Liberación Nacional y la orquesta del Titanic

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Carlos Revilla M.

Carlos Revilla

En estos días renunció al Partido Liberación Nacional, una de los que era de sus figuras más reconocidas; me refiero a Fernando Berrocal Soto. Ministro varias veces en Gobiernos liberacionistas, así como embajador en las Naciones Unidas, y que a través del tiempo tuvo diferentes cargos en la estructura partidaria, especialmente en tiempos de campaña. Recuerdo, por ejemplo, su participación en la elaboración del plan de Gobierno para el 2006, en la campaña que ganó Oscar Arias, en lo que a la postre llegó a ser su segundo mandato.

Bueno, aunque tomo de punto de partida su renuncia, no quiero hablar mucho sobre ella, si quieren leerla la razonó en una carta que tituló “Una decisión personal y familiar”, que tuvo amplia difusión en los medios, especialmente los alternativos. En realidad me interesa hablar más bien de las causas y la reacción que esta renuncia provocó en el liberacionismo.

De alguna forma su renuncia cayó como un balde de agua fría en la dirigencia. No fue bien recibida, motivando que se le fueran al cuerpo, y lo atacaran en lo personal. Por ejemplo, en chats de Whatsapp y en Facebook, circularon varias imágenes de Berrocal apoyando, en el 2010, un candidato a alcalde del partido cantonal “Todo por Flores” en Heredia, práctica, que la verdad sea dicha, se acostumbra mucho en el partido (recordemos cuando Johnny Araya se postuló a la alcaldía de San José por otro partido). Pero nadie habló de las razones de Berrocal para abandonar el partido.

Y lo anterior es un fenómeno que se viene dando en el partido desde hace ya algún tiempo. Se habla del partido y como sacarlo adelante y nadie se da por enterado, más bien criticar al partido es sinónimo de ser un mal liberacionista o peor aun de ni siquiera serlo.

Hay un punto de la carta de Berrocal que si quiero compartir:

Cuando la lucha por el poder político no tiene, como única razón de ser, poner el poder político al servicio de los verdaderos intereses del pueblo y del país, sino al servicio de los propios intereses personales, políticos y económicos, es cuando todo se acaba y se pierde el sentido ideológico y la razón ética de la política. Todo se transforma, entonces, en una lucha de poder por el poder mismo y a ese escenario nacional nos ha llevado la cúpula superior del partido.

Me parece que Berrocal da en el clavo, cual es precisamente el desvarío ideológico del partido (abandono de la socialdemocracia), y por ende el abandono también como dice él “de los verdaderos intereses del pueblo y del país”. Más claro imposible, esta es una de las razones más fuertes para que el pueblo le haya dado la espalda a liberación. Sin embargo no han hecho mayor cosa para remediar esto, y más bien ahora se habla de una tal “socialdemocracia empresarial”, que no es otra cosa que el neoliberalismo, que como bien dice Berrocal “controla y dirige el verdadero poder partidario, sus órganos superiores y sus alianzas políticas”. A eso yo le agrego el rampante conservadurismo, totalmente opuesto al progresismo que debería enarbolar el partido, si fuera realmente socialdemócrata.

El partido se está desmoronando, y solo se habla de las ya cercanas municipales del 2020, y cuantas alcaldías se van a ganar. Todo son felicitaciones, y nadie ve problemas, es más a Berrocal le dicen que el partido espera a que regrese, pero de nuevo, sin discutir o conversar sobre las razones esgrimidas por él para renunciar. Los militantes del PLN viven algo así como en la «Isla de la Fantasía», aquella famosa serie de televisión de los años 70s del siglo pasado. Especialmente patético son los jóvenes, cuya gran mayoría defiende el status quo, como si nada estuviera pasando, haciendo solo ataques ad hominen.

Es increíble como se han desperdiciado las oportunidades para cambiar que han dado las derrotas. Pues si, esas crisis que normalmente llevan a profundos cambios, por desgracia en el PLN no han sido aprovechadas. Curiosamente, lo que han hecho es consolidar lo ya existente, sin ningún viso de cambio, que debería ser hacia un partido más democrático, participativo, diverso y multicultural; sin embargo ha sido todo lo contrario. El sectarismo y la miopía impera en la dirigencia.

El PLN sobrevive, dirán algunos. Pero la verdad es que sin cambiar, ¿cómo pretender resultados diferentes?

Entonces, llegamos adonde quería, que es la relación de todo esto con la orquesta del Titanic, que todos sabemos es aquel barco que se hundió al chocar contra un témpano de hielo. Mientras el barco se hundía, la orquesta continuó tocando. Es decir, mientras todo alrededor era caos, la orquesta, a sabiendas, siguió tocando como si nada estuviera pasando a su alrededor. Pues bien muchos están así como la orquesta del Titanic, viendo como se desmorona el partido a pedacitos, pero siguen «tocando» como si nada pasara.

Hay algunos pocos, que si ven una crisis, pero pasan echándole la culpa de esta a otros. Se ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio. En lugar de un propósito de enmienda, se crucifica al que piense diferente. Lo anterior ha sido notorio en los chats de la dirigencia del partido. Como mencioné esto se ha dado con Berrocal y otros, pero especialmente con Leonardo Garnier, a quien atacan inmisericordemente casi todos los días, curiosamente, especialmente los jóvenes. Es decir, la culpa es de cualquier otro menos del propio partido. Así, hay casi nulas posibilidades de salir del profundo hoyo en que está sumido el partido.

Y entonces, solo estamos viendo el triste espectáculo de la «orquesta tocando», haciéndose de la vista gorda, de lo que acontece a su alrededor; solo que en este caso lo que se hunde no es el Titanic, es el Partido Liberación Nacional.

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Un comentario

  1. Gustavo Elizondo

    Don Carlos expone una realidad que todo el mundo ve, menos los que están dentro de Liberación, que son cada vez más menos. Los que alguna vez amamos a ese partido, cuando representaba la social democracia y llegó a transformar a un país descalzo en uno calzado, a un país analfabeta en un país instruido, a un país de unos pocos a un país lleno de oportunidades, pero que en un momento perdió su rumbo, lamentamos como poco a poco se extingue y no hay más que decir: _el último que salga, que apague la luz_

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