La peste del endeudamiento

Por Welmer Ramos González

Welmer Ramos

La “peste negra” o “muerte negra” fue una pandemia que azotó a Europa en el siglo XIV y acabó con, al menos, un terció de la población europea. Buscando solucionar el gran problema al que se enfrentaban en aquella época, se crearon hospitales especiales para el cuidado de los pacientes usando eméticos, sangrías y pomadas nocivas, logrando que algunos de ellos se recuperaran, pero la mayoría no pudo recibir la atención adecuada y desgraciadamente fallecieron.

Las efectos sociales de esta peste fueron fatales, pese a los grandes esfuerzos realizados, la falta de autoridad y liderazgo para la toma de decisiones, la gran agitación social consecuencia de la crisis y otras agravantes inherentes dificultaron los intentos de detener tan lamentable masacre.

Precisamente en Costa Rica también estamos viviendo la peste, no precisamente la que recibimos hace dos meses debido a la mutación de un virus. Esta es otra peste que ya lleva varios años con nosotros y está afectando severamente las finanzas de las y los costarricenses, incidiendo directamente en el sano crecimiento de la economía nacional.

La «Peste del Endeudamiento” ha llegado para enfermar a muchas familias costarricenses, comprometiendo sus ingresos actuales y futuros, generando altos niveles de estrés y debilitando su calidad de vida. Algunos de sus síntomas más visibles son el incremento en el uso de tarjetas de crédito y de préstamos de consumo para adquirir electrodomésticos o artículos de uso personal ofrecidos mediante planes con prometedoras cuotas.

En nuestro país circulan casi tres millones (3,000,000) de tarjetas de crédito, y otras decenas de agentes de contagio, que se han dispersado entre nosotros y han infectado a más de millón y medio (1,500,000) de ticos, de los cuales algunos están en cuidados intensivos, casi agonizando. Estos infectados se han constituido en deudores, sin que los emisores hayan realizado un análisis responsable del crédito. Les mandaron tarjetas, pagarés, hipotecas, después de una llamada que recibieron inesperadamente, así como se contagia un virus, casi sin darse cuenta.

Los límites de crédito aprobados, en muchos casos superan su capacidad de pago, pero eso no es relevante, los agentes de contagio no distinguen este tipo de “nimiedades” ya que cuentan con tasas de interés abusivas que les permiten “darse el lujo” de que muchos no puedan pagar. También cobran comisiones por administración del producto que ellos mismos venden, agregan pólizas y cobran dolorosísimas comisiones agiotistas por atrasos aplicables a partir del primer día de mora.

Y en caso de que no pague: “Exilio y Excomunión”, les reportan al Centro de Información Crediticia (CIC) de la SUGEF, una deuda acumulada, que es muy superior a lo que el deudor consumió, logrando que por cuatro años o más, dejen de ser sujetos de crédito en el Sistema Financiero Nacional. Además, incluyen a los infectados en los burós de crédito para seguir manchando su honor, siendo, por el contrario, las fatales víctimas de la usura.

La usura está infectando a miles en Costa Rica

Además, quienes han caído en manos de la «Peste del Endeudamiento”, han entrado en un círculo vicioso, buscando una cura a su mal, recurren a realizar adelantos de efectivo, sin saber que en realidad están abriendo un extra-financiamiento que viene acompañado de otras altas comisiones. Este y otros paliativos que se encuentran en el mercado son similares a los eméticos, sangrías y pomadas nocivas que recetaban los médicos en la edad media, para tratar a los afectados por la peste bubónica.

Así como la falta de higiene en la edad media fue el factor que más incidió para que se expandiera la Peste en Europa, en Costa Rica, la falta de educación financiera para administrar los gastos del día a día y los compromisos financieros adquiridos, ha sido uno de los factores que más ha incidido en el sobre endeudamiento de la población.

Buscando una solución definitiva a su enfermedad, estos individuos sobre endeudados han tenido que acudir a las cooperativas de ahorro y crédito y otros hospitales financieros que existen en Costa Rica desde mediados del siglo pasado. Estas entidades, comprendiendo la situación que atraviesan esas personas con alto endeudamiento, han buscado una solución viable para que puedan pagar a los usureros los saldos adeudados y poder liberarles de la peste.

Han creado líneas de crédito a plazos más extensos, con tasas de interés inferiores, que resultan hasta un 65% menores que las tasas de interés de las deudas originales, además, eliminaron los cobros de comisiones usureras por administración de sus créditos o por atrasos, todo esto para lograr una recuperación de los enfermos financieros.

Pero, a pesar de los esfuerzos que han hecho para brindar a sus asociados planes de salvamento financiero, han surgido voces que tratan de endosarle el sobre endeudamiento de los costarricenses, tratando de achacarles la culpa de lo que está sucediendo, lo cual es absolutamente falso, ya que las cooperativas en vez de ser los causantes de esta pandemia han sido los hospitales donde se han refugiado los enfermos financieros, pertenecientes a la clase trabajadora y emprendedora de este país.

Es importante tener claro qué, de los tres millones (3,000,000) de tarjetas de crédito emitidas en Costa Rica, las cooperativas de ahorro y crédito han emitido solamente sesenta y cinco mil (65,000), es decir un 2% del total de tarjetas. Según lo anterior, el 98% de las tarjetas de crédito que se encuentran en el mercado costarricense las han emitido los bancos públicos y privados, a tasas de interés con condiciones abusivas y usureras.

Llegó el momento de que este país deje de justificar la usura, que no caigamos en la falacia de decir que si se establecen topes en las tasas de interés y en las comisiones bancarias se atenta contra la bancarización.

Debemos tomar decisiones, ser claros con la población, entrarle de frente al la “Peste del Endeudamiento” y ponerle el cascabel al gato, definiendo, de una vez por todas, un límite razonable a la usura por concepto de tasas de interés y de comisiones agiotistas, para que podamos eliminar la peste y juzgar penalmente a aquellos que incumplen según lo dicta la ley.

La usura está matando a nuestra población y no podemos quedarnos de brazos cruzados, porque no sabemos si el próximo infectado será algún amigo, familiar o quizás hasta nosotros mismos.

Diputado

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