Luis Alberto Monge

La Asamblea Legislativa declaró a Luis Alberto Monge Benemérito de la Patria.

Fernando Berrocal

Lama

La La simpatía de su extraordinaria personalidad y las experiencias de su propia vida, desde sus orígenes humildes y campesinos en Palmares, el sentido ético e ideológico de sus luchas políticas, su visión del mundo adquirida en Suiza como funcionario de la OIT y en México, en la ORIT, como líder del sindicalismo democrático de América Latina, su inteligencia sobresaliente y su compromiso con la libertad y la justicia social, fueron moldeando la personalidad y el pensamiento de un campesino ilustrado y estudioso que se transformó en un estadista profundamente humano, querido por su pueblo y exitoso como gobernante, en aquella Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX.

A la par de su mentor el sacerdote Benjamín Núñez y por encargo de ese visionario líder de la Iglesia Católica que fue Monseñor Sanabria, fue fundador de la Confederación de Trabajadores Rerum Novarum. En ese entonces, en los años 40, trabajaba en un tramo del Mercado Central y, desde ahí, se elevó hasta la Presidencia de la República, atravesando un camino que no le fue fácil en la política nacional, pero que supo transitar con gran determinación y firmeza, buen humor y, sobre todo, en equilibrio con la “bohemia que humaniza”, como él decía, frente a los ataques políticos de quienes, en la derecha reaccionaria y la izquierda comunista, lo combatían por sus firmes ideas de construir siempre más democracia con justicia social y oportunidades.

Quienes tuvimos la dicha de conocerlo y tratarlo en la intimidad de su casa en Villa Mongalva, sabemos muy bien que ese campesino ilustrado se sentía muy bien hablando y haciendo bromas y chistes con su amigo Mario Moreno Cantinflas o dándole serenatas con Jorge Negrete a María Felix en los años que vivió en México, pero igualmente en su condición de gran estadista dialogando con Olof Palme de Suecia o con el líder de la Internacional Socialista Willy Brandt de Alemania, sobre los grandes problemas de la Guerra Fría o en aquellos diálogos que sostuvo con el Presidente Reagan sobre Nicaragua y Centro América en la Casa Presidencial y que, algunas semanas después, lo llevaron a tomar la decisión histórica de solicitar la ayuda de su hermano político Carlos Andrés Pérez y del presidente Luis Herrera Campins, de línea política social cristiana, para que la Venezuela democrática de entonces enviara aviones artillados a la frontera con Nicaragua y sobrevolaran el río San Juan, al tiempo que los embajadores venezolanos advirtieron a Managua y a Cuba, formalmente, que una intervención militar sandinista sobre nuestro territorio, sería considerado un caso de agresión e intervención por el Sistema Interamericano de la Organización de Estados Americanos y Costa Rica sería defendida militarmente y en todos los frentes. Así era Luis Alberto Monge.

Eso no lo saben los jóvenes ferretistas del Frente Amplio que, en la Asamblea Legislativa, le negaron el voto a este Benemeritazgo, como desconocen por igual el papel del Benemérito de la Patria don Manuel Mora, directamente en la Habana, para evitar la locura que planeaban Daniel Ortega y el general cubano Manuel Ochoa, a quien Fidel Castro ordenó después fusilar por sus contactos con el narcotráfico colombiano y con el mismo Pablo Escobar. Tampoco conocen el nivel y las enormes presiones de los Estados Unidos para desembarcar fuerzas militares desde el Comando Sur en Panamá y desde la base de Palmarola en Honduras, en medio del peor momento de la Guerra Fría.

Aquella decisión patriótica y valiente de Luis Alberto Monge evitó una guerra.

Enfrentado a todos los totalitarismos de América Latina, de izquierda o de derecha por igual, fue el más joven constituyente en 1949, a la par de su otro mentor que fue Rodrigo Facio. La frase que mejor retrata a Luis Alberto es aquella que… “Nunca luchen por odio, rencor o envidia. Luchen siempre por amor. Por amor al prójimo. Por amor a Dios. Por amor a la libertad. Por amor a la justicia. Por amor a la paz”. Eso era y así vivió siempre Luis Alberto.

