Progresemos
Carlos Manuel Echeverría E.
“Estoy leyendo en el New York Times que cancelaron Wimbledon y otros torneos de tenis para los futuros meses. Dice el artículo que los tenistas de elite no tienen problema económico, pero hay como 500 tenistas, calculo yo, que el artículo dice sobreviven con el cheque que reciben semana a semana. Pues creo ese va a ser el mundo del futuro. Sin esos 500 tenistas, no hay torneos y todos pierden. ¿Porque pagarle ese platal a los “Messis, Bradys y Lebrones” de este mundo, que nada hacen ahora por nosotros, si por una fracción de $ al año igual juegan? Ya vimos como a varios alcaldes en Costa Rica les bajaron el sueldo a la mitad y ni chistaron. ¿Cómo se justifica en México un Carlos Slim o algunos grandes capitales en países pobres como varios de los centroamericanos? Creo que por allí va a empezar el cambio luego del Covid 19 y para enfrentar todo lo que vendrá después…reactivación económica dificilísima, huracanes, sequías, otras plagas, atención a necesidades vitales y desórdenes sociales, democracias en riesgo…que acompañan lo bueno de la vida, que es mucho y no hay que perder nunca de vista. No estoy hablando de ideología política; estoy hablando de lo que parece lógico. “Repartir mejor el bacalao” sin perjudicar la capacidad del emprendedor y el empresario de generar riqueza. Nada de fachadas comunistas ni fascistas…eso quedó ya atrás…”
Así escribí hace poco a mis amigos en un chat, ya pensando en este artículo que apunta a ofrecer mi pensamiento para contribuir a construir el nuevo mundo que ya tenemos que ir rediseñando. No podemos quedarnos patinando en la pandemia los que no estamos vinculados a los servicios sanitarios y otros fundamentales, al gobierno, la dirección de empresas u otras manifestaciones de organización social. Debemos quedarnos en la casa, como lo estoy haciendo y usar el tiempo en construir ideas producto de nuestro pensamiento y espíritu para contribuir a dar forma al mundo que viene. Invito a todos a hacerlo, especialmente a aquellos más formados y que están pasando esta cuarentena mundial en condiciones humanas; muchos lo hacen en condiciones infrahumanas.
Ha llegado el momento del cambio. Esta pandemia nos adelantó de un solo porrazo, algo que a mi juicio se nos venía en los 2050s, cuando personalmente no espero ya estar “por estos lados”.
Como dijo nuestra admirada Christiana Figueres, sería una lástima no aprovechar esta pausa para cambiar de rumbo. Sería un suicidio no hacerlo; el paradigma cambió radicalmente. Costará recuperar la economía mundial y no es posible, ni para los países más fuertes, el pensar hacerlo prescindiendo del resto del mundo. Los encadenamientos productivos y comunicativos son muchos, pero más que eso y por razones de interés propio, el mantener niveles de pobreza y abuso de la naturaleza como la que hemos vivido en los últimos 100 años, hace posible que en cualquier momento aparezca una nueva calamidad, que devuelva a esos países a la postración actual.
En primera instancia hay que plantearse que es lo que somos, como individuos y colectividad. Somos el ser viviente en la tierra, que ha logrado el mayor desarrollo cerebral alcanzado, lo que le ha dado conciencia de su temporalidad y de una fuerza interior que llamamos espíritu…más allá, estaría el alma. Tenemos conciencia de que venimos y vamos como especie, un vamos que en los últimos años se ha convertido en término relativo y disonante: vamos hacia el cielo, como parecía hace un siglo o vamos al despeñadero. La situación en que se encontraba el globo terráqueo inclusive antes de la pandemia, nos señalaba sin duda que vamos hacia abajo, algo que aquella nos precisa aún más. Hemos vivido a niveles que los recursos existentes incluyendo los relativamente renovables no nos permiten sostener, aún con capacidades científicas tecnologías cada vez más avanzadas. Lo hemos hecho, privilegiando a algunos por un lado y perjudicando a muchos. Destinando gran cantidad de recursos a actividades grotescas como la guerra apuntalada por un costoso armamentismo, comprometiéndonos con una sociedad de consumo, que presiona a las mayorías, descarriando a muchos en pro de la riqueza material personal, mientras que gran parte de la humanidad, muchas veces casi que en nuestras propias narices, languidece, prostrada en la estreches y la pobreza, sin esperanzas de progreso o con su futuro comprometido por deudas. La búsqueda del sentido de la vida vía en el consumismo, no es la forma de darle propósito a nuestra existencia y es futil. Difícil asegurar cual es nuestro propósito, especialmente cuando nos posicionamos ante la eternidad y lo infinito; a lo mejor somos un accidente, sin propósito real, simplemente más mentalmente desarrollados que otras criaturas. Pero quisiera pensar en que nuestro papel en la Tierra, es el de conducirla seguramente a niveles superiores de desarrollo, trascendente éste en el tiempo y espacio por supuesto, a la insignificante creación de bienes y servicios en la que como especie nos hemos proyectado.
