Vicenç Navarro
Las Naciones Unidas acaban de publicar un informe que cada año produce su Grupo de Trabajo sobre Desarrollo Sostenible (United Nations Sustainable Development Solutions Network) que ha catalogado a la gran mayoría de países de las Naciones Unidas según su Nivel de Felicidad. La edición de este año es la 10ª y su intento ha sido hacer una valoración de 148 países de tal organización por nivel de felicidad. Su intento de definir la felicidad se basa en la propia evaluación de la persona entrevistada, de su situación en la vida actual, así como sus respuestas a situaciones concretas de distinto contenido emotivo que puedan configurar tal medida de felicidad. Los investigadores son científicos sociales de disciplinas variadas que incluyen primordialmente psicólogos, sociólogos y economistas. Y gran parte de la información ha sido recogida por Gallup World Poll.LAS ENORMES LIMITACIONES DE UTILIZAR INDICADORES ECONÓMICOS PARA DEFINIR El DESARROLLO HUMANO
El objetivo de este tipo de análisis es presentar una alternativa a la manera más común de analizar el grado de desarrollo de un país centrándose en indicadores económicos, como por ejemplo su nivel de riqueza, medida por su Producto Interno Bruto, qué es el valor monetario de todos los bienes y servicios finales producidos en un país en un determinado tiempo. Si el objetivo del desarrollo sostenible es alcanzar el mayor nivel posible de calidad de vida, bienestar y felicidad de las poblaciones actuales y venideras, entonces hay que admitir que la evidencia muestra que muchos de los mayores indicadores económicos que se utilizan hoy para medir el desarrollo son insuficientes, cuando no erróneos. Por ejemplo, ninguno de los países más ricos del mundo, con mayor Producto Interno Bruto (el indicador más frecuente para medir riqueza económica), como son los Estados Unidos no.1 , China no. 2, India no 7, y Rusia no.13, están entre los países más felices del mundo. Antes al contrario, todos ellos están, según este informe, en niveles bajos y la mayoría, muy bajos en este ranking de felicidad: Estados Unidos no.16, China no.72, Rusia no. 80 y la India no.136.
Estos países de elevada riqueza tienen modelos económicos distintos e incluso opuestos (ej. EEUU y China), pero todos ellos tienen enormes desigualdades sociales con enorme concentración de las riquezas, generando impactos negativos en el bienestar, calidad de vida y felicidad de la mayoría de sus poblaciones. Y esto sucede, en gran parte, como consecuencia de la excesiva influencia que los super-ricos (billonarios) tienen sobre sus gobiernos. En la lista del número de billonarios (empresarios, gestores, y accionistas de grandes empresas) por país, EEUU es no.1. China es no.2. India es no.3 y Rusia es no.5.
Ejemplos de cómo el poder económico se transforma en poder político de forma perjudicial para la felicidad de la mayoría de la población, son múltiples. Y ello ocurre en países de sistemas económicos distintos e incluso opuestos. En EEUU por ejemplo (el país más rico del mundo y uno de los más desiguales), los poderosos empresarios y dueños de la industria del carbón de aquel país hicieron fracasar la altamente popular propuesta energética del Gobierno Federal (que hubiera aumentado el bienestar, calidad de vida y felicidad de la mayoría de la población), esto debido al voto negativo en el Senado Estadounidense del Senador Manchin, miembro del mismo Partido Demócrata que está gobernando el país. Tal Senador está financiado por tales grupos empresariales de la industria del carbón, lo cual es legal en un sistema político considerado como Estado Liberal Demócrata, en donde la mayoría del sistema electoral está financiado privadamente. En el polo opuesto, en China (también uno de los países con mayores desigualdades), el propio Presidente, el señor Xi Jinping Jen, ha indicado en plena campaña electoral (pues se presenta para reelección de Secretario General del Partido Comunista Chino, el partido gobernante por definición), que por el bien del país, hay que controlar más a los oligarcas (término utilizado en China para definir a los billonarios), temeroso a que tengan excesiva influencia sobre el Estado Chino (que él ha estado presidiendo por muchos años), definido como Estado Popular.
Tampoco es una condición de felicidad el ser muy poderoso y tener gran poderío militar. De nuevo, ninguno de los países que tienen mayor gasto militar está entre los más felices. Antes al contrario, ninguno entre los cuatro países más armados del mundo, Estados Unidos no.1, China no.2, India no.3 y Rusia no.4 (que sumando su gasto militar representan más del 60 % del gasto militar mundial), están entre los países más felices. La mayoría de sus poblaciones dista mucho de ser feliz. En realidad, en muchos de estos países el elevado gasto militar se ha alcanzado a costa de un descenso del gasto público social. Por cierto, el país con menor nivel de felicidad es Afganistán no.146 (el país que ha estado en guerra por más tiempo).
¿CUÁLES SON LOS MÁS FELICES? ¿HAY ALGO EN COMÚN ENTRE ELLOS?
