Los cuadros más famosos de la historia

Por María Jesús Revilla y Carla Domínguez

Las dos Fridas

“LAS DOS FRIDAS” : FRIDA KAHLO (Coyoacán 1907/1954)

Frida Kahlo fue una venerada pintora mexicana que realizó unas 150 obras. En 1925 sufrió un accidente de autobús que la dejó paralítica. Esposa del muralista Diego Rivera (1886/1957) de quien se divorció y se volvió a casar. Entre 1931 y 1934 vivió en EEUU. Rivera tuvo numerosas amantes (entre ellas la hermana menor de Frida), y Frida no se quedó atrás porque los tuvo a raudales, entre hombres y mujeres, tales como el ruso León Trotsky, su fotógrafo húngaro Nickolas Muray, el dibujante Josep Bartolí, el poeta Alejandro Finisterre, o la cantante Chavela Vargas, de quien escribió: «Hoy conocí a Chavela Vargas, extraordinaria lesbiana; es más, se me antojó eróticamente”. Expuso en París, donde conoció a Pablo Picasso. En Coyoacán está la Casa Azul, donde vivió, y actual Museo Frida Kahlo.

Este autorretrato representa como pocos la dualidad compleja de su personalidad, con el simbolismo que marcó toda su obra…: “Dos Fridas”, dos vidas, diferentes y, sin embargo, unidas. (Museo de Arte Moderno, Ciudad de México).

Complemento (Carlos Valverde)

Frida Kahlo

Frida Kahlo es un símbolo en la historia del arte. Es un símbolo como creadora, como luchadora, como discapacitada, como rebelde y, especialmente como mujer.

Lo suyo es, más que un conjunto de obras esparcidas en el tiempo, un largo y tortuoso autorretrato, hecho muchas veces, a lo largo de su existencia, marcando los momentos claves de su accidentada vida y expresando así sus miedos, sus dolores, sus amores, sus ilusiones, sus tristezas y sus frustraciones.

La suya fue una vida sufrida. Víctima de un aparatoso accidente de tránsito, cuando apenas tenía 18 años, diagnosticada con polio, con una columna vertebral dañada y objeto de al menos 32 cirugías, Frida vivió entre dolores de muchas clases, la mayoría crónicos y muy fuertes.

En lo emocional, Frida fue objeto de muchos desengaños, a causa de su esposo, el pintor Diego Rivera, de su hermana y otras personas cercanas.

Ello contribuyó, sin duda, a que su vida fuera una vorágine de pasiones y decepciones y que desembocara en el alcoholismo, así como en conductas que, en su tiempo (quizá incluso ahora) se considerarían escandalosas. Su fragilidad física, sin embargo, no le impidió manifestarse como mujer de fuertes convicciones políticas y sociales.

Fue militante de la izquierda y protectora de las culturas amerindias y sus exponentes. Se preocupó por rescatar y realzar el arte, la simbología, las costumbres y las tradiciones del México indígena.

Su arte y su vida rompieron todos los cánones. El precio que pagó por hacerlo fue muy alto, pero ello le ganó ese status de símbolo feminista que ostenta sin discusión, probablemente más que cualquier otra mujer de la historia.

Su pintura es profundamente personal, ingenua y a la vez desgarradora. Se trata de una obra de enorme poesía, expresada de forma fantasiosa, desde el dolor y el amor, a base de ambientes oníricos y metáforas significativas: flores, animales, utensilios. Elementos simples pero de poderosa elocuencia en la vida de esta mujer extraordinaria. Es por ello que se la clasifica como surrealista, aunque opino que es una artista de por sí inclasificable.

La escogencia de este autorretrato es excelente. El que más me gusta de ella, pues se desdobla para posar ante el espectador, ambas figuras tomadas de la mano y compartiendo la sangre de sus corazones.

Una —la enamorada— sostiene en su mano izquierda un retrato de Diego Rivera, mientras que la otra ha cortado con su mano derecha la vena por la que fluía su amor. Se dice que este retrato fue pintado luego de un rompimiento con Rivera.

Una tiene un traje europeo, manchado por la sangre de la traición del marido. La otra, un traje indígena de la mujer sometida a la dominación del esposo.

Sin duda estamos ante una obra que expresa sentimientos de manera fuerte. La obra de una artista cabal que vivió más allá de sus circunstancias, como pudo, para ser recordada por siempre.

Estas son las obras más conocidas y representativas del arte, cada una en un estilo y una época, pero que resumen a la perfección los grandes momentos artísticos de la humanidad.

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