Lo primero es vernos como individuos de vocación colectiva, sin negar esa individualidad, como lo quiso hacer Mao Zedong fracasando estrepitosamente como era de esperarse. Este concepto no es nuevo ni desconocido, pero a menudo se nos olvida. El Ser Humano es esencialmente individuo, pero con un fuerte componente social. Es más, la sociedad es la cuna que nos recibe al nacer y luego la plataforma, que nos facilita nuestro desarrollo personal. Estamos obligados como individuos, especialmente los privilegiados a dar más socialmente, que lo que como miembros de la colectividad y generalizando, damos en este momento, cada uno en su circunstancia.
¿Cuál es el nuevo paradigma? Creo que habrá cambios en lo político por ejemplo, que pueden ser negativos o positivos. En la economía sin duda, en lo social y sin duda en lo ambiental. Costa Rica y en general en todos los países, habrá necesidad de cambiar y dependerá de la sociedad y sus individuos, si se avanza hacia el cielo o hacia el abismo.
No es posible aun siendo un país pequeño, quedarnos esperando a que el cambio lo hagan otros, pues al igual que las personas, como país somos individuos de la colectividad internacional y a ella nos debemos. Por responsabilidad, debemos contribuir en forma significativa y hasta por interés propio, pues si los cambios necesarios para el progreso a nivel subregional, regional y extra regional no se dan, los desequilibrios globales nos avasallarán como un tsunami. A continuación esbozo algunas ideas:
En lo político. La actual crisis debe servir al mundo para entender que necesitamos más democracia e integración a todo nivel y en diferentes dimensiones. Espero que la actitud autoritaria de estos días, lamentablemente necesaria, no se extrapole en debilitamiento de la democracia donde tiende a haberla como en Costa Rica o un arraigo del autoritarismo donde lo hay.
En el caso de Costa Rica, me parece que hay que retomar el camino de la democracia participativa paralela a la representativa, aquella facilitada por la aplicación de las potestades que otorga la Ley 5525 de Planificación Nacional y sus modificaciones, que tipifica el Sistema Nacional de Planificación, incluyendo la estructura piramidal de Consejos de Desarrollo Regional, como subsistema. No hay que legislar, excepto que se le quiera dar más funciones al subsistema, como el que se convierta en un órgano de consulta de la Asamblea Legislativa. Así mismo, en los consejos sectoriales deben participar los sectores sociales, productivos y grupos de interés según el ramo. Tenemos que dar ese paso; tenemos que vincular orgánicamente a la sociedad civil organizada al acto de gobernar, cosa que seguramente a los políticos que han venido funcionando en el marco de la anti política, manipuladora y abusiva como es, no les gustará, pero… que le vamos a hacer… el país tiene que avanzar. Costa Rica, por su tradición y vocación democrática puede intentarlo con éxito y ser ejemplo mundial. Transparencia, rendición de cuentas, ejercicio de derechos, respeto y participación responsable, han de ser la tónica.
Desde la perspectiva internacional, esta emergencia ha tendido inconvenientemente a debilitar la integración, aunque no puedo dejar de mencionar los esfuerzos fructíferos del SICA por ser una de las excepciones a esa afirmación. Lo deseable no es el unipolarismo por supuesto, pero tampoco el multipolarismo. Fundamental es fortalecer el sistema multilateral en sus manifestaciones mundiales (ONU), regionales (OEA) y subregionales (SICA).
