Las elecciones municipales

¿…Y usted qué opina?

Fernando Berrocal

Fernando Berrocal Soto

Comienza el mes de junio y en las próximas semanas, todos los partidos políticos, nacionales y cantonales, iniciaran sus procesos internos para elegir a sus candidatos a los cargos en las Alcaldías y los Consejos Municipales. Se inicia con ello un nuevo y muy importante proceso y período electoral en Costa Rica.

Lo digo en forma clara, directa y contundente: soy un defensor del Régimen Municipal y considero que, el impulso demostrado en las últimas décadas por el municipalismo, es uno de los factores y hechos políticos que más han contribuido a democratizar aún más el sistema democrático de nuestro país.

Pero, a la vez, el Régimen Municipal enfrenta serios problemas políticos, funcionales y éticos que se reflejan, día a día, en los conflictos de poder entre los alcaldes y los Consejos Municipales y, entre ambos, con los habitantes en los 84 cantones de la República. El problema es de fondo y no se puede ignorar.

Desde el punto de vista democrático, está muy bien que esas diferencias se presenten y que sean del conocimiento público. Así es y así funciona el sistema de vida en libertad y democracia. Lo grave es que esos conflictos, en demasiadas oportunidades, tienen que ver con problemas muy graves que afecta al sistema político costarricense en su totalidad y es la CORRUPCION.

Eso es muy grave y ha llegado a tales niveles que no se pueden ocultar por más tiempo. Sería como tapar el sol con un dedo. Hay que decirlo con claridad: es ahí, en el gobierno de los pueblos libremente elegido en los 84 cantones de la República, en donde más ha penetrado la CORRUPCION que carcome a la política costarricense. No se trata solo de cosas pequeñas o de esos peculados y abusos de poder que son parte, lamentablemente, de la condición humana y de los cuales da cuenta todos los días la prensa y que suceden en todo el Estado Costarricense y que igualmente son censurables, sino también de situaciones graves de CORRUPCION ESTRUCTURAL y FUNCIONAL y hasta de penetración del narcotráfico, como ha sucedido en algunos cantones del territorio nacional

Digo estas cosas porque estamos a unos cuantos meses de las elecciones de febrero del 2024, en que los costarricenses acudiremos a elegir a nuestros nuevos alcaldes y a los Consejos Municipales. Esas elecciones, en el pasado, no fueron de mucha importancia para la gente y el abstencionismo fue la nota dominante. Esta vez NO puede ser así. Esta vez debemos salir todos a votar y comprometernos con los mejores candidatos en cada cantón y, sobre todo, a generar cambios reales en los liderazgos municipales y positivas renovaciones generacionales, eligiendo hombres y mujeres de trayectoria ética impecable, honestos, capaces, ejecutivos y que, efectivamente, quieran trabajar por el mejoramiento urbano de los barrios, la creación de parques y lugares para hacer deporte y cultura, bibliotecas, el asfaltado de las vías públicas, la eliminación de las lentas tramitologías, el estímulo vía eficiencia a los emprendedores privados y el fortalecimiento de las Policías Municipales.

¡Basta de los que procuran esas posiciones solo para ganarse la dieta municipal y hacer chorizos en la base de nuestra sociedad!

¡Basta de alcaldes que entraron chonetes y salieron ricos del ejercicio de sus alcaldías, a base de negocios chuecos y de coimas mal habidas!

¡Ejerzamos nuestro sagrado derecho al voto cantonal con inteligencia e independencia de los amarres y las argollas eternas de los mismos de siempre!

No permitamos que en los partidos políticos se realice la “operación gatopardo” con la complicidad de sus cúpulas dirigenciales nacionales y el poder de sus anquilosadas estructuras cantonales. Me refiero, como en la famosa novela italiana, a esa mentira de “aparentar que las cosas cambian, para que en el fondo todo siga igual”. O sea… en lenguaje tico, que los achichincles de los de siempre, asuman el poder en los gobiernos municipales, como si eso significara un cambio, cuando no lo es y los mismos de siempre van a seguir en el poder, con otros nombres, pero con las mismas mañas y con su “jefe político y el supremo de las corrupciones” detrás y siempre al mando. Si lo logran eso significará el fin político de esos partidos, porque aún sus militantes y la inmensa mayoría de los ciudadanos, tomaremos otros caminos y votaremos por las alternativas que de verdad signifiquen un CAMBIO real y un progreso asegurado para las comunidades, en beneficio de los cantones.

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