La Patrulla de Bares: Ni oveja ni negra

Patrulla de Bares Especial para Cambio PolíticoMisión: La Oveja Negra Bar y Boquería
Dónde: 100 mt Este de Country Plaza, San Rafael de Escazú (ver mapa)

Bar La Oveja Negra

Los abnegados patrulleros recuerdan aun con placer su visita hace algunos años a Piedades de Santa Ana a reseñar uno de los hitos locales más altos en elaboración de bocas, en el bar “La Oveja Negra”. Con gran placer apreciaron que el lugar decidió abrir un segundo expendio en una ubicación menos remota y sin tener que pagar desproporcionados e ilógicos peajes.

La misma “La Oveja Negra” está ahora en San Rafael de Escazú, en medio de los ricos y famosos, en donde antiguamente estaba Antojitos, unos 400 metros al oeste de la plaza del pueblo. Aunque de previo fueron alertados de fuente fidedigna de muchas quejas de algunos comensales, de que estaban atendiendo muy mal y desnucando con los precios, la Patrulla igual se presentó a cumplir su sacrificada labor, no importan los padecimientos y los peligros que haya que afrontar.

 
El lugar tiene la misma arquitectura y decoración que el original, que pretende ser una mezcla de tipicón y elegante, destaca el enorme parqueo, algo de lo que carece el primer local. El único problema es que con la remodelación les quedaron algunos desniveles en el piso que de fijo deben haber desnarizado a más de uno y eso sin necesariamente andar un poquito beodo. Aunque un de los patrulleros acotó oportunamente que habían eliminado algunas de esas trampas mortales que había notado en una visita anterior.

El menú es idéntico al del primer local, una combinación de bocas tradicionales con algunas creaciones originales bastante sugestivas. La rigurosa cata comenzó con atún a la plancha, sencillamente brillante, aunque uno de los platos llegó un poco pasado de fuego al término en que se había pedido. El churrasco no es precisamente muy tipo argentino que digamos, aunque estaba suave y bien de sabor, lo sirven con chimichirri (el de verdad, no el pico de gallo que los polos dicen que es chimichurri) y unas papitas horneadas que estaban muy buenas. La sopa negra también estaba muy bien, pura sopita de la abuela y la traen un en cuenco de generoso tamaño que hay que emplearse a fondo para acabarlo. El chifrijo aunque estaba bien de sabor, como que le hacía falta un poquito más de sazón y tenía problemas con el arroz, que estaba duro. El pincho de ternera tiene una presentación sencillamente espectacular, lo sirven con tomates cherry, unas papitas horneadas y lo mejor es la salsa a base de naranja que le ponen. Los hongos al ajillo estaban muy buenos, pero los estropearon al acompañarlos con más arroz duro. La lengua estaba muy curiosa, porque para comenzar no estaba tan suave y por otra parte tenía una inusual forma redonda, más bien parecía que se tratase de otro miembro del toro, igual estaba bien de sabor y como quien la cató era una patrullera, no tuvo mayor escrúpulo en devorar la carne. Los camarones al ajillo repitieron por tercera vez el pecado del arroz duro, estaban muy bien de ajo, aunque pasados de sal y se les extrañaba un poquito más de pimienta. El carpaccio de salmón es una de las estrellas del menú, viene en porción generosa y muy bien presentado, acompañado de un pan tostado muy bueno. Bueno, había que pedir algo menos sofis y más criollo, así que se ordenó un gallo de chicharrón, el problema es que igual el plato lo elaboran medio fru-fru presentando la carne en lonjas delgadas como si pretendieran hacer un carpaccio de chicharrón, con lo que quedan duras y resecas, en dos platos, lo echaron a perder, aunque lo acompañan de un guineo verde muy bueno. El pulpo al ajillo no sólo estaba muy bien de sabor, muy suave y abundante en cantidad, sino que finalmente se les cocinó el arroz y no tuvo el problema de los otros platos pedidos con anterioridad.

Ese día no se presentó el Ilustrador, por lo que no se tomaron fotos, se las debemos, pero eso le permitió a los patrulleros disfrutar a sus anchas sin la mirada nerviosa de los que atienden. Y hablando de atención, a pesar de que el local estaba lleno a reventar, la misma estuvo excelente, con varios saloneros dando la vuelta continuamente para asegurarse que los comensales estuviesen bien provistos de viandas y elíxires. Y el precio, sí es caro, pero está igual que el otro local, que nunca ha sido barato, pero la calidad lo disculpa. En conclusión: las malas referencias no se repitieron, nada de ovino y nada de oscuro, vale la pena visitar “La Oveja Negra”.

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