Según el informe, los 10 países más felices del mundo son: Finlandia no.1, Dinamarca no. 2, Islandia no.3, Suiza no.4, Holanda no.5, Luxemburgo no.6, Suecia no.7, Noruega no.8, Israel no.9 y Nueva Zelanda no.10. España por cierto es el no.29, por encima de Italia no.30. Es interesante señalar que tampoco hay una relación entre nivel de felicidad y PIB per cápita. Entre los 10 más felices, siete de ellos (Finlandia, Dinamarca, Islandia, Holanda, Suecia, Israel y Nueva Zelanda, no están entre los doce países con mayor PIB per cápita. Finlandia es el país más feliz del mundo, y en cambio es el no. 25 en la lista de países catalogados por su PIB per cápita. Nueva Zelanda es el no. 10 entre los más felices y solo el no.31 en cuanto al PIB per cápita. Por otro lado, Singapur, el no. 3 en la lista de PIB per cápita, es el no. 27 en cuanto a felicidad. Debería ser obvio que el indicador de PIB per cápita tiene también muy escaso valor, pues asume que la riqueza está igualmente distribuida entre los ciudadanos, lo cual nunca es cierto. Y de ahí que su valor para analizar el grado de bienestar y felicidad sea muy limitado, pues no define ni documenta un tema clave para determinar ambos indicadores, que es precisamente la distribución de la riqueza, así como de los bienes y servicios. Y ello queda claro cuando analizamos las características de algunos de los países catalogados como más felices.
En este sentido es importante destacar que los cinco países nórdicos escandinavos, Finlandia, Dinamarca, Suecia, Noruega e Islandia, que están todos ellos entre los más felices, tienen características comunes que sorprendentemente el informe no detalla. Todos ellos han estado gobernados (por periodos largos después de la II Guerra Mundial) por coaliciones de partidos progresistas de izquierda que históricamente han priorizado las políticas redistributivas, estando entre los países con menos desigualdades de renta y menos concentración de la riqueza, con menos desigualdades también por clase social y por género, con programas universales de derecho de acceso a la asistencia sanitaria, a la educación y a los servicios de ayuda a las familias, denominado este último como el Cuarto Pilar del Bienestar (el primero es el Derecho de Acceso a la Sanidad; el segundo, a la Educación; el tercero, a la Jubilación; y el cuarto, a los Servicios de Atención Familiar, como son las escuelas de infancia y los servicios de atención a las personas dependientes). Es sorprendente la escasa atención del informe a estos servicios esenciales y transferencias del Estado de Bienestar, que juegan un papel clave en determinar la calidad de vida y el bienestar de la mayoría de la población. Y por cierto, estos países tienen relativamente bajo gasto militar. Su gasto militar es 1.22% del PIB en Suecia, 1.49% en Dinamarca y 1.53 % en Finlandia (mucho más bajos que el 2.88% en India, el 3.74% en EEUU y el 4.26 % en Rusia).
Ni que decir tiene que tales países escandinavos tienen problemas graves y algunos de ellos están diluyendo su vocación transformadora. Pero ello no desmerece la importancia de los datos que muestran que aquellas formaciones políticas que históricamente han llevado a cabo políticas redistributivas, basadas en principios de solidaridad y equidad, hayan alcanzado niveles de bienestar y felicidad más acentuados que aquellos países gobernados (durante la mayor parte del periodo post II Guerra Mundial) por formaciones liberales y conservadoras poco redistribuidoras de la riqueza y del bienestar, y que priorizan la acumulación individual de bienes y servicios sobre la universalización de los derechos y el bien común. Y lo que es también interesante es que, como ha tenido que reconocer incluso el Vaticano del neoliberalismo -Davos, están entre los países de mayor eficiencia económica.
ÚLTIMA OBSERVACIÓN. LO QUE EL INFORME NO CITA
Como he indicado en el artículo, el enorme dominio del pensamiento neoliberal en las llamadas ciencias económicas explica la sobreutilización de indicadores económicos sesgados en los trabajos de evaluación del Desarrollo Sostenible, llevados a cabo por agencias e instituciones internacionales, que van desde el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a muchas agencias de las Naciones Unidas. De ahí que sea muy positivo desarrollar indicadores distintos, como hace este informe, que valoren más directamente la felicidad de la mayoría de las poblaciones, que por cierto, en cualquier país son las clases populares.
Ahora bien, también es importante que tales informes vayan más allá que la mera descripción del fenómeno y que traten de analizarlo para cambiarlo. Y ahí es donde el informe que he analizado tiene vacíos importantes. Y uno de ellos, es el silencio sobre la importancia del contexto político para configurar la naturaleza del Desarrollo Sostenible y sus objetivos. Entre las variables que hay que analizar para explicar el nivel de felicidad de un país, hay que incluir las variables políticas, estudiando las políticas públicas de las formaciones políticas existentes en cada país, sean del color que sean. Y de ahí que pueda analizarse si hay alguna que mejoren más que otras su nivel de felicidad. Y es ahí donde radica el silencio sistemático en estos informes internacionales sobre este punto, pues la evidencia muestra claramente que algunas políticas públicas (por ejemplo, las redistributivas) características de opciones políticas progresistas, crean mayor seguridad, bienestar y felicidad que otras. Y esto es lo que incomoda a algunos gobiernos enormemente poderosos en estas agencias e instituciones internacionales.
Hay otros temas también en el informe que merecen mayor explicación, como el elevado nivel de felicidad de países como Arabia Saudita, bien conocidos por su explotación de clase y genero entre la mayoría de la población, así como la importancia que el informe atribuye a factores genéticos como determinantes de felicidad para algunas poblaciones. No creo que haya sido la intención de los autores, pero esta última consideración puede generar interpretaciones de determinismo racial, que sorprenden aún más si hacen parte de un informe de las Naciones Unidas. Por lo demás y a pesar de sus vacíos e imprecisiones, el informe es un paso importante en la búsqueda de alternativas a la sabiduría convencional neoliberal que domina los estudios sobre el Desarrollo Sostenible.