En lo económico. Pienso que los esquemas que han fomentado la prevalencia desregulada de la insustituible economía de mercado, a nivel de nación y en la economía internacional, han de convertirse en elementos de museo. Ni la aplicación del llamado Consenso de Washington a nivel mundial y nacional, ni la globalización, maximizada en los últimos años por errada ideología y la tecnología existente, han dado buenos resultados. Han creado enormes diferencias de ingreso entre los países y al interior de ellos entre sus diferentes estamentos sociales. Han llevado el gasto a niveles materialmente insostenibles; consecuencia de ello es el alto endeudamiento de una gran parte del mundo.
Hay alternativas y la que más me gusta es la de una economía de mercado planificada, donde se le da prioridad a sectores de actividad y se descartan otros; en los primeros, el Estado promueve la competencia. ¿Quién establece la prioridad? La sociedad civil informada, por la vía del Subsistema de Planificación Regional ya mencionado y la participación de sectores de la sociedad civil pertinentes en los consejos sectoriales, al amparo de la “Ley 5525” y la General de la Administración Publica.
Le prestaría una gran atención al modelo que nos dejó la Revolución del 48, de economía mixta, de mercado con participación estatal depurada a lo verdaderamente estratégico y del sector privado produciendo y distribuyendo, apuntalado por las garantías sociales, orgullo nacional y ejemplo al mundo. Tendremos que tomar en cuenta el reto de la IV revolución industrial y la robótica, el teletrabajo y la flexibilidad laboral, así como los cambios en los canales de distribución. Ver en ello un desafío, pero más que otra cosa una gran oportunidad. La reactivación será muy difícil; requerirá aplicación keynesiana responsable y selectiva, otorgando prioridad vis a vis el impacto, donde se dé el mayor efecto multiplicador. Quisiera ver un sector bancario que sirva a la sociedad y no lo contrario. Y un sector privado en todas sus manifestaciones, que cumpla con sus obligaciones tributarias según corresponda, con un aparato estatal que le dé a aquel franco soporte.
A nivel de comercio internacional, es necesario regresar a las ideas de un nuevo orden internacional, donde los países ricos poseedores del conocimiento, no se “hagan gato bravo” con éste. El apoyar el desarrollo científico y tecnológico autóctono aplicado, en los países en vías desarrollo, lo que puede hacerse por medio de alianzas público-privadas usando a las grandes corporaciones como puntas de lanza, es un gran desafió que requiere generosidad por los de un lado y seriedad por los del otro, así como visión por parte de ambos. En el largo plazo, la “cancha comercial” será más plana y nivelada y eso tenderá a homologar ingresos nacionales y sociales al interior de los países, reduciendo significativamente los diferenciales en términos de intercambio comercial.
En lo social. La tendencia decididamente en nuestro país y el resto de mundo, ha de ser de inclusividad social, sin menoscabo de la productividad, la emprendeduría y el apoyo a la empresa productiva. Menos regulaciones y trámites burocráticos innecesarios ha de ser la norma; mejor infraestructura física y social, una política tributaria progresiva, lo más sencilla que se pueda y que interfiera lo menos posible en el proceso productivo, ayudarían mucho.
La idea es que a ninguna familia, le falte lo básico para una vida decente y con posibilidades de franco progreso. Lo anterior, podríamos sintetizarlo en un Equilibrio Social General como lo llamó Eduard Kardej: Eficiencia productiva y eficacia distributiva. Ello implicaría compromiso de los diferentes agentes socio económicos, por la vía de la Economía de Mercado Planificada, previendo tasas de acumulación y de consumo vinculadas a la productividad y competitividad internacional existentes, como reflejo de las relaciones intersectoriales, la capacidad organizativa, la científica y la tecnológica.
En lo ambiental. Punto toral. Nuestra convivencia con nuestra cuna primero y luego nuestra plataforma.
