Los proscriptos de 1948 (II)

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñig

Johnny Soto Zúñiga

Seguimos con esta segunda entrega sobre el interesante libro editado por la escritora Macarena Barahona “Nuevos documentos de 1948. Los proscritos”, por cuanto la mayoría de sus personajes y protagonistas se fueron del país, ya sea en exilio, expulsados o por su propia voluntad para preservar su seguridad e integridad personal. En la práctica casi siempre, posterior a una guerra civil o revolución, los ánimos están caldeados y hay gente que pierde los estribos o están simplemente con la “cabeza caliente”; y esto es muy peligroso máxime cuando han habido muertos de por medio, de familiares caídos de ambos lados, venganzas e intrigas y sufrimientos entre vencedores y vencidos. Es muy difícil recuperar la paz en los pueblos y en la ciudadanía en general; y esto solamente el tiempo ayuda a curar y sanar las heridas dejadas entre las partes involucradas en un conflicto militar.

En esta oportunidad nos referiremos a lo escrito por el nicaragüense Dr. Rosendo Arguello Rodríguez en un folleto llamado: “Estafa y farsa en el Caribe” donde describe la organización de la “Revolución del Caribe”, que consistía en formar un movimiento revolucionario en toda la zona caribeña y así liberar a los pueblos de las dictaduras enquistadas en los distintos países; creían de buena fe en los ideales democráticos y sacrificaron sus vidas y familias por un ideal. El comandante Rosendo Arguello hijo, creía que Figueres con su grupo una vez triunfado la Revolución en Costa Rica, iba a convertirse en una especie de Simón Bolívar o de “Che Guevara” que tendría que hacer las revoluciones en toda Centroamérica y el resto del Caribe (especialmente en República Dominicana y Cuba). Si bien los legionarios colaboraron mucho en la guerra civil, desde el punto de vista militar y logístico; muchos costarricenses fueron a pelear militarmente porque creían en el ideal de democratizar a la Patria y hacerla más ordenada y libre.

Me parecen exageradas y descalificadoras las palabras del nicaragüense Rosendo Arguello sobre Figueres y su grupo; por ejemplo expresa: “Tal vez sea un error mío adelantar juicios y conceptos sobre Figueres, su grupo y los propósitos para la mayoría ocultos, que le inspiran. Nuestro hemisferio, en particular el Caribe, todavía adolece de graves males; difícil está el aceptar el método a emplearse, porque un mal remedio es peor que la enfermedad. “Nunca,-dice Walkari –la substitución de un diablo menor por uno mayor salvó a nadie”. Pero si se recuerda que yo caí en un tiempo en la órbita caótica de aquello que regido por Figueres dio en llamarse “Junta Fundadora de la Segunda República”, podría entenderse mejor que sé de lo que hablo. Aquello fue una ensalada de teorías contradictorias, de anarquismo; de fascismo; socialismo, y posturas democráticas en mangas de camisa, respaldada por una agrupación de “gánsteres” bien armados que daban en llamarse militares, coroneles para arriba.

¿Qué otra cosa podría haberme quedado de aquella época sino asco y espanto ante la posibilidad de que esos mismos hombres vuelvan al poder, más fuertes y ya capaces de predominar en Centroamérica con la ayuda de aliados poderosos? No quisiera que mis hijos estuvieran vivos si tal desastre llegare a ocurrir. Entonces, los que aceptan “cualquier remedio” y “un cambio a todo trance”, sentirían en carne propia que los males actuales son benignos si se les compara con los que caerían sobre la república dirigida por esta clase de revolucionarios. En la más vehemente esperanza de que eso no llegue a suceder, es que hago este llamado de advertencia para que hecho un análisis de los hechos que a continuación relato, saquen oportunas decisiones.” (Op.cit. Págs.174 y 175)

