Mimi Prado Castro
La visita de Bukele este mes a Costa Rica es un buen ejemplo de que la democracia costarricense conserva su prestigio. Venir a darse un baño de demócrata no deja de ser importante para el cuestionado centroamericano, violador de derechos humanos, que se atreve incluso a vestirse como antiguo dictador. Visitar oficialmente la Costa Rica democrática tiene un valor, que los ticos no terminamos de entender. Rodrigo Chaves ha decidido honrar la amistad que tiene con Bukele – y también su reiterada admiración – al ofrecerle una visita de Estado que en nada honra al pueblo costarricense de larga tradición antidictatorial y democrática. Bukele ha realizado al menos veinte violaciones a la Constitución Política de El Salvador.La primera fue autorizarse a sí mismo su reelección continua, irrespetando la prohibición que se repite siete veces en la Constitución. También Bukele invadió el recinto parlamentario con el ejército cuando no le aprobaron leyes que proponía. Esto fue posible en un país con débil institucionalidad y cultura democrática, no se daría en una Costa Rica donde nuestros cuerpos policiales son leales a las leyes y no a individuos – aunque esto último sea el sueño de algunos.
Bukele utiliza estructuras “modernas”, toma el ejecutivo, y una vez posicionado, toma la Corte Suprema de Justicia y el poder legislativo, convirtiéndose en un dictador elegido democráticamente, en un autócrata.
La lucha de Bukele contra las maras está siendo cuestionada por conocedores y analistas en materia de seguridad. Esa estrategia se dio a partir de una cercanía importante con los líderes de las maras que ha dado incluso espacio al nacimiento del concepto llamado “PAX MAFIOSA”, que es la negociación de los gobiernos con los grupos delincuenciales, que lleva a complacer intereses mutuos.
Hoy, en El Salvador la independencia del sistema jurídico está totalmente destruida. La Corte Suprema de Justicia no reacciona ante las más de 3.000 solicitudes de habeas corpus que piden la liberación de quienes han sido apresados sin motivo. Esta Corte solo ha resuelto 7 casos atendiendo solamente lo que pide el presidente.
La prensa y la sociedad civil también han sido víctimas de la persecución política, incluso medios digitales como el FARO, han tenido que salir del país e informar desde el exilio. Esta violencia es así mismo acentuada contra las mujeres y se manifiesta también contra la diversidad sexual y de género. Pensar diferente al señor Bukele es razón suficiente para ser procesado legalmente como si se fuere delincuente.
El retroceso democrático de la región ha sido lamentable. Este retroceso incluye el que nuestro país invite oficialmente a un líder autoritario que viola los derechos humanos de su población y no respeta la institucionalidad. No es extraño entonces que nos preguntemos qué oscuros intereses podría tener en afectar la política local costarricense.
El Salvador es un país maravilloso muy cerca de mi corazón que ha luchado intensamente por construir oportunidades democráticas. Costa Rica, es un ejemplo para el mundo de cultura democrática. No merecemos por tanto, que nuestro presidente reciba con honores a quien muestra una ruta dictatoria.
– Ex-embajadora en El Salvador