Nos hemos portado muy mal con el medio ambiente; somos muchos, quizás más de la cuenta. Abusamos en el uso de los recursos por la vía de un modelo de consumo intensivo e injustificado y maltratamos la naturaleza con los residuos productivos no adecuadamente procesados. Mantenemos a gran parte de la población mundial consumiendo mal por no tener ésta los recursos mínimos para el acceso a un nivel de vida menos contaminante. Así mismo, abusamos del reino vegetal, reduciendo a la vez suicidamente la capacidad de absorción de gases contaminantes. Maltratamos animales, en muchos casos facilitando su exterminio. El ambiente se recobra rápido si se le respeta y se le da un respiro, como lo hemos visto en esta pandemia, al disminuir la intensidad de la actividad humana…peces visibles en Venecia, cielo cristalino en Wuhan, pumas conviviendo con los humanos.
Estamos mejorando en atacar las deficiencias mencionadas gracias a una mayor ciencia y conocimiento global y local, mejor tecnología y lo más importante, creciente conciencia popular sobre el problema, que se traduce en demandas ciudadanas para un mejor tratamiento del ambiente. Así mismo, actividades como el modelo turístico de nuestro país, le dan “valor al árbol sembrado”. Todo ello ayuda pero no es suficiente. Es vital recuperar los sistemas ecológicos, hasta para evitar pandemias.
Requerimos cambiar el modelo de producción y consumo a uno más racional, menos intensivo en el uso de recursos, más productivo. ¿Por qué no un modelo de producción intensivo en los rubros socialmente definidos como los prioritarios que planté un balance con los individuales? ¿Por qué no promover un menor consumismo, encontrando satisfacción personal en actividades más humanistas y menos intensivas en el consumo de bienes o servicios que presionan desmedidamente los recursos naturales? ¿Por qué no un modelo de vida donde el individuo, al consumir menos sin menoscabo de su consumo básico para vivir humanamente, pueda trabajar menos?
La misión empresarial debe cambiar. Enfocarse en la rentabilidad social privilegiando la sostenibilidad; la rentabilidad privada debería ser consecuencia de la buena gestión en función a aquella.
¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Es una gran pregunta cuya respuesta es fácil. Para ello requerimos mucha educación, mucha formación integral, para que las personas sepan cómo aprovechar su tiempo libre en forma constructiva, no consumiendo más allá de lo que puede soportar sosteniblemente la naturaleza. Contemplar, practicar la introspección, leer lo que sublima y enaltece e investigar, hacer deporte, cada uno de acuerdo a su edad y disposición; disfrutar la familia y amigos, la belleza de mundo. Volver a nuestra base cultural hoy tan perdida, tanto que nuestros jóvenes ya no saben si hablar en “usted” a los mayores o desconocidos, en “vos” a los amigos, en “tu” o una mezcla irreverente de todo. La expresión es quizás la manifestación cultural más importante de una nacionalidad. Si perdemos la cultura perdemos “nuestro ser” y nos avasalla el mundo como nación. Creo estamos como sociedad bien capacitados y hacemos más o menos la tarea de recapacitar, pero no suficientemente formados.
Gente educada es más difícil de manipular y está mejor preparada para contribuir social y políticamente. A los manipuladores políticos no les sirve; a la sociedad sí.
A quien tenga interés y me haga el honor de acompañarme en este debate, lo invito a navegar en mi blog carlosmanuelecheverríaprogresemos.com. Allí, entre los artículos más viejos están las “reflexiones sobre Laudato Si”, donde gran parte de las ideas aquí expresadas, se elaboran con mayor detalle.
Dicho todo lo anterior, debo reconocer sin embargo, que no soy tan optimista como quisiera serlo. Se pueden imponer la inercia, la tozudez y el egoísmo de algunos, la soberbia y la ambición política y económica, que desde los tiempos inmemorables ha caracterizado a la humanidad presta a jugar a Rey Midas, el miedo y la desinformación.
Tanto a nivel nacional como internacional, el cambio es integral, holístico, como lo he querido plantear en este artículo. Habrá resistencia de uno y otro sector, inclusive en Costa Rica por supuesto. Debemos ser valientes y realistas; no hay soluciones mágicas ni absolutas, pero si pasos en la dirección correcta. Abrigo una pequeña llamita, una esperanza, de que así no será en esta ocasión. Si no es así, “no habrá de otra.” Ética y moralmente, el camino del cambio es el correcto.
– Exdiplomático y ex viceministro de Planificación Nacional y Política Económica.
cmecheverria@yahoo.com
Blog: carlosmanuelecheverriaprogresemos.com