Cuan equivocado estaba Rosendo Arguello; cuando más bien Figueres y la Junta Fundadora de la Segunda República, impulsó la eliminación del Ejército castrense; además es su forma de pensar de manera vengativa e hiriente expresando y descalificando “sin ton ni son” a los integrantes y valiosos hombres costarricenses de pensamiento que aportaron mucho a este país (Dispara en sus escritos “Quiénes y cómo nos traicionaron”). Para verdades el tiempo, y todo su vaticinio se convirtió en diatribas o “decires” infundados. En mi concepto nunca entendió la idiosincrasia y pacífica manera de actuar de los costarricenses. No era Figueres quien tenía que tomar la bandera de hacer las revoluciones en todo el Caribe, cada país tenía sus líderes por ejemplo: En Guatemala el doctor Juan José Arévalo que ejercía enorme liderazgo en toda la Legión Caribe, el Comandante en Jefe general el dominicano Juan Rodríguez García, coronel Manuel Alexis Liz, Manuel Calderón Hernández, el costarricense Miguel Ángel Ramírez, el cubano Fidel Castro entre otros formaban parte de la jerarquía del Ejército de Liberación de América (miembros de la estructura internacional que luchaban contra las dictaduras).

Después de que exilaron a Figueres Ferrer en 1942, tras pronunciar el discurso en radio; luego al llegar a México se contacta con la organización con el fin de pedir ayuda logística y armas para poder hacer la revolución en Costa Rica. (La gestación le duró 6 años para poder organizar su movimiento de Liberación Nacional, convencido de que los calderonistas no iban a entregar el poder político). En realidad nuestro país fue el pionero donde inició la primera revolución democrática; luego según ellos seguirían los otros países de Centroamérica y el Caribe. En el caso de Rosendo Arguello consideraba estratégicamente primero triunfar en Costa Rica, luego seguiría Nicaragua; según él más fácil atacar desde Costa Rica y así derrocar la dictadura de Anastasio Somoza García. (Incluso se firmó el “Pacto del Caribe”, fue una alianza entre República Dominicana, Nicaragua y Costa Rica para derribar las dictaduras en sus patrias y restablecer en ellas la libertad y la democracia). Don José Figueres firmó por Costa Rica, Arguello por Nicaragua y el general Juan Rodríguez por República Dominicana quien sería el presidente del Pacto del Caribe.

Los combatientes extranjeros que pelearon en el Ejército de Liberación Nacional no paso de más de 18; mientras que en las fuerzas caldero-comunistas llegaron cientos de mercenarios nicaragüenses que envió el dictador Somoza para avasallar al pueblo costarricense. Queda claro que las tropas de Liberación Nacional en su gran mayoría la conformaban valientes combatientes costarricenses y no como se quiere distorsionar con la llamada “Legión Caribe” que habían muchos extranjeros; ésta lo que hizo fue suministrar armas, porque la oposición tenía que conseguirlas de afuera; ya que el gobierno tenía las armas del ejército oficial. Don Pepe Figueres describe así la situación post guerra: “En esas circunstancias, recibí del General Juan Rodríguez García, presidente de la Alianza del Caribe, una nota generosa, no solicitada, en la que me liberaba de todo compromiso derivado del Pacto del Caribe, en vista de las graves tensiones de la opinión pública y la reacción sentimental a la que me veía sometido en mi país, por guardar mi lealtad a la palabra empeñada y a la gran cruzada de liberación del Caribe.” (El Espíritu del 48. José Figueres Ferrer. Pág. 319)

Con lo anterior queda claro que no existió ninguna traición por parte de Figueres como afirma Rosendo Arguello. Don Pepe como Presidente de la Junta Fundadora de la Segunda República asumió su responsabilidad histórica y sus deberes eran supremos hacia su Patria; como para permitirse enrumbarse en nuevas aventuras revolucionarias. Está claro que Figueres devolvió muchas de las armas que le habían suministrado del exterior; e incluso pensó y lo manifestó a sus amigos en irse a luchar a las montañas de Nicaragua contra Somoza; pero la carta de Juan Rodríguez que lo libera lo hizo cambiar para beneficio y servicio del país. Los vaticinios del Dr. Rosendo Arguello de que Figueres quería convertirse en el salvador y liberador de las dictaduras de Centroamérica no fueron ciertas; más bien Figueres Ferrer demostró ser un gran demócrata, abolió el ejército militar y fortaleció las garantías sociales que impulsaron los caldero-comunistas, y sabemos que muchos de ellos fueron a la guerra civil a defenderlas creyendo iban a ser abolidas por el propio don Pepe Figueres.

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