Especial para Cambio PolíticoMisión: El Viejo Bar Dónde: 600 mt este de la Iglesia Católica de Tres Ríos, carretera vieja a Cartago (ver mapa) |
La Patrulla emprendió entonces su labor científica escrutando la que parece ser la más antigua de las tabernas, precisamente de nombre “El Viejo Bar”. Lastimosamente las averiguaciones entre los tomadores de tragos pilaricos no arrojaron mayor luz acerca del origen y vicisitudes del lugar, el cual nos imaginamos en una estampa antigua, a la orilla de un camino entonces polvoriento y con los caballos amarrados en la entrada.
Lo cierto es que al Viejo Bar recientemente le practicaron un “extreme makeover”, con liposucción, implantes, inyecciones de botox y multiplastia; el antiguo local está ahora reluciente y con mobiliario nuevo pero manteniendo su antigua distribución espacial en donde destaca una enorme barra que es casi tan larga como la fachada.
El Patrullero convocante cometió la mala decisión de citar a sus contertulios para un día viernes, cuando el local estaba lleno a más no poder. Para peores, nos tocó que nos atendiera un chavalo que era su primer día de trabajo y andaba más perdido que Adán en el día de la madre, qué cuesta entrenar un poco al personal.
La degustación de bocas comenzó con unas pianguas, que nos fueron recomendadas luego de solicitar infructuosamente algunas de las propuestas del menú. Estaban muy ricas, pero demasiado mirruscas, nos quedamos con las ganas de más. El arroz con carne resultó por el contrario ser generoso en tamaño y muy bien de sabor, buena la carne y bueno el caldito. El raviol decepcionó porque en lugar de la fritanga típica de la cantina de pueblo lo que trajeron fue un canelón envuelto en huevo y que además nadaba en cebollinos, condimento que no es del agrado de los patrulleros, lástima porque la carne del relleno estaba muy buena. Hay una boca muy tentadora, que son los tacos mixtos y en efecto traen un montón de taquitos de carne y de queso, estos últimos estaban simplones, pero los de carne reafirmaron la buena calidad de las vacas locales. Siempre tentados a pedir los platillos que llevan el nombre de la casa y por lo tanto presuntamente son su especialidad, nos pedimos unas papas Bar El Viejo, las cuales resultaron ser unas simples papas a la francesa con carne molida encima y un montón de zacate, pésima elección para quien va en busca de algo culinariamente más emocionante. El chifrijo sí estuvo muy bueno y hasta complacieron el gusto del patrullero que pidió que no le pusieran chicharrón de concha sino pura carnita, doble mérito para la chineazón si se considera que en ese momento en el lugar no cabía un alma más, además los frijoles estaban bien frescos, deliciosos. Pero después de la lucida, vino la pelada, pues se habían pedido unos nachos mixtos y duraron tanto que los trajeron fríos, eran de carne con frijoles molidos, cuando los probemos calientes les contamos cómo sabían. El arroz con pollo además de grande estaba bueno a pesar de tener muy poco pollo y exceso de monte, un pecado de la cocina criolla que creen que saturando la comida de “olores” sabe más rica. La sopa azteca fue de lo mejor de la noche, bien enchiladita hasta para sacar los mocos, con buen queso, aguacate, tortillas y carne.
Al final los osados patrulleros salieron satisfechos de su sacrificada labor, lástima los altibajos vividos, aunque lo verdaderamente triste es que pronto habrá que regresar a la zona a reseñar el local contiguo a El Viejo que por su nombre sugiere alguita interesante relación, pues el quehacer científico no puede dejar sus estudios a medias.
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