Gilberto Jerez
La princesa puede ser la hija del rey o la mujer del príncipe.
La palabra «princeso» no existe y usarla en una forma peyorativa para estigmatizar a un grupo de futbolistas solo indica un menosprecio al género, al significado de princesa y una expresión machista…
Depende entonces de quien la use y que connotación quiere darle, sobre todo si viene y va para un gremio que alcanza el éxito personal independientemente del estudio, oficio o superación intelectual individual que pueda tener…
El poder de la mente en función del músculo, la habilidad y la oportunidad.
El dame suerte, habilidad y buenas piernas mi Dios que el saber poco me importa.
Lógico y como es natural, no se puede generalizar, lo anterior no es una regla con que pueda medirse a todos los futbolistas, hay grandes y ejemplares excepciones, pero hablamos de los Princesos.
Si a un futbolista se le denomina princeso, debe ser para imaginarse todo lo contrario a lo que pensamos es una princesa:
Joven, por lo general, bella, rica, agraciada, finamente educada que, porque no, podría llegar a ser hasta reina.
Si uno de los «iconos» de un equipo define a un grupo de jugadores con ese apelativo, tal como lo hizo un ex portero de ese, otrora, prestigioso equipo que se caracterizaba por la formación » integral» de sus jugadores…
Entonces es de ley imaginarse a un grupo de mechudos, ratonudos y creídos miembros de ese grupo cómicamente vestidos de princesas manipulando y distorsionando las buenas reglas preestablecidas, el ideal de grupo y los objetivos comunes…
Rasputines del entorno futbolístico, prima donas del camerino, intocables por el entrenador y factores de distorsión de los planes establecidos…
¿Travestis del fútbol? ¿La encarnación de lo negativo en este deporte? ¿La definición de la argolla como símbolo de poder? Vayan ustedes a saber.
Los estadios son antros donde la belleza, la magia y la popularidad de un deporte congregan a una masa seguidora, aficionada y hasta fanática…
Quienes rigen, organizan y regulan este tipo de espectáculos saben bien que también ahí se reúnen quienes ven al espectáculo como una forma de liberarse de las frustraciones personales que causa la problemática colectiva: presas aumentos, impunidad, convenciones colectivas, ventajas, gollerias y tantas cosas más que nos agobian.
Una forma de liberar el estrés convulsivo! Compartir con amigos y también con la familia…
Ahí se grita, se aprovecha para insultar, «madrear», ofender y gritar fuertemente para reconocer una gran jugada, disentir de una jugada brusca y gritar la caída de un buen gol…
El árbitro es siempre la figura maquiavélica, el tirano, el injusto, el hombre capaz de manipular al destino…
Si existe una madre más insultada, más vejada y más despreciada en 90 minutos de juego, es la madre del arbitro.
Naturalmente se supone que todo se hace y se dice dentro del marco de un relativo orden y seguridad preestablecidas donde el respeto es condición para mantenerlo.
Figurativamente es como vaciar el tarro de la basura emocional en ese basurero llamado estadio que gracias a Dios existe, como existe el buen fútbol, sino, en la de menos, anduviésemos dándonos de moquetes por las calles del país, cosa que no está lejos de darse.
Los princesos son entonces una realidad, una realidad innegable cuya razón de ser se debe a los intereses de una junta directiva que, bien sabe cuánto podrían valer algunos de ellos en un momento dado…
Simplemente son los gladiadores modernos, son la metería prima que incita al camuflaje de quienes maniobran los hilos con que se manejan los títeres.
Su formación es precaria, su educación, con algunas excepciones, es deficitaria, tan deficitaria que la mayoría ni siquiera sabe expresarse…
Si existen los princesos en el campo es porque la plebe no ha bajado el dedo y pedido su pellejo, es porque a quienes ven al balompié como un fabuloso negocio no les importa tanto otra calidad que no sea la habilidad de jugar ese deporte!
Es porque los valores como enseñanza complementaria no existen.
Hay equipos de fútbol que vertiginosamente han caído en la desgracia de ser el botín para quienes se han adueñado de la fama que da su patrimonio…
Uno en especial ha venido a menos en lo que respecta a su brillante legado que dejo un gran y visionario…Un hombre amante de ver rodar el balón a través de la habilidad conjunta de un grupo de jóvenes promesas…
Esto se desvirtuó por culpa de la ambición y la angurria de riqueza fácil de los administradores que le precedieron en los últimos 30 años…
Los verdaderos culpables de que los Princesos modernos del 2015, terminaran siendo presa del gel, las mechas y los tatuajes como diferenciación de su sangre azul y su insigne aristocracia futbolística…
Los Princesos que tanto han dado que hablar en estos días no son ni bellos, ni ricos, tampoco nobles, agraciados y mucho menos finamente educados.
Los Princesos del fútbol nacional no quieren que se les llame así, difícil saber que es y qué significa, para quien los definió así…
Si hubiese sido la definición de princesa la fuente de inspiración, entonces habría que hacer un ejercicio comparativo para definir a los Princesos.
De tal manera que el término Princeso no es ni gallo ni gallina, pero si está claro que quienes se dan por aludidos y se enojan tanto saben muy bien su significado.
No deberían enojarse pues, Princesos hay muchos en Costa Rica, además a estos, tan indignados hoy, les pagan por jugar y no tiene ningún derecho a enojarse, salen en la radio, en la prensa y, por más feo y chaparro que sea, es fuente de suspiros para muchas mujeres además de ídolo para los niños y para muchos grandes…
Son una mercancía para los comentadores de la radio, una trata de blancas modernas donde les venden, los manipulan y los promueven…
Esto no dura mucho, la vida del futbolista es relativamente corta, algunos con suerte ganan tanto y en el transcurso de su vida, como «commodities» bien manipulados, aprenden en la escuela de la vida y administran bien las ganancias obtenidas en su retiro. Otros terminan con un taxi o un bar en un barrio periférico viviendo de la fama en tiempo pasado.
Finalmente la palabra Princeso, acuñada en esta feliz patria, deberá definirse muy bien y como aporte a la lengua de Cervantes, instar a la RAE para que la oficialice…
Tal vez con ella podríamos definir genéricamente a algunos políticos, sindicalistas, aprovechados, convenciones colectivas y hasta algunos medios de comunicación que al igual que los Princesos del fútbol, distorsionan, alientan la intolerancia, no permiten la unidad nacional y llevan a la patria cual si fuese un equipo de fútbol a una crisis irremediable.