Esa frase lapidaria es una lección de ética política que desafía al tiempo y llega hasta nuestros días, en esta Costa Rica de hoy en que, con la mayor naturalidad y desde los más altos niveles del poder político, se pregona como solución a los problemas nacionales dinamitar puentes y eliminar el diálogo como la principal arma institucional de nuestro sistema de vida en democracia. El contraste es abismal y debe llamarnos a una reflexión cívica profunda sobre lo que es vivir democracia o vivir en un régimen autoritario, para diferenciar y entender, a todos los niveles educativos, el valor de un sistema de pesos y contrapesos y el pensamiento crítico que son esenciales a la vida en libertad.

Luis Alberto Monge fue un maestro de juventudes y, desde La Catalina, en las montañas de Heredia, formó las generaciones liberacionistas de los años 70 y 80, en ese espíritu y esa conducta ética y política. Padre del aguinaldo para todos los trabajadores, en medio la peor crisis económica y fiscal del país y sin un solo dólar en el Banco Central que respaldara al colón y frente a la amenaza real de una invasión militar sandinista en gran escala al territorio nacional, fue elegido presidente de la República para el período constitucional 1982-86.

Aún antes de asumir en mayo la Jefatura del Estado, por medio de sus contactos políticos en México, logró con el apoyo de Carlos Manuel Castillo, que el Gobierno de ese país enviara una transferencia no rembolsable de US $50 millones para medio sostener al colón e iniciar las responsabilidades del poder político que el pueblo le había otorgado por una aplastante mayoría.

Con 33 Diputados en la Asamblea Legislativa, su gobierno salvó a Costa Rica de la bancarrota fiscal y económica, enrumbó al país hacia un nuevo modelo diversificado de desarrollo agroexportador que, sin duda alguna, debe ser ajustado y reformado 40 años después, pero sin dejar de hacer crecer a la vez, fuertemente, como lo hizo su gobierno, el cooperativismo, el solidarismo y el sector privado emprendedor. Luis Alberto ejerció aquel enorme poder político en forma magnánima, seguro de que “los males de la democracia, solo se resuelven con más democracia”, como solía decir socráticamente. Así y en ese mismo espíritu de gran estadista, su Proclama de Neutralidad en los Conflictos Bélicos confirmó para siempre la vocación pacífica de nuestro pueblo y nuestro compromiso profundo con la libertad y la democracia como sistema de vida y convivencia entre los pueblos del mundo.

¡Honor a quien ese gran honor merece en el Altar de la Patria!

Ahora, Luis Alberto Monge estará a la par de don Pepe, don Chico, Daniel Oduber, Rodrigo Facio y el padre Benjamín, nuestros Padres Fundadores y los guías eternos de un Partido Liberación Nacional que nunca debe abandonar la lucha sin fin por “el bienestar del mayor número” y que siempre, sin desviaciones y con valentía, debe seguir siendo el partido político de la auténtica “revolución democrática” y costarricense que ellos construyeron con sus liderazgos, sus ideas social democráticas, el ejemplo de sus vidas y sus obras de gobierno. Un legado que nos corresponde defender y profundizar.

Lama

HONOR AL MÉRITO

DE VENDEDOR DE TABACO EN ESTE MERCADO A PRESIDNETE DE LA REPÚBLICA

A DON LUIS ALBERTO MONGE A.

POR SU AMOR A LA PATRIA, AL OBRERO, AL CAMPESINO, AL HUMILDE.

POR SU EXTRAORDINARIO ESFUERO Y DEDICACIÓN; VIRTUDES ESTAS QUE LE HICIERON ALCANZAR HONROSOS MERITOS ENTRE ELLOS LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA Y, POR SUS VALIENTES E INSPIRADAS BATALLAS EN PRO DE LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA DE LOS PUEBLOS.

A NUESTRO COMPAÑERO, CON CARIÑO Y ORGULLO.

INQUILINOS Y EMPLEADOS DEL MERCADO CENTRAL

SAN JOSE, 19 DE MARZO DE 1984.

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