Por Carlos Revilla
“Autrretrato con sombrero de paja” : Élisabeth Louise Vigée-LeBrun (1755 – 1842)
Fue una destacada pintora francesa nacida el 16 de abril de 1755 en París y fallecida el 30 de marzo de 1842. Es conocida por sus retratos, especialmente los de la reina María Antonieta y otros miembros de la aristocracia europea.
Desde temprana edad mostró un gran talento para la pintura, influenciada por su padre, el retratista Louis Vigée. A los 15 años ya trabajaba como pintora profesional y en 1774, a los 19 años, fue admitida en la prestigiosa Académie de Saint-Luc, lo que le permitió exhibir sus obras en exposiciones públicas.
En 1776, se casó con el marchante de arte Jean-Baptiste-Pierre LeBrun, quien ayudó a promover su carrera. Su conexión con la corte real se fortaleció cuando en 1778 fue presentada a María Antonieta, convirtiéndose rápidamente en la retratista favorita de la reina. Pintó numerosos retratos de la reina, que fueron muy apreciados por su calidad técnica y su capacidad para capturar la personalidad de sus modelos.
“Autorretrato con sombrero de paja” es una obra maestra de Élisabeth Vigée-LeBrun, creada en 1782. En esta pintura, la artista se retrata a sí misma con un sombrero de paja adornado con flores, luciendo una expresión serena y segura. Lleva un vestido ligero y vaporoso, acentuado por un lazo rojo en la cintura, que refleja su sentido del estilo y elegancia. La luz natural ilumina suavemente su rostro y el sombrero, destacando su tez clara y sus rasgos delicados. La composición y los colores transmiten una sensación de frescura y espontaneidad, revelando su habilidad para capturar la vida y la personalidad de sus sujetos con gran precisión. Esta obra no solo demuestra su destreza técnica, sino también su confianza y orgullo como mujer y artista en una época dominada por hombres. (Colección de la National Gallery de Londres)
Durante la Revolución Francesa, debido a su asociación con la monarquía, Vigée-LeBrun se vio obligada a abandonar Francia en 1789. Pasó varios años en el exilio, viajando por Italia, Austria, Rusia y otros países europeos, donde continuó su carrera y se ganó el reconocimiento internacional. En particular, tuvo un gran éxito en la corte rusa, donde retrató a la emperatriz Catalina la Grande y otros miembros de la nobleza.
Regresó a Francia en 1802, después de la caída del régimen revolucionario, y continuó pintando hasta bien entrada su vejez. Publicó sus memorias en 1835-1837, ofreciendo una valiosa perspectiva sobre la vida en las cortes europeas y su carrera artística. Murió el 30 de marzo de 1842 en París, Francia
Dejó un legado de más de 600 retratos y numerosas pinturas históricas y paisajes, siendo recordada como una de las pintoras más importantes de su tiempo. Su obra se caracteriza por su elegancia, el uso hábil del color y la capacidad de capturar la esencia de sus sujetos.
Estas son las obras más conocidas y representativas del arte, cada una en un estilo y una época, pero que resumen a la perfección los grandes momentos artísticos de la humanidad.