Carlos Roberto Martínez U.
En los años de mi infancia, 50’s, Costa Rica no había llegado a un millón de habitantes, fue hasta 1956, el 24 de Octubre que nació Antonio… en Tilarán donde vivían su padres. Nuestro país pasaba por una época de reconstrucción social, bajo nuevas ideas políticas,que buscaban el bienestar social de cada uno de los costarricenses. La pobreza, como siempre se medía en la cantidad que se tenía, lo cual es y seguirá siendo la gran mentira de la economía.En los hogares rurales, la gran mayoría de ese entonces, los habitantes de ellos, tenían mejor alimentación que los que habitaban los hogares citadinos, y para muestra de ello, puedo decirles que en el campo los padres de familia se preocupaban por tener su gallinita o las gallinitas que pudiera, para proveerse de los alimentos que dicho animal proporciona, huevos y carne. En algunas familias se completaba con una vaquita, y su leche. En algún rincón del patio estaba la huerta, con hortalizas y verduras sembradas. Nunca faltaba la sopita, con verduras, todo proveniente de el «patio propio».
Los citadinos tenían que recurrir a los mercados, para suplirse de los alimentos que provenían del campo, que eran la gran mayoría. La agricultura era diversificada, en un mismo terreno, se encontraban eras de yuca, papa, camote, cebolla, chile dulce, tomate, una milpita de maíz, pero los campesinos costarricenses, humildes, no eran pobres… hasta que los economistas dijeron que por no tener un radio, una refrigeradora, un cocina eléctrica en lugar de la de leña, una lavadora en lugar de la pila o el río que usaban, eran pobres.
Cambiaron la agricultura diversificada por el monocultivo riesgoso, los obligaron a quitar sus cultivos, los metieron en el mito del café, del banano, de la piña, del melón, del arroz y hasta de los frijoles. Antes todos esos cultivos, los tenia en una manzana de terreno, pero las indicaciones de los genios económicos decían que había que cubrir todas las manzanas con uno sólo de ellos. Y entonces los que hicieron caso… quebraron, tuvieron que vender casi regalado sus tierras a los terratenientes que es habían dado créditos onerosos, como sucede ahora con las tarjetas, y fueron uno a uno hundidos en el pobreza, pues se vieron obligados a migrar a las ciudades, donde no encontrarían oportunidades, convirtiéndose en uno más de los problemas sociales de mi país.
Recuerdo cuando Adolfo Herrera, me envió ha hacer un reportaje del asentamiento humano de Aguantafilo, en aquellos días se decía en forma correcta el precario, luego de mi investigación, con entrevistas a los pobladores del lugar llegué a la conclusión que la pobreza en nuestro país crecía por la falta de ideas políticas para combatirla, no es dándole a las personas el pescado preparado con papitas como se hace, es enseñándole a usar la cuerda y a pescar como lograremos salir de ella.
Existían en nuestro país instituciones encargadas de construir viviendas, el INVU, que en sus primeros pasos dio a los costarricenses créditos a largos plazos y con intereses bajos, viviendas que se construyeron en lugares estratégicos y por todo nuestro país. Muchas familias, gracias a ello, no cayeron en riesgo, y todo lo contrario salieron adelante, pregúntele usted a los beneficiados por todo el país, ellos dirán si lo que he afirmado es cierto o no.
Pero entonces, aparecieron los genios, los que siempre tienen la carta en la manga, e inventaron los clubes, perdón el Sistema de Ahorro y Préstamo, donde el ciudadano iba abonando por adelantado, mes a mes, y hasta que cumpliera cierta cantidad de cuotas, tendría derecho a solicitar un crédito a la institución. A la par del abono a plan, recordemos que había que pagar luz, agua, teléfono, alquiler de la casa que habitaba, a veces no alcanzaba, y si se retrasaba en el pago las multas, y hasta la pérdida de los derechos… los genios de la economía encontraron como ensartarla…