
Manuel Mª Medrano Marqués, Universidad de Zaragoza
Pocos elementos del vudú son tan popularmente conocidos –gracias especialmente a las películas– como las voodoo dolls, muñecos o muñecas vudú. En la pantalla grande aparecen en escenas en las que alguien les clava algún objeto con la intención de causar daño a las personas que, teóricamente, representan –con mejor o peor fidelidad–.
Aunque su creación puede deberse a razones tanto buenas como malas, también pueden ser muñecos meramente representativos. Por ello, algunos reivindican dentro de esta misma categoría a la denominada Venus de Willendorf y a otras figuras del Paleolítico Superior, el Neolítico o la Edad del Bronce.
Las muñecas mágicas pertenecen al amplio campo de la magia de la imagen, y buscan canalizar una fuerza sobrenatural hacia un propósito concreto. Con su elaboración se persigue que las acciones ejecutadas sobre una imagen se reproduzcan en la persona representada. Para potenciar su efecto, en el relleno de las muñecas se incluyen pelo, recortes de uñas, saliva u otros fluidos corporales de quien será afectado por el hechizo, o bien una pequeña pertenencia personal, como una pieza de joyería o un peine.
Independientemente del propósito último que tengan, las muñecas mágicas tienen que ser activadas para acceder a su poder, en ceremonias o rituales que suelen exigir el trabajo de un experto hechicero o sacerdote.
Muñecas mágicas desde la Prehistoria
Ya en el Calcolítico europeo, puede relacionarse la rotura de figurillas de arcilla, el acto de envolverlas u otras manipulaciones con acciones mágicas.
Marie-Lan Nguyen/Museo del Louvre, CC BY
Sabemos de inscripciones y referencias literarias de la Grecia y Roma antiguas, en el siglo VI a. e. c., con muñecas de cera o lana que son quemadas (en muchos casos), atravesadas con agujas o sacrificadas de otro modo.
Se conocen actos mágicos “protagonizados” por muñecos –a veces reforzados con elementos orgánicos del sujeto del hechizo– desde el reinado de Ramsés III (en el siglo XII a. e. c.) hasta el Éufrates del siglo XIV, pasando por Juan XXII –que se sintió amenazado por figuras de cera– o las elaboradas por hechiceros en el siglo XIV para hacer perecer a Carlos de Valois.
Sabemos también de la existencia de figurillas perforadas durante los reinados de Carlos IX y Enrique III de Francia, y otras de uso mágico durante el reinado de Luis XIII, así como en sucesos posteriores. También se dieron casos en Inglaterra, como el intento de atentado a Enrique VI mediante la exposición a fuego lento de una efigie suya de cera elaborada por hechiceros.
En Canarias –a donde llega la magia desde Castilla, Andalucía y Portugal– el método más utilizado para maleficiar era precisamente utilizar al muñeco que representa a la víctima del hechizo. Lo encontramos desde los primeros decenios del siglo XVI hasta el siglo XIX. Suelen estar hechos de cera, o de tela procedente, generalmente, de la ropa del maleficiado. El muñeco es normalmente clavado con alfileres y enterrado.
Museum of Witchcraft and Magic
Hay testimonios de que un tipo de muñecos mágicos muy frecuente en el folclore inglés, los poppets, llegaron a América al menos a finales del siglo XVII, probablemente llevados por los colonos. En concreto, aparecieron en los “juicios de las brujas de Salem”.
Durante el interrogatorio de Candy, el 4 de julio de 1692, esta presentó dos rudimentarios muñecos de trapo. Los objetos causaron terror entre las testigos, que se afligieron cuando los pellizcaron y dijeron que se sentían quemar cuando se prendió fuego a uno de los trapos. Al sumergir estos objetos en agua dos de las testigos sufrieron ataques como si se ahogasen.
Muñecos de poder
La magia de la imagen puede presentar también otros aspectos muy interesantes. En el vudú la efigie tiene, en ocasiones, un papel meramente representativo, con esencia espiritual y fuerza simbólica, pero sin que haya acción física sobre ella.
M. M. M.
Así, se conoce la existencia de un muñeco que representa un hungan, sacerdote del vudú haitiano, un personaje muy respetado al que se atribuyen los poderes de clarividencia y adivinación.
En la película de terror La serpiente y el arco iris, de Wes Craven (1988), se puede ver a un hungan con atuendo característico, gorro y pañuelo rojos, dirigiendo una ceremonia.
Igualmente en el documental Los Misterios del Vudú aparece a un hungan de Artibonito (Haití) con gorro y pañuelo rojos invocando al Baron-Samedi, uno de los loa (espíritus) del vudú haitiano. Durante esa ceremonia, vemos que, colocadas cerca del lugar donde el sacerdote desarrolla el rito, reposan unas muñequitas rojas y negras que representan a personas. La ceremonia que se desarrolla tiene como objetivo que el Baron-Samedi imparta justicia en un litigio, ejecutando su sentencia sobre el culpable. Las muñecas serán las encargadas de transmitir el resultado a las personas que representan.
En resumen, la tradición de muñecos mágicos existe desde hace miles de años, y perdura, sobre todo, en Luisiana y Haití, donde el sistema mágico-religioso del vudú sigue vivo.
Manuel Mª Medrano Marqués, Profesor del Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.