Basílica de San Francisco │ Asís, Italia
La Basílica de San Francisco, en Asís, es una iglesia papal y sepulcral que cobija tanto la memoria de la vida del santo como su misión.
UBICACIÓN | Piazza S. Francesco 2, Asís, Italia. |
TRANSPORTE | En autobus o tren desde Florencia o Roma. Asís se recorre a pie. |
CLIMA | Abril, mayo, septiembre y octubre ofrecen climas apacibles y son los mejores meses para visitar Asís. El invierno es frío y el verano es bastante caluroso. |
EN INTERNET | www.sanfrancescoassisi.org |
HORARIOS | Basílica inferior, todos los días de 6 a 19; basílica superior, todos los días de 8:30 a 19 (a 18 en invierno); tesoro y colección Perkins, de Pascua a octubre de lunes a sábado de 9:30 a 19. |
Según la mayoría de las fuentes, San Francisco nació en 1182, y fue hijo de un próspero comerciante de telas. La historia cuenta que cuando Asís le declaró la guerra a Perugia -una ciudad vecina- él se unió al ejército y participó en un combate en el Puente de San Juan. Pero la milicia de Perugia estaba más entrenada en el arte de la guerra y, al obtener la victoria, tomaron prisioneros a los combatientes más fuertes; entre ellos, a Francisco. Dicen que durante el año que estuvo prisionero, mientras sus compañeros se deprimían, él cantaba y reía; que ahí empezó su conversión mística; y que luego experimentó visiones de Cristo y María. Su fe se reafirmaría cuando el Cristo crucificado de San Damián le dijera: «Francisco, vete y repara mi casa que está en ruinas». Literalmente despojado de riquezas, él fundó la orden de los Hermanos Menores o Franciscanos, un nuevo tipo de vida cristiana para difundir las enseñanzas de Cristo, inspirado en el servicio y la pobreza absoluta.
Francisco de Asís fue un polémico reformador para la Iglesia y la sociedad de su tiempo, pero también el primer cristiano conocido en recibir los estigmas de Cristo. Según las creencias, las heridas aparecieron en sus manos, pies y costado de forma espontánea, y se correspondían con los tormentos de Cristo en la cruz. Ante el dolor y el sufrimiento causados por estas lesiones, él se sumió en la serenidad. Y mantuvo su situación en secreto durante muchos años.
Cuando murió, en 1226, su vicario fray Elías, junto con las autoridades de Asís, buscaron un lugar adecuado para la sepultura definitiva. En 1227, el cardenal Ugolino, protector de la Orden Franciscana durante diez años -íntimo amigo del santo-, fue elegido papa con el nombre de Gregario IX. Se dice que ya pensaba en su canonización. El mismo año, Fray Elías recibió en nombre de la Iglesia un terreno en la «Colina del Infierno», la que más tarde sería rebautizada por Gregorio IX como «Colina del Paraíso». Allí se construyó la iglesia y una residencia papal -anexo del Sacro Convento de San Francisco, en cuyo semisótano se encuentra el «Convento de Fray Elías», donde viven los frailes.
La Basílica
El papa Gregario IX, acompañado por una multitud, se trasladó hasta la Colina del Infierno, para colocar la primera piedra de la iglesia. Lo que asombra al oír los relatos de su construcción es el breve período en que se terminó, algo que se explicaría como una medida del gran amor que el pueblo le tenía a San Francisco. Según se dice, el arquitecto fue un alemán, ya que los italianos desconocían el estilo gótico. El proyecto consistía en la iglesia principal y una cripta sepulcral para el santo. La cripta terminó siendo tan grande que la llamaron «basílica inferior». Es por eso que la basílica -consagrada en 1253- forma parte de un complejo monumental franciscano, constituido por dos edificios superpuestos, apoyados en arcadas. La Basílica inferior es sombría y oscura; tiene una sola nave alargada, donde se conservan frescos de los siglos XIII y XIV. La Basílica superior muestra un claro contraste: su única nave, espaciosa y esbelta, se presenta como una estructura gótica perfecta; la iluminación llega a través de las ventanas que perforan los muros. Se exhiben en ella 28 frescos, de Giotto y sus colaboradores, que relatan la vida de San Francisco. Desde el punto de vista simbólico, la primera iglesia representaría la vida de penitencia, y la segunda la gloria.
El aledaño Sacro Convento de San Francisco fue ganando importancia entre los siglos XIII y XVII debido a sus claustros góticos y renacentistas. También se le agregaron arcadas y pórticos externos, que le proporcionaron un aspecto único. La Basílica es uno de los monumentos más importantes de Italia desde el punto de vista religioso por ser sede de la Orden Franciscana. Hoy, la ciudad medieval amurallada y su gran basílica, se encuentran entre los santuarios cristianos más visitados por peregrinos.
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el 2000.
La tumba de San Francisco
En 1230 se habrían trasladado los restos mortales de San Francisco desde la iglesia de San Jorge -que luego se llamó Santa Clara-, hasta la basílica construida en su honor. Sus restos fueron ocultados, por casi 600 años, para evitar la dispersión de sus reliquias. Durante el papado de Pío VII se realizaron excavaciones en la cripta y se llegó a la sepultura del santo, que estaba intacta. Con el fin de hacerla accesible a los peregrinos y devotos, se realizó una nueva cripta de estilo neoclásico, que desentonaba con el resto de la construcción. Pero, para las celebraciones del séptimo centenario de la muerte de San Francisco, se decidió sustituirla por la cripta actual, más amplia y de estilo neorrománico.
LA VIDA DEL SANTO
Los 28 frescos de la basílica inferior que representan la vida de San Francisco fueron atribuidos a Giotto y sus colaboradores. Los frescos narran «La leyenda mayor», una biografía de San Francisco encargada al franciscano Buenaventura de Bagnoregio, un hombre de gran espiritualidad que llegó a ser ministro general de la Orden y cardenal. Esta obra abrió nuevos caminos en el lenguaje figurativo del arte italiano, tanto por su realismo como por la definición clara y aérea de cada escena.
Foto: los 28 frescos atribuidos a Giotto cuentan distintas anécdotas de la vida del santo,