La pura vida

Conversaciones con mis nietos

Todo en el universo está dentro de ti”. -Rumi

Arsenio Rodríguez

Pasa la vida, con titulares, conversaciones, argumentos y contra tiempos, la algarabía colectiva. Y, además, hay que añadir, el proceso de reflexión dentro de uno mismo, la contradicción, satisfacción, frustración e inspiración que todos llevamos adentro como una amalgama de personalidad. O sea, esta condición de estar vivo es una mezcla de lo que creemos que somos, nuestras ideologías, creencias e identidad. Las cuales son continuamente confrontadas, ignoradas o apoyadas por los otros personajes del cuento. Esa multitud de otros, cercanos y lejanos cada uno, con sus propios bagajes, historias, opiniones, y credos.

No podemos negar que esto de estar vivo y consciente es una aventura inexplicable, en términos de uno mismo darse cuenta y tratar de saber de qué verdaderamente de que se trata todo esto. Si, por supuesto cada uno tiene sus creencias, usualmente heredadas de la cultura que lo circunscribe, o como una reacción a esta, pero parece ser que muy pocos saben a ciencia cierta, o sea tienen su fe, su opinión, pero no un verdadero conocimiento.

Y bueno vivimos enredados en el personaje del cuento que creemos que somos, en nuestro contexto cultural, en los tiempos. Pero a veces, solamente a veces, nos percatamos de la magia de la vida, y vamos más allá del pensamiento, de lo que dice la gente, de los distintos consensos de opinión, religiosos, intelectuales, políticos, familiares, nacionales, tribales, y de identidad de género u edad, y sentimos la vida, la pura vida. Asombrosamente mágica, como un amanecer o una mariposa multicolor o mas aun, como un amor o cariño, de esos que no se piensan ni se anticipan, ni se olvidan, pero llenan uno a plenitud.

¿Y cómo hacemos para encontrar nuestro sitio de ser, en medio de tanta algarabía adentro y afuera de cada uno? Tanto pensamiento, noticia, chisme, deseo, opinión, prejuicio, orgullos, y apegos que nos arrastran a este pensarnos como si supiéramos lo que somos, sin en realidad saber nada de “adónde vamos ni de adonde venimos” como decía Rubén Darío.

Y vivimos, con la mente enfocada en tanta bobería de paso. En tanta competencia, en criticar a los otros por esto y aquello, en tanto consumir, en tanta palabra. Y sin embargo la belleza de la vida está en esos momentos más allá de la mente, en el amor hacia los demás, en el cariño, en la magia de un amanecer, en el sentir una canción. Existen cosas más allá, de los titulares noticiosos con las tragedias de siempre, de los próceres famosos con sus obras, afectaron a muchos y que unos alaban y otros cuestionan o condenan, de los reconocimientos de la historia, de los aplausos, de los políticos, los héroes y los villanos. Si, existen trillones de momentos de cariño, de amor en silencio, de sacrificio, en ese querer y luchar de día a día, momento a momento que todos vivimos, de esa magia de cada segundo que constantemente se nos filtra. Cosas que no se guardan en museos ni se veneran sino en silencio.

Y esa sabiduría anónima nunca podrá ser emulada artificialmente como la inteligencia, porque es un don del ser de cada uno, no es una cantidad multiplicable y mecánica es la esencia del Ser. La pura vida.

A veces se nos va la mano y nos creemos el cuento que nos contamos, ese, el de Calderón de la Barca, el de que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son. Y nos olvidamos de quien sueña el sueño. Y se nos va la vida.

A Don Rubén Darío yo le diría hoy,

Qué maravilla es este vivir …
Dichoso el hombre plenamente sensitivo,
y el árbol verde que crece en su consciencia,
Y aún la piedra dura que permanece en su sitio
acumulando nociones de estructura e inercia.
Pues no hay dicha más grande que la de estar vivo.
Ni mayor alegría que la vida consciente.

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