Las Rocallosas canadienses en tren

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Si no podemos exportar el paisaje, importaremos los turistas

William Cornelius Van Horne

Carlos Revilla

En nuestra estadía en la ciudad de Banff en las rocallosas canadienses, tuvimos la suerte que nuestro hotel estaba cerca de la estación del tren. Como ya deben saber, tengo debilidad por los trenes, así que me di a la tarea de conocer un poco sobre el tren en Canadá, especialmente el que pasa por Banff que es de la línea de Canadian Pacific Railway, creada, en su momento, para unir físicamente a Canadá y a los canadienses de costa a costa. Antes de la apertura del tren, llegar de un extremo a otro de Canadá era casi imposible y habría llevado meses en algún otro medio de transporte. Una vez abierta la ruta del tren, un viaje a través del país pasó a contarse en días.

A diferencia de su vecino del sur, en Canadá es costumbre viajar en tren desde que se terminó en 1885 el ferrocarril Canadian Pacific, que recorre el país de costa a costa. Esta maravilla de la ingeniería y «acto de loca temeridad» unió la nación y salvó a la región de la Columbia Británica de convertirse en territorio de Estados Unidos. Tal y como declaró William Van Horne, el primer presidente de Canadian Pacific Railway (CPR), con una frase que se hizo famosa, y con la que inicio el artículo: «Sí no podemos exportar el paisaje, importaremos los turistas.»

Durante la segunda mitad del siglo XX el Canadian Pacific Railway se vio forzado, por la aparición de nuevas formas de transporte, a cambiar su objetivo principal y convertirse en una vía de transporte de carga. No obstante, en la actualidad, esta ruta de tren aún tiene secciones habilitadas para pasajeros, que han tomado auge, principalmente por el turismo, pero ya no es la función primaria.

La belleza de las montañas Rocallosas es legendaria y atrae a cientos de miles de visitantes cada año. Canadá es conocido por su naturaleza virgen, su conservación de los entornos naturales en un extenso sistema de Parques Nacionales y su fauna y flora únicas.

La vía que atraviesa las montañas Rocallosas Canadienses ofrece uno de los viajes en tren más espectaculares del mundo, que incluye también algunos de los paisajes más sorprendentes del planeta; así que los aficionados a este medio de transporte no podrán respirar tranquilos hasta que lo hayan tachado de su lista de viajes pendientes. La vía recorre una extensión de 4 000 kilómetros al oeste de Alberta, una provincia del tamaño de Texas con el mismo número de habitantes que Filadelfia, y pasa por cientos de picos y agujas de 60 millones de años de antigüedad (relativamente jóvenes) cubiertos de glaciares y de perfil de dientes de perro. Las vistas van mejorando a medida que se acerca al rey de las Rocallosas canadienses, el monte Robson, que penetra en el cielo de la Columbia Británica a una altura de 3 953 metros.

Banff

A lo largo del camino hay muchas oportunidades de observar la vida salvaje. Algunos de los animales pueden verse desde el tren son: osos pardos, osos negros, pumas, lobos, borregos cimarrón, cabras montesa, marmotas, alces, y alce común.

Existen varias formas de explorar en tren este magnífico país que apenas tiene carreteras a través de Rocky Mountaineer, el servicio ferroviario privado más grande de Norteamérica. Es merecidamente famoso por el viaje de dos días a la luz del día (durante la noche, los viajeros se alojan fuera del tren), ya sea en dirección este u oeste, que realiza entre Vancouver (en el estado de Columbia Británica) y Jasper, Banff o Calgary (Alberta). Hay vagones-miradores con cúpulas de cristal, así que no se perderá ni un detalle del paisaje. Además, la cena es todo un acontecimiento.

Si quieren una experiencia más nostálgica, el American Orient Express recrea el estilo y el romanticismo de los largos viajes transcontinentales en tren del pasado, con vagones de los años 40 y 50 magníficamente restaurados y un servicio y una comida de primera. El Orient Express realiza un viaje de diez días y 3 380 kilómetros entre Montreal y Vancouver. El mayor atractivo son sin duda las Rocallosas, pero también podrá bajarse del tren y participar en visitas guiadas a ciudades históricas y parques nacionales.

Si está escaso de tiempo, puede realizar este mismo viaje, que atraviesa el continente pasando por cinco provincias, a bordo del tren público nacional. Los vagones estilo art déco de VIA Rail recorren los 4 465 kilómetros que separan Toronto y Vancouver en tres días, pero también existe la opción de adquirir un billete abierto que le permitirá desembarcar y explorar los tesoros urbanos y rurales de Canadá que más llamen su atención y continuar el viaje más tarde. Este viaje enlaza Toronto con el punto más oriental de la línea, Halifax (Nueva Escocia), donde termina esta fabulosa aventura de 6 435 kilómetros única en el mundo.

Por esta histórica vía circulan hoy en día, prácticamente todas las mercancías que circulan por Canadá. A inicios del nuevo siglo se inauguró el Royal Canadian Pacific, un lujoso tren de época habilitado para pasajeros que quieran revivir las aventuras de los primeros pioneros canadienses.

Un dato curioso es que la importancia de la Canadian Pacific Railway va más allá de su fundamental función de transporte. Esto debido a que durante su construcción se hicieron importantísimos descubrimientos como las aguas termales del Parque Nacional de Banff y yacimientos de gas natural. Este último y accidental descubrimiento, es lo que hoy en día mantiene a los trenes de la compañía en movimiento y con calefacción.

Otro dato relevante, es que el Canadian Pacific Railway se trata de una compañía pública y que ha crecido tanto, que cuenta con un total más de 22 mil kilómetros de red. Estas vías se extienden desde Vancouver hasta Montreal.

Si quieren hacer el viaje en tren, la mejor época es de mediados de abril a mediados de octubre. Si quieren más información pueden visitar el sitio web de Rocky Mountaineer y también pueden ver el folleto oficial de las rutas, que tiene fotografías increíbles.

Mientras recorría la bonita estación del tren en Banff, restaurada a su viejo esplendor, me encontré en una pared cerca del parqueo, algo muy interesante. No sé de quién habrá sido lo idea, pero está genial. Alguien imprimió el capítulo 14 del libro When train ruled the rockies. My life at the Banff Railway Station, de Terry Gainer y lo pegó en la pared. Eso me dio la oportunidad de sacarle fotos, y ya con tiempo, pude hacerle OCR y sacar el texto, junto a las fotografías, que las mejoré digitalmente, y con la ayuda de la IA hice la traducción. El trabajo final lo pueden ver en un Pdf que hice al que le incluí todas las imágenes más una especial que tomé de la estación del tren de Banff, que uso de portada.

 
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Con ayuda del libro 1.000 sitios que ver antes de morir, Patricia Schultz, mr ediciones.

Anexo

William Cornelius Van Horne

Sir William Cornelius Van Horne
1843 – 1915

El visionario detrás del ferrocarril transcontinental canadiense

William Cornelius Van Horne nació el 3 de febrero de 1843 en Frankfort, Illinois, Estados Unidos. Desde pequeño mostró un gran interés por la mecánica y la ingeniería. A los 14 años abandonó la escuela y comenzó a trabajar en el ferrocarril, donde rápidamente ascendió de rango.

Demostró ser un líder excepcional y un visionario en la industria ferroviaria. Trabajó para varias compañías en los Estados Unidos, donde implementó innovaciones y estrategias que mejoraron la eficiencia y la rentabilidad de las operaciones. Su reputación como un gerente talentoso y audaz lo llevó a puestos de mayor responsabilidad.

En 1881, fue contratado por el gobierno canadiense para dirigir la construcción del Canadian Pacific Railway (CPR), un proyecto ambicioso que buscaba unir las provincias del este con la costa del Pacífico. El proyecto era complejo y desafiante, enfrentando numerosos obstáculos como terrenos difíciles, condiciones climáticas extremas y escasez de mano de obra.

Asumió el liderazgo del CPR con determinación y visión. Implementó estrategias innovadoras para la construcción del ferrocarril, como la utilización de mano de obra inmigrante y la construcción de vías férreas en secciones más cortas y manejables. También supervisó la construcción de hoteles, estaciones y otras infraestructuras que acompañarían al ferrocarril.

Bajo su liderazgo, el CPR se completó en 1885, en un tiempo récord y por debajo del presupuesto original. Este logro histórico unió a Canadá de costa a costa y marcó un punto de inflexión en el desarrollo del país, impulsando el comercio, la colonización y la integración nacional.

Van Horne es considerado uno de los padres fundadores de Canadá. Su visión, liderazgo y determinación fueron fundamentales para la construcción del ferrocarril transcontinental, un proyecto que transformó al país y lo convirtió en una potencia económica.

También fue un importante contribuyente al desarrollo de la industria y la cultura canadiense. Fundó varias empresas, promovió la educación y las artes, y se convirtió en un símbolo del espíritu emprendedor y la innovación del país.

Recibió numerosos reconocimientos por sus contribuciones a Canadá, incluyendo el título de caballero en 1894. Falleció en Montreal en 1915, dejando un legado duradero como uno de los personajes más importantes en la historia del país.

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