Cambio Político Opinión, análisis y noticias
El Escorpión
Si Maxwell Smart viviera en Costa Rica, ya habría pedido traslado urgente al “Ministerio del Cono del Silencio”, sección Pueblo Soberano, sucursal Escazú. Porque lo que aquí llamamos “espionaje político” parece más bien un remake tico de El Súper Agente 86, versión low budget y con actores sin sindéresis… ni licencia para enchufar.
En un país donde hasta los enchufes opinan, apareció un dispositivo “sospechoso” en una residencia que, casualmente, estaría vinculada a Antonio Barzuna, candidato por San José del partido Pueblo Soberano. Una casa a la que solo ingresan quienes cuentan con la venia del anfitrión. Pero tranquilos: aquí nadie sabe nada, nadie fue, nadie vio y, por supuesto, nadie tiene llaves.
El OIJ, en teoría, podría allanar la vivienda y decomisar las cámaras de seguridad para revisar quiénes entraron y salieron durante el último mes. Pero por ahora el sigilo es más eficiente que cualquier operativo. El TSE, por su parte, debería comprobar si el uso de la residencia fue reportado como donación en especie o si eso se archivó bajo el rubro místico de “cosas que mejor no preguntar”.
El hallazgo del dispositivo tiene su encanto técnico: lo localizaron en un tomacorriente. Porque, como sabe todo experto empírico en vigilancia doméstica, nada dice «operación encubierta» como un micrófono entre los cables de la licuadora. Aquí la física de las interferencias parece opcional, o tal vez se estrenó la primera escuela continental de espionaje plug-and-play.
¿Inexperiencia o creatividad patriótica? Difícil saberlo. Pero si alguien pensó que un toma corriente es la nueva frontera tecnológica de la inteligencia política, convendría enviarle un recordatorio amistoso sobre cómo funcionan las señales eléctricas y las comunicaciones. O un enchufe más amplio, ya que estamos.
Mientras tanto, Laura Fernández practica la versión local del clásico “Cono del Silencio”: nadie responde, nadie explica y, si se pregunta algo, se cambia de tema. Un silencio tan estratégico que solo le falta reglamento interno.
Porque en Costa Rica, cuando el espionaje se hace desde un tomacorriente y el mutismo es la política oficial, la única certeza es que la realidad supera al guion.
