Max Hernández Sotela
Voy a hacer un breve recuento de una vieja lección política, profundamente democrática y cómo resultaría importantísimo poderla replicar, ajustada a nuestra realidad de hoy.
Muchos amigos y compañeros que vivimos la experiencia, cada vez que nos reencontramos, experimentamos grandes emociones que nos conmueven profundamente.
Por mucho tiempo creí, que la esencia de esa intensa emoción de los reencuentros, era la coincidencia ideológica y la hermandad política, acuñada en el fragor de pasiones y vivencias de nuestra juventud. Pero ahora, un poco ya entrado en el sosiego del espíritu y entregado a las reflexiones trascendentes, logro percibir con claridad el inmenso valor democrático de aquellas vivencias.
Allá por los años 70, cuando iniciábamos nuestra educación universitaria, nos sobrevino la peregrina ocurrencia de pelearle la representación estudiantil, a la casi todopoderosa Juventud Vanguardista en la UCR; la que había logrado conformar una estructura política estudiantil muy estudiosa, militante y bien dirigida por exbecarios, formados y entrenados en la Unión Soviética. Habían logrado, por vía democrática instalarse en el poder, de los órganos representativos del movimiento estudiantil. Por tanto solo se les podía sacar del poder, por la vía democrática.
Nos entregamos a participar en elecciones estudiantiles a nivel de las Asociaciones de Estudiantes, con resultados muy dolorosos al principio, pero fuimos avanzando al entender los procesos democráticos y como el juego democrático nos permitiría ganar legítimamente Asociaciones y algún tiempo después hasta la FEUCR.
Para nosotros fue importante aprender a luchar por el poder, respetando el juego democrático. Porqué, esto implica respetarle a los electores su inteligencia y su derecho de escoger.
El grupo de la JUL crecía y consolidaba su capacidad de ejercitarse en los procesos democráticos en las universidades y poco después en el proceso de la Juventud Liberacionista a nivel nacional.
Un tiempo después se inició una hermosa disputa entre Marcelo Prieto y Rodolfo Navas, por la Presidencia de la Juventud.
El liderazgo de Rodolfo y Marcelo era real y representativo a nivel nacional y ninguno de los grupos de apoyo, se sentía en posición de ceder posiciones y acomodarse a una equitativa distribución de cuotas de poder; la verdad cada grupo deseaba imponerse sobre el otro y la única forma aprendida, era mediante un juego democrático.
Planteadas las cosas en estos términos, se acordó realizar un proceso de elección a padrón cerrado entre jóvenes que hubieran dado la adhesión a la Juventud Liberacionista. Se pactó elegir democráticamente los Comités Cantonales y Sectoriales y la elección de delegados a la Asamblea Nacional de la Juventud. La idea era ganar los Comités Cantonales, para pelear puestos para Síndicos, Regidores y de ser posible hasta por los puestos de Ejecutivos Municipales (hoy Alcaldías). Pero la lucha primaria era lograr el mayor número de Delegados a la Asamblea Nacional de la Juventud, para garantizar el triunfo de nuestros respectivos candidatos a la Presidencia de la Juventud Liberacionista.
Por meses nos dimos a la tarea de afiliar jóvenes, para conformar un padrón cerrado de militantes. Recuerdo que en el Cantón de Grecia, (por citar un ejemplo) entre los «Marcelistas y los Navistas» logramos inscribir mas de 2.500 jóvenes en el Padrón Cantonal de la Juventud, para elegir el Comité Político de la Juventud y el Delegado a la Asamblea Nacional. Algo similar ocurrió en cada Cantón, en los once Distritos del Cantón Central de San José y en los Sectores Universitarios y de Secundaria. El desenlace de aquella lucha, no fue tan importante, como el habernos ejercitado en un verdadero proceso democrático. Esto nos marco de por vida.
La vivencia de estos procesos democráticos, nos hermanó, nos unió y nos permitió enriquecer nuestro espíritu democrático, al punto qué, hoy anhelamos ese tipo de procesos en el Partido
El modelo de elegir entre militantes a padrón cerrado a nuestros representantes populares y a nuestros dirigentes, nos da sentido de pertenencia, crea vínculos y lealtades, sin lugar a dudas es la mejor opción de purificar y de renovar el Partido.
Lamentablemente en el camino el Partido perdió el rumbo democrático; algunos lideres nacionales, manosearon el Estatuto del Partido y los Reglamentos de Elecciones Internos para privilegiar sus intereses y garantizarse incondicionales. El Partido dejó de ser democrático y se convirtió en un horrendo amasijo, de amarres, pactos y arreglos a la sombra, para perpetuar viejas estructuras impermeables e infranqueables para las nuevas generaciones, en cada Distrito y en cada Cantón.
El Partido debería entender que su esencia, esta ligada al libre juego democrático.
Debemos persuadirnos de elegir nuestros Candidatos a Alcalde, Regidores, Síndicos, Suplentes y delegados a la Asamblea Provincial, en elecciones cantonales, a padrón cerrado de militantes. Este juego democrático, revitaliza y fortalece a las comunidades y al Partido; porqué les aporta respeto y derecho real de elegir y ser electos.
Desde luego (para aprovechar la tecnología de comunicación en línea) podríamos elegir a nuestros miembros de las Asambleas Distritales, Cantonales y Sectoriales, en línea (usando nuestros teléfonos inteligentes) y a padrón cerrado de militantes. Esto abarata los costos de los procesos y les da practicidad.
Con relación a la forma de elegir los Candidatos a Diputado. Sería interesante considerar, la posibilidad de elegirlos en linea, desde luego, a padrón cerrado de militantes de cada Provincia.
El Candidato que obtuviera mayor cantidad de votos, ocuparía el primer lugar de la papeleta provincial, el segundo lugar le correspondería a la persona del género contrario más votada y los demás puestos se ocuparían alternadamente por genero, según la cantidad de votos obtenidos.
Estoy convencido que para las elecciones internas del Partido, quizás ya es hora de hacerlas digitales y en línea. Desde luego a padrón cerrado de militantes.
Hoy existe una tecnología muy económica, para garantizar que cada persona, votaría una sola vez, en línea y que su voto sería secreto.
Me parece conveniente tener consideración con los representantes electos hoy, respetándoles las reglas de elección establecidas hasta que culmine su ciclo electoral. O sea las elecciones en línea y a padrón cerrado de militantes se implantarían para las próximas elecciones distritales, cantonales, provinciales y sectoriales.
Quisiera persuadirlos de que la prioridad en el Partido es abrazar la democracia; esta vieja lección de los 70, aún hoy me parece deseable.