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La Gran Muralla China
La Gran Muralla China, que se extiende más de 8.000 km desde la frontera con Corea del Norte hasta el desierto de Gobi, se construyó a lo largo de más de 2.200 años para proteger al país de las invasiones de las tribus nómadas del norte. La changcheng («larga muralla»), que no es tanto una muralla como una serie de fortificaciones erigidas erráticamente por Estados discretos, se completó durante la dinastía Ming (1368-1644), cuando se convirtió en el objeto artificial más grande del mundo.
Pero, como ocurre con la mayoría de los logros épicos de la humanidad, su construcción tuvo un coste muy humano. Se dice que durante su construcción murieron unas 400.000 personas trabajando a mano. En un momento dado, incluso se reclutó a niños, lo que, según se dice, hizo que algunas mujeres temieran dar a luz a sus hijos.
Con todo ese sufrimiento y derramamiento de sangre, no es de extrañar que se diga que las fortificaciones están encantadas. Algunos visitantes han afirmado sentirse incómodos o enfermos al explorar sus caminos, aunque es de suponer que esto se debe a la altitud. Otros han visto lo que, según ellos, eran fantasmas de trabajadores caídos, algunos de los cuales son conocidos incluso por dar puñetazos o patadas (un consejo: se dice que los fuegos artificiales los mantienen a raya).
Las zonas más encantadas de la estructura son la Montaña del Tigre Agazapado y la Montaña del Dragón Serpenteante.
que forman parte de las secciones no restauradas y escarpadas conocidas colectivamente como la «Muralla Salvaje». Datan de dos dinastías distintas y se encuentran en las montañas Yanshan de Gubeikou, a unos 145 kilómetros de las murallas de Pekín, repletas de turistas. En la relativa tranquilidad de estos remotos y escarpados vestigios, en su mayoría libres de teléfonos móviles y grupos de turistas, la presencia del pasado es palpable, como lo son quizá los fantasmas de los hombres que sacrificaron sus vidas para construir estos antiguos acorazados.
Basado en The world’s most haunted places de LIFE
