aberraciones estuvieron a punto de alcanzar a niños y jóvenes a través de materiales supuestamente didácticos.
Tampoco a los recién electos les bastan los juicios espurios, los asesinatos, persecuciones e incluso los testimonios de periodistas, personalidades sobresalientes de dichas naciones y de quienes emigran para evitar la cárcel o la muerte por pensar distinto y ansiar libertad.
Ni siquiera han ocupado formalmente sus despachos y ya están soltando sus malas intenciones como si fuesen liviandades.
Y ante semejantes expresiones, es enorme la preocupación que sentimos quienes hemos defendido siempre el sistema democrático, la justicia y la libertad de pensamiento.